Querido Heraldo:
Quien suscribe este testimonio ha pasado por todas las pruebas y piedras en el camino, pero por ser creyente, Dios me salvó de varias circunstancias difíciles.
Debido a que siempre fui una persona muy difícil, de mucha personalidad, perdí mi mi matrimonio y me separé de mis hijos. Luego tuve varias relaciones amorosas, pero viví un fracaso tras otro, incluso me despidieron de mi trabajo por quiebra. Puesto que ya tenía edad como para jubilarme, así lo hice, pero tuve que esperar 20 meses de trámites, hasta poder cobrar mi jubilación. Mi situación era muy precaria. Padecía hambre y tuve que vender todo lo que tenía en mi casa.
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