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Paz y armonía a nuestro alcance

Del número de noviembre de 2006 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Se dice que son las pequeñas cosas de la vida diaria las que traen verdadera felicidad: ese momento ameno que pasamos con la familia; el almuerzo delicioso que preparó mamá; la alegría del panadero que nos recibe con una sonrisa y ese aroma tan rico del pan; el buen humor del conductor del bus que dice un chiste en lugar de enojarse cuando se le cruza un auto.

Siempre es bueno comenzar la mañana contento, con expectativa de bien. Este despertar como que nos ayuda a comenzar nuestras labores con otra actitud y renovado propósito.

Esa manifestación de alegría es a la vez una expresión de gratitud a Dios por estar siempre presente. Porque claro, la alegría es una cualidad espiritual que todos tenemos, y que nos ayuda a ver las cosas desde una perspectiva totalmente diferente. Pienso que es como encender la luz en un cuarto oscuro porque entonces ilumina a todos los que están presentes, y el temor y la incertidumbre van desapareciendo, y eso siempre contribuye a que se encuentre la solución a los problemas.

La alegría, como la risa, también es contagiosa. Muchas veces cuando voy por la calle y veo que una persona va caminando muy seria, le sonrío y de pronto su rostro se ilumina y como que desaparece la tristeza. Me gusta pensar que esa breve y muda comunicación puede cambiar la actitud con que esa persona pensaba enfrentar el día. De ese modo, todos podemos contribuir con nuestro granito de arena a que haya más felicidad en el mundo.

Con un "Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres", Lucas 2:14. anunciaron los ángeles el nacimiento de Jesús. La Navidad ya está próxima y pienso que este mensaje fue una promesa para todos nosotros también, porque la paz no sólo se refiere a la armonía en las relaciones entre países o dentro de un país o familia, sino a la paz interior de sentirnos bien y satisfechos en la vida. Es la promesa de que como hijos amados de Dios tenemos el derecho de vivir en completa paz y armonía porque son parte integral de nuestro ser.

Mary Baker Eddy, fundadora de esta revista, escribe: "La estrella que con tanto amor brilló sobre el pesebre de nuestro Señor, imparte su luz resplandeciente en esta hora: la luz de la Verdad, que alegra, guía y bendice al hombre en su esfuerzo por comprender la idea naciente de la perfección divina que alborea sobre la imperfección humana — que calma los temores del hombre, lleva sus cargas, lo llama a la Verdad y al Amor y a la dulce inmunidad que éstos ofrecen contra el pecado, la enfermedad y la muerte". Escritos Misceláneos, pág. 320.

¡Qué reconfortante es saber que no estamos solos! El Amor divino está siempre presente para extendernos la mano, secar nuestras lágrimas, alentarnos a seguir adelante, sanarnos y reconfortarnos. Entonces, sonría más a menudo y sienta gratitud. La posibilidad de vivir en armonía y paz está siempre a nuestro alcance.

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