En 1992, el sur de Florida en los Estados Unidos fue azotado por el huracán “Andrew”, cuyo efecto fue desastroso. No obstante, a través de la oración tuve la oportunidad de ser testigo de la protección de Dios en todo momento.
En aquel entonces, yo vivía con mi esposa y mi hija en una casa en Miami, y el día anterior al huracán, reconociendo la presencia de Dios y escuchando Su dirección, hicimos los arreglos necesarios en la casa para su llegada.
Hacía unos días que yo había regresado de asistir a una clase sobre la Biblia y el libro Ciencia y Salud, de modo que guardé todas mis notas en un closet. Por la noche, cuando estaba cenando con mi familia se me ocurrió proteger esas notas, de modo que las envolví en una bolsa de plástico.
De madrugada empezaron a haber fuertes ráfagas de viento hasta que de pronto sentimos un estruendo terrible pues la puerta de cristal del comedor se rompió. Lo más importante era mantenerse tranquilo y escuchar el mensaje de Dios. Fuimos guiados a ir a nuestro dormitorio y refugiarnos dentro del closet. Al pasar por el pasillo, donde estaba la puerta del ático, la madera que la cerraba cayó detrás de mí sin hacerme ningún daño, ni tocarme. Para mí ésta fue otra señal de que Dios nos estaba protegiendo.
“Está todo destruido”.
El closet de nuestro dormitorio era pequeño, por lo que sólo nuestra hija y nuestra perra estaban totalmente dentro del mismo. Mi esposa y yo teníamos la mitad del cuerpo afuera. Para entonces la situación se había tornado bastante difícil. Por la lámpara del techo que estaba en el centro del cuarto estaba cayendo un chorro de agua sobre nuestra cama. Las paredes temblaban y teníamos un espejo grande en la pared que parecía estar a punto de romperse y caer sobre nosotros. Tomé un saco de dormir, lo partí a la mitad y cubrimos nuestros cuerpos.
Estuvimos aproximadamente tres horas dentro del closet orando sin cesar, declarando en voz alta que el control de Dios era total y absoluto, que Él tenía todo el poder y estaba continuamente presente, hasta que finalmente llegó la calma. Salí del cuarto y revisé la casa, luego regresé y les dije: “Está todo destruido excepto este cuarto”. La escena que vimos fue muy dura. Sin embargo, a pesar del cuadro que estaba ante nuestro ojos había algo más importante, algo que sobrepasaba toda la situación humana: la protección y presencia de Dios. Nosotros estábamos intactos, nada nos había ocurrido. Era una experiencia similar al pasaje bíblico que narra cuando la nave en la que viajaba el Apóstol Pablo es azotada por un viento huracanado que la hace zozobrar, pero gracias a la ayuda de Dios todos, incluso los esclavos, logran llegar a salvo a tierra. Hechos 27:13-44.
La ropa que estaba en el closet donde yo había guardado mis notas de la clase estaba completamente mojada, sin embargo, esos papeles estaban intactos. Esto fue para mí una evidencia de que cuando obedecemos las instrucciones que Dios nos da somos protegidos dondequiera que nos encontremos.
Varias semanas antes del huracán nos habían regalado un órgano eléctrico el cual había quedado intacto, ni una gota de agua tenía. Varios días después nos enteramos de que el edificio de una iglesia situada al sur de donde vivíamos, había quedado totalmente destruido, entonces les donamos el órgano. Ésta fue una señal más de la protección de Dios.
Nosotros estábamos alquilando con opción a compra la casa en la que vivíamos, pero debido a nuestra situación económica nos había resultado imposible comprarla. Poco después del huracán, recibimos muchas donaciones de ropa, alimentos y dinero de tantos miembros de diferentes iglesias, que tuvimos la bendición de poder comprar nuestra propia casa y amueblarla, gracias al amor que nos dieron todas esas personas. Esta experiencia nos demostró que “La hora más oscura precede al amanecer”.Ciencia y Salud, pág. 96:12.
Siempre tengo presente que la protección de Dios no está disponible solamente para un grupo limitado de personas. Todos podemos contar siempre con Su ayuda.
Esta experiencia me enseñó que por muy difícil que pueda ser la situación que estemos atravesando, debemos confiar totalmente en Dios, obedecer Sus instrucciones y no dudar de Su ayuda. La protección divina está a nuestro alcance en todo moment.