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La curación metafísica

Con el pensamento en lo alto

Del número de septiembre de 2006 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando Elise Moore tenía seis años ya sabía lo que quería ser cuando fuera grande: “Recuerdo que estaba sentada en el borde de la acera hablando con una amiga y le decía que quería ser practicista de la Christian Science como mi tía”.

Años después, cuando estaba en la universidad, ella tenía planeado asistir a la facultad de derecho. Pero una noche, en una reunión de testimonios de la Christian Science, se dio cuenta de que quería practicar la ley divina en lugar de estudiar la ley humana. “Estaba visitando una iglesia en California”, relata, “y una señora contó una curación que había tenido cuando percibió que era la ley divina, y no la ley humana, la que sanaba. En ese momento me di cuenta de lo que tenía que hacer”.

Durante los años siguientes, Elise ayudó a la gente mediante la Christian Science mientras trabajaba en mercadotecnia y ventas. Oraba para saber cómo dedicar todo su tiempo a la práctica pública. Relata: “De pronto conocí a David, el hombre que hace 23 años es mi marido. Me pidió que me casara con él a los dos días de conocernos”. Se casaron un mes después. “Le dije que el deseo de mi corazón era entrar en la práctica pública de la curación en la Christian Science. En aquella época él no era Científico Cristiano, pero estuvo de acuerdo. Y fue eso justamente lo que hice”.

Elise empezó a anunciarse como practicista en la revista The Christian Science Journal en 1985, y se graduó de maestra de la Christian Science en 1997. En 2005, Elise se unió al Cuerpo de Conferenciantes de la Christian Science, y ahora viaja por todos los Estados Unidos, dando charlas sobre el tema de la Christian Science tanto en inglés como en español, a una gran variedad de grupos, iglesias y organizaciones comunitarias. Cuando no está viajando, dando conferencias o disfrutando el tiempo que pasa con sus hijos y nietos, la gran pasión de Elise es salir a observar pájaros con David. Sus viajes los han llevado por todos los Estados Unidos y a países en América Latina y el Caribe. Pero, como ella dice, no hay nada que le dé más placer que ayudar a los demás a descubrir y sentir el poder sanador del Cristo.

En el Manual de La lglesia Madre, Mary Baker Eddy instruye a los miembros a orar diariamente por ellos mismos. Véase Manual, pág. 41. ¿Por qué piensa usted que es necesario orar por uno mismo todos los días?

Ésa es una pregunta que acostumbraba a hacerme cuando era adolescente. Me parecía que si uno oraba una vez y lo hacía correctamente, no tenía que orar otra vez.

Entonces empecé a pensar en esa pregunta en relación con la expiación. El antiguo Testamento dice que el sumo sacerdote hacía la expiación de los pecados de la gente una vez al año. Véase Éxodo 30:10. No obstante, el Nuevo Testamento dice que Cristo Jesús ofreció la ofrenda de esta expiación una vez y fue tan eficaz que uno no necesitaba hacerla nuevamente. Véase Romanos 5:11. Pensé que esto se aplica a la oración diaria. Cuando uno tiene el punto de vista del Cristo acerca de algo, no debería estar constantemente orando por ello, ya sea todos los días o una vez al año.

La verdad es que sigo pensando en eso porque quiero asegurarme de que no oro diariamente porque piense que la oración pueda ser ineficaz en algún momento. El propósito de orar es cambiar nuestro pensamiento y acciones para que estén de acuerdo con el Principio divino, con Dios. Y si hacemos eso, entonces la oración es eficaz y no tenemos que orar una y otra vez por el mismo tema. De modo que, volviendo a la pregunta: ¿Por qué tenemos que orar todos los días?, hay dos razones: La primera, alinear nuestro pensamiento con lo divino; la segunda, mantener esa posición.

Entonces, la clave es mantener continuamente nuestro pensamiento en línea con el Principio divino.

Me gusta pensar en ello de la siguiente manera: Orar es como ajustar nuestra posición con la rotación de la tierra. Si queremos estar siempre bajo la luz del sol, no podemos mantener los pies firmes en la tierra, porque a medida que ésta gire, estaremos parte del tiempo en la oscuridad. Uno no tiene la culpa de estar en la oscuridad; lo que pasa es que la tierra, o en mi analogía, el pensamiento del mundo o la creencia humana generalizada, ha girado y lo ha apartado del sol, o de la luz de la verdadera comprensión de Dios y de Su creación, la luz del Cristo.

Sin embargo, cuando uno se eleva con un avión, se libera de la rotación de la tierra. Mientras esté en vuelo, puede mantenerse en la luz, o, por analogía, en la luz del Cristo, todo el tiempo. Si uno se eleva de la tierra, lo único que necesita es combustible para mantenerse en el aire. Y para mí, ese combustible es la oración diaria. Pienso que la oración es un combustible espiritual que impide que mi pensamiento esté de acuerdo con las creencias mortales que se tienen en general, y que a veces son buenas, y otras no.

Digamos que usted está orando por el mundo. Así que si ora el lunes — aunque lo haya hecho de todo corazón— el problema es que llega el viernes y todas las fuerzas de pensamiento del mundo la han apartado a usted de su alineación con el Principio divino, con Dios.

En la Mente divina hay ideas infinitas, de modo que cada día yo exijo de mí misma un nuevo punto de vista, por ejemplo, la “Oración diaria”, o bien “Una regla para móviles y actos”, las cuales se encuentran en el Manual de la Iglesia. Véase Manual, págs. 40, 41. Supongo que las oraciones que hice ayer, la semana pasada y el año pasado, fueron sumamente eficaces, pero yo estoy exigiendo de mí misma una nueva manera de ver las cosas.

Es importante reabastecerse en pleno vuelo, y no aterrizar.

Permítame darle un ejemplo. En una ocasión yo estaba orando y pensando en “Una regla para móviles y actos”. Y ese día, por primera vez, pensé algo diferente de la parte que dice: “Los miembros de esta Iglesia deben velar y orar diariamente para ser liberados de todo mal, de profetizar, juzgar, condenar, aconsejar, influir o ser influidos erróneamente”. Me di cuenta de que también quería decir que nadie podía profetizar erróneamente acerca de mí, o juzgarme a mí erróneamente, o condenarme erróneamente. Durante años, cuando oraba con esto, por alguna razón lo hacía simplemente para no juzgar, profetizar ni condenar a otras personas. Pero aquel día, percibí de inmediato y claramente, que nadie podía profetizar, juzgar, condenar, aconsejar o influirme erróneamente a mí.

Así que, como dije, la Mente divina tiene infinitas ideas, y es por eso que podemos tener nuevas ideas todos los días. Y para mí, esto hace que la oración sea eficaz. Eso es también lo que nos mantiene elevados, es el combustible nuevo. Y no se trata tanto de que el mundo esté atrayéndonos con fuerza hacia el suelo. Lo que ocurre es que dejamos de cargar combustible, o no tomamos la cantidad suficiente. Y, francamente, si usted quiere mantenerse continuamente en el aire, necesita aprender a reabastecerse de combustible en pleno vuelo. No tiene que esperar a perder toda la inspiración y aterrizar. Es cuando decimos: “Más vale que empiece a orar otra vez para recargarme”. Necesitamos aprender a reabastecernos en el aire, cuando todavía estamos elevados y llenos de inspiración.

Es la coordinación precisa lo que les permite a los pilotos de aviones de caza reabastecerse en el aire. Requiere de mucha destreza y práctica, y es una forma de volar mucho más avanzada que simplemente aprender a despegar y aterrizar. Pero aceptemos el reto. Cuando recién comenzamos a ahondar en las cosas espirituales y empezamos a orar, no vamos a pensar en que tenemos que mantenernos en el aire todo el tiempo. Puede que estemos bien con sólo despegar por unos segundos. Pero cuando lo venimos haciendo por un tiempo, ¿por qué seguimos pensando en que si bien oramos por nosotros mismos en la mañana, (o tres veces al día), luego tenemos que aterrizar? ¿Por qué no pensamos en que podemos mantenernos en el aire y reabastecernos de combustible renovando continuamente la inspiración que obtenemos de pasajes de la Biblia y escritos de la Christian Science que conocemos muy bien?”

La segunda cosa importante es considerar a las situaciones no simplemente como humanas o físicas, sino ver que Dios brilla a través de ellas. Por ejemplo, yo pienso mucho en lo que Mary Baker Eddy explica como la “Traducción Científica de la Mente Inmortal”, que es la verdad absoluta sobre Dios y Su idea, el hombre, o sea cada uno de nosotros. Y también, la “Traducción Científica de la mente mortal”, la cual describe la condición humana. En este pasaje, M. B. Eddy escribe acerca de lo que ella llama los tres grados: El Primer Grado es el físico, el Segundo Grado es el moral, y el Tercer Grado es el espiritual. Véase Ciencia y Salud, págs. 115—116. En el grado espiritual encontramos todas las cualidades de Dios y el hombre, sin ningún elemento de error en ellos. Y para mí lo maravilloso es que incluimos estas caulidades divinas ahora mismo.

Jesús enseñó que el reino de Dios está intacto y es universal.

El Segundo Grado, el moral, tiene hermosas cualidades: bondad humana, compasión, afecto, honestidad, y así sucesivamente. Me gusta pensar que lo moral es el brote que nutrimos hasta que se desarrolla y se transforma en la flor completa de lo espiritual o divino. En cierto sentido, las cualidades espirituales incluyen el Segundo Grado de cualidades morales. Es decir, la comprensión espiritual, que es el Tercer Grado, incluye fe y esperanza. Pero, por otro lado, puede que estemos conscientes de las cualidades morales y tengamos fe y esperanza y, no obstante, no estemos en el lugar donde podemos obtener comprensión espiritual. Es por eso que es importante nutrir lo moral a fin de reconocer y ver lo divino. Lo divino está allí, pero puede que no lo estemos viendo.

En el Primer Grado, lo físico, encontramos todo aquello con lo que no queremos tener nada que ver, la oscuridad en la cual no queremos ni pensar. Son la envidia, los celos, el resentimiento, el odio, o las cosas negativas que se están manifestando. Y es mediante la oración — al elevarnos— que aprendemos a reconocer al Amor divino en las cualidades espirituales que se manifiestan. Es la sabiduría, la comprensión espiritual, la armonía, la integridad y demás cualidades espirituales que ya incluimos. Es así que comenzamos a reabastecernos de combustible en el aire.

Elise, dígame cómo puede uno elevarse para orar por la lglesia.

Una de las formas que más me gustan es comenzar con este pasaje del libro Pulpit and Press de Mary Baker Eddy: “Científicos Cristianos, sus hijos y nietos hasta la última generación, inevitablemente se aman los unos a los otros con ese amor con que Cristo nos amó...” Luego el pasaje presenta cuatro cualidades de ese amor de la naturaleza del Cristo: “...un amor generoso, falto de ambiciones, imparcial, universal, que ama sólo porque es el Amor. Es más, aman a sus enemigos, incluso a aquellos que los odian. Todos debemos hacer esto para ser Científicos Cristianos en espíritu y en verdad”. Y luego M. B. Eddy dice: “Anhelo y vivo para ver este amor demostrado. Estoy esforzándome y orando por él, para que more en mi propio corazón y sea manifestado en mi vida”. Finalmente, ella pregunta: “¿Quién se unirá a mí en ese propósito puro, y luchará con lealtad hasta que se logre? Que sea éste nuestro empeño por una sociedad cristiana, que Cristo organiza y bendice”. Pulpit and Press, pág. 21. Ésta es la definición de lglesia que más me gusta. Para mí, “nuestro empeño por una sociedad cristiana” significa un compromiso de amar con lealtad con “un amor generoso, falto de ambiciones, imparcial, universal”. Oro todos los días para amar de esta manera.

También oro por la lglesia basándome en la definición de hombre en Ciencia y Salud. Véase Ciencia y Salud, pág. 475—477. Leo toda la definición sustituyendo la palabra hombre por lglesia; lo que me lleva a esta oración: “Jesús veía en la Ciencia a [la lglesia perfecta] que aparecía a él donde [la lglesia] mortal y [pecadora] aparece a los mortales. En [esta lglesia perfecta] el Salvador veía la semejanza misma de Dios, y esa manera correcta de ver [la lglesia] sanaba a los enfermos”. Oro con esto todos los días. Y luego el pasaje continúa: “Así Jesús enseñó que el reino de Dios está intacto, que es universal y que [la Iglesia] es [pura y santa]”. También podemos sustituirla por otras palabras, tal como Lectores, miembros de la comisión directiva y miembros de comités. Realmente, siento que ver correctamente a los Lectores ayudaría a sanar a toda la congregación.

Hablemos un poco sobre cómo ora usted por la práctica y por sus pacientes.

Cuando oro me gusta usar versículos de la Biblia. Cuando oro por la práctica uno de mis preferidos es de Colosenses. El pasaje comienza: “Nosotros... no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad”. Véase Colosenses 1:9—13. De modo que oro para que el paciente esté lleno del conocimiento de Dios y de comprensión espiritual. Y que él o ella sea fortalecido, liberado y transformado.

Durante sus años como sanadora, ¿se ha sentido alguna vez desalentada?

No sé si usaría la palabra desalentada. A veces uno tiene que trabajar más duro porque como que siente que está nadando contra la corriente. Como usted sabe, es mucho más fácil nadar a favor de la corriente, que hacerlo cuando uno siente que está sola y que toda la fuerza del pensamiento va hacia el otro lado. A veces uno siente que trabaja con diligencia pero que no progresa mucho.

¿Quiere decir en un caso en particular o en general?

A veces en ambos. Es entonces que pienso que tengo que salir de la corriente. Yo no quiero estar flotando con las creencias mortales que se tienen en general, y pensar que eso es lo más fácil de hacer. Al mismo tiempo, tampoco quiero sentir que soy como el salmón, nadando río arriba, contra toda esa presión de la mente mortal. Eso lo agota a uno. De modo que es necesario salir de la corriente. Es decir, tiene que apartarse de la corriente de la mente mortal y plantarse en la Mente divina, y así uno ya no siente la agresividad del pensamiento mortal tratando de empujarla. Así que si usted piensa que está nadando contra la corriente, salga de ella y entre en la Mente divina.

¿Tiene algún ejemplo específico de cómo esto ha funcionado prácticamente en su propia vida?

Mi mamá falleció hace un par de años. Ella y yo nos queríamos mucho y yo estaba a cargo de su atención física. Pero llegó un momento en que sentí la necesidad de apartarme un poco. Me sentía muy arraigada en la tierra y necesitaba elevarme otra vez. Hay una diferencia entre sentir que uno está en libertad con la realidad espiritual, y sentir como que está simplemente aferrándose a la realidad espiritual. Yo me estaba aferrando.

Entonces, con mi esposo decidimos ir tres semanas a Perú. Yo necesitaba pensar en Dios y en mí. Fuimos a observar pájaros en el Amazonas. Estábamos en un lugar muy remoto, y nos pasábamos todo el día observando aves, desde que salía el sol hasta que se ponía. Es una actividad muy tranquila que incluye muchas horas de silencio. Y yo usé todo ese tiempo para estar en comunión con Dios. No fue ésta una ocasión para leer. No toda inspiración se adquiere leyendo. De hecho, he descubierto que mucha inspiración proviene de mi comunión con Dios, de considerar las ideas espirituales que son tan preciadas para mí, y de recurrir a Dios con las preguntas que me preocupan. Durante esas semanas observando los pájaros en silencio, y viendo cosas maravillosas, pude superar los pensamientos que me perturbaban.

Fue un tiempo magnífico, porque a la tercera semana pude realmente estar en comunión con Dios, que para mí fue como entrar en un territorio mental totalmente nuevo, y pensar en ideas que nunca había considerado. No era que yo estuviera tratando de resolver algún problema y buscando una respuesta, sino que estaba avanzando en la reflexión de conceptos espirituales que generalmente no tenía tiempo de explorar.

Un día, estábamos caminando en un bosque de bambú en el Amazonas peruano, y de pronto comprendí con increíble claridad que Dios es Amor. Es difícil explicarlo con palabras, porque no fue tanto un concepto como la profunda sensación de que el Amor divino era mucho más que mi amor humano; sentí que mi afecto humano era tan sólo como la cabeza de un alfiler en la inmensidad y universalidad del Amor divino. Esto me libró de la tremenda carga que ni siquiera sabía que tenía.

Es necesario apartarse de la corriente del pensamiento mortal.

¿De qué manera influyó en su práctica esta comprensión espiritual y oración consagrada?

Pienso que me permitió ver con más claridad que la oración que sana es reconocer que es Dios el que efectúa la curación. Sé que decimos eso todo el tiempo, pero comprendí más que nunca que cuando oramos por los pacientes, estamos viendo que Dios los ama. Lo único que hacemos es reconocer eso, y nunca podemos interponernos en Su camino.

Entonces un practicista de la Christian Science debe tener mucha humildad. Pero ¿cómo hace usted para distinguir entre la humildad, que es una cualidad positiva y necesaria, y la falta de autoestima?

Bueno, no tienen ninguna relación. La falta de autoestima es cuando uno ve lo negativo. Mientras que la humildad significa reconocer esas cualidades espirituales y morales de las que estuvimos hablando.

Expresamos verdadera humildad cuando reconocemos el bien en nosotros mismos y que Dios es la fuente de ese bien. Ser humilde no quiere decir salir de caza en persecución del pecado. Somos como una composición musical original, donde no hay ninguna nota equivocada. Otra analogía sería que, si uno toca o canta una composición perfecta, puede que cometa un error y toque la nota equivocada, pero uno no se queda ahí y repite ese error, porque no forma parte del original. Cuando uno reconoce que la composición original (es decir, uno mismo) fue compuesto por Dios y es perfecto, uno expresa humildad.

Elise, ¿tiene algún comentario final?

Simplemente esto: Antes de orar específicamente por un problema, trate de tener un sentido claro de la presencia y del poder de Dios. Uno primero tiene que cambiar la base del pensamiento y reconocer la realidad espiritual. De otro modo, sentimos como si estuviéramos trabajando mucho y agotándonos con la oración, cuando en realidad ni siquiera hemos logrado despegar. Es como que estamos corriendo en la pista de carrera de la mente mortal a gran velocidad, cuando en realidad lo que necesitamos hacer es salir de esa pista. Lo más importante es elevar nuestro pensamiento hacia la realidad espiritual. De esta manera podemos orar específicamente desde esa posición más elevada y demostrar el poder sanador de Dios.

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