Cuando me diagnosticaron que tenía artritis reumatoide del tipo degenerativo me dijeron que llegaría a tener una debilidad muy grande y no podría moverme ni valerme por mí misma. Luego el médico me recetó un tratamiento para soportar los dolores mas no para curar la dolencia.
Las perspectivas no eran muy alentadoras. Siempre he sido una mujer muy activa y la imposibilidad de tener libertad de movimiento era inimaginable.
Al ver que no tenía esperanza alguna me fui hundiendo cada vez más hasta sumergirme en un hueco muy profundo. En medio de esa depresión decidí llamar a una gran amiga que es estudiante de la Christian Science y que siempre me había hablado de Dios. Me decía que Dios nos había hecho espiritualmente porque Él mismo es Espíritu y que de Su naturaleza, siendo el bien, no podían emanar las enfermedades. Lo que vemos como enfermedades son errores del pensamiento, una creencia en la ausencia de Dios. Yo la escuchaba atentamente porque me daba mucho ánimo espiritual y poco después empecé a leer el libro Ciencia y Salud.
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