Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Con la oración sana de dolores en las coyunturas

Del número de septiembre de 2006 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Un día al despertarme vi que me costaba trabajo moverme. Más tarde al ir a trabajar, no podía cargar cosas pesadas sin que me doliera el cuerpo y al bajar las escaleras las piernas y las rodillas me dolían mucho.

Estaba trabajando en el restaurante de uno de mis hijos y tenía que estar parada todo el día realizando diferentes actividades, entre ellas, cocinar, atender, lavar la loza, lo que también me provocaba dolor. Con todo el movimiento que ese trabajo requiere, por momentos me quedaba quieta y mi hijo me miraba preguntándome si estaba todo bien, y yo le respondía afirmativamente.

Pasaron varios días, y si bien estaba orando, pronto me di cuenta de que necesitaba hacerlo con más dedicación para encontrar mi curación en un conocimiento más profundo de Dios. Necesitaba mantenerme espiritualmente firme y saber que no estaba constituida meramente de órganos materiales, sino que era espiritual, que Dios era mi Principio, y que si Él me había creado a Su imagen y semejanza, yo podía responder a esa verdad, sabiendo que el Amor divino llena todo mi ser (véase la definición de hombre en Ciencia y Salud, pág. 475).

A medida que continuaba orando fui viendo que el problema no estaba en mi cuerpo, sino en lo que pensaba de mí misma. Dios es Vida y yo soy Su imagen, entonces fui comprendiendo que en realidad estaba llena de la vida que Él me dio y que nada me la podía quitar. Dios también es Amor, y esto nos hace sentir que Él no puede dejar de amarnos ni permitir que dejemos de ser útiles y cumplir con el propósito de Su amor. Si antes tal vez me sentía abrumada por tanto esfuerzo, estas ideas me hicieron percibír que el trabajo no tiene que cargarnos, sino hacernos más ligeros porque estamos expresando la Vida.

Este progreso espiritual me fue mostrando la oportunidad de dar más.

En una ocasión, por ejemplo, vi que uno de mis hijos estaba muy poco motivado y se quedaba sin hacer nada. Entonces le dije: “La Vida es movimiento y se demuestra en actividad. No podemos quedarnos sin hacer nada, como que medio vivimos y medio no vivimos. La Vida nos trae gozo, belleza, amor, y ésa es la Vida, Dios, y nosotros también podemos manifestarla”. Y esto lo sacó de ese estado de desgano, mostrando su verdadero ser, alegría y acción.

Asimismo, poco después los dolores desaparecieron y no han vuelto a manifestarse. La curación me trajo alegría y mucha gratitud a Dios. El remedio fue cambiar mi perspectiva de la vida. En lugar de verme llena de preocupaciones y responsabilidades, pude verme libre como Dios me ha creado. Ahora sé que no hay nada que pueda impedirnos hacer la voluntad de Dios y limitar de alguna forma la capacidad que nos ha otorgado.


Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / septiembre de 2006

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.