Esa Navidad las cosas no andaban bien. A Susana no le habían traído ninguno de los regalos que quería. En lugar de la radio que tanto esperaba, encontró bajo el árbol un trineo de metal muy infantil que decía “Alas de Nieve”. Ni siquiera había caído nieve ese año, afuera solo se veía barro congelado. Para colmo, sus hermanitos habían recibido lo que habían pedido y estaban jugando felices.
Sintió unos celos muy desagradables cuando vio a su hermana jugando feliz en la sala con su nuevo y brillante palo saltarín. Susana tenía ganas de poner el pie para que se cayera.
“Susana”, le preguntó su mamá, “¿te pasa algo?”
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