Se dice que son las pequeñas cosas de la vida diaria las que traen verdadera felicidad: ese momento ameno que pasamos con la familia; el almuerzo delicioso que preparó mamá; la alegría del panadero que nos recibe con una sonrisa y ese aroma tan rico del pan; el buen humor del conductor del bus que dice un chiste en lugar de enojarse cuando se le cruza un auto.
Siempre es bueno comenzar la mañana contento, con expectativa de bien. Este despertar como que nos ayuda a comenzar nuestras labores con otra actitud y renovado propósito.
Esa manifestación de alegría es a la vez una expresión de gratitud a Dios por estar siempre presente. Porque claro, la alegría es una cualidad espiritual que todos tenemos, y que nos ayuda a ver las cosas desde una perspectiva totalmente diferente. Pienso que es como encender la luz en un cuarto oscuro porque entonces ilumina a todos los que están presentes, y el temor y la incertidumbre van desapareciendo, y eso siempre contribuye a que se encuentre la solución a los problemas.
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