María del Pilar me pidió que orara por su niña recién nacida porque los médicos la habían desahuciado. Había nacido con hidrocefalia y tenía en ese momento una septicemia generalizada. No pensaban que sobreviviera esa noche.
Cuando hablé con María del Pilar le pedí que confiara en Dios, pues Él es la Vida de la niña. De inmediato negué rotundamente el diagnóstico médico, y le pedí que no me contara más. Le dije: “Jamás vamos a aceptar ningún término médico porque tu hija es espiritual, no es material, y los médicos no pueden determinar la vida porque Dios es Vida, Dios es Verdad, Dios es Amor”.
También le dije que su hijita, Fabiana, era la hija amada de Dios y que Él siempre la iba a proteger. También le hablé más o menos en estos términos: “Trata de poner tu pensamiento en Dios, deja que Él te ilumine y haga el trabajo por ti, porque tu hija es realmente Su idea. Somos la creación divina, por ende perfectos, y tu hija es perfecta, hecha a imagen y semejanza de Dios”.
Hablé con ella por largo rato sobre estas verdades espirituales. Finalmente, le di un ejemplar de El Heraldo y le señalé en el libro Ciencia y Salud dos cosas: el Padre Nuestro con la interpretación espiritual que da M. B. Eddy (pág. 16), y días después la declaración científica del ser que en parte dice: “No hay vida, verdad, inteligencia ni sustancia en la materia. Todo es Mente infinita y su manifestación infinita, porque Dios es Todo-en-todo” (pág. 468).
Como era la primera vez que una persona me pedía ese tipo de ayuda por la oración, recurrí a una practicista de la Christian Science listada en el directorio de El Heraldo y le expliqué la situación. Ella me dijo: “Hija, es a ti que te han pedido ayuda, así que ora como tú sabes orar. Dios sabe lo que tú sientes en tu corazón”. Y esa noche cuando me puse a orar sentí tanto amor por la niña, que supe que por más sencilla que fuera mi oración iba a ser escuchada por nuestro Padre. Cuando la oración es realmente de corazón, Dios nos oye.
Tres días después, los médicos que la habían desahuciado también por la septicemia generalizada que tenía, la dieron de alta a la niña, pero sin ninguna esperanza de que fuera a tener una vida normal. Entonces María del Pilar llegó a mi casa con la niña y me dijo: “Mire, señora, ésta es su obra”. Pero yo le contesté: “No, es la obra de Dios. Si tu niña está así es porque Dios tiene un propósito para ella, como para todos Sus hijos, y lo que Él tiene para nosotros siempre es bueno”. Miré a la niña y parecía un angelito; tenía apenas tres meses de nacida.
Miré a la niña y parecía un angelito; tenía apenas tres meses de nacida.
Entonces la madre quiso contarme lo que el médico le había diagnosticado, porque le habían informado que su hija tenía tan sólo el 20 por ciento del cerebro. Pero yo le expliqué: “No me repitas nada de lo que ha dicho el médico, porque tu niña está completamente sana”.
Y ella insistía: “Pero el doctor ha dicho que ella no va a caminar, que no...” Pero yo me mantuve firme: “No, eso es falso, tu hija va a caminar, tu hija va a hablar, tu hija va a correr, y tu hija es una niña perfecta, porque Dios así la ha creado”.
Al poco tiempo de nacida, los médicos dijeron que la niña tendría que tomar un medicamento de por vida. Pero como casi todas las semanas conversábamos bastante con la mamá sobre lo que es la Christian Science y las selecciones de la Biblia y de Ciencia y Salud, esto ayudó a que ella comenzara a ver a su hija de otra forma, más espiritualmente, ya no creía lo que los médicos le decían. Con esto, la niña comenzó a mejorar.
Hoy, cuando la niña va con la madre al hospital para que le hagan el control, los médicos se quedan sorprendidos de que la niña no tome las pastillas y de que lleve una vida normal. En la actualidad, la pequeña asiste al colegio, habla correctamente, juega, camina, y no tiene ningún mal visible.