“Paso muchas horas en aeropuertos y dentro de máquinas voladoras”, me contó Eberhard (lo que me hizo sonreír). Su padre se fue de Alemania a México en 1939. Después de la Segunda Guerra Mundial, Eberhard y el resto de su familia escaparon de lo que había llegado a ser Alemania Oriental, y se reunieron con su padre en México. “México era un paraíso”, cuenta Eberhard. Actualmente, él viaja mucho y la tecnología es una enorme ayuda. “Tengo una “palm” (que con su teclado me da acceso al celular y al e-mail), y es mi oficina portátil. En una pequeña tarjeta de memoria, tengo varias traducciones de la Biblia, todos los escritos de Mary Baker Eddy, todas mis conferencias y otras notas. Mi oficina viene conmigo dondequiera que voy”.
Hablemos de la Ciencia Cristiana Ciencia del mundo. La historia de tu familia y todos los viajes que has hecho probablemente te den una amplia perspectiva del mismo. ¿Cómo conociste la Ciencia Cristiana y cómo ves el potencial que tiene para ayudar a las personas en todas partes?
Sí, es cierto que formo parte de una familia internacional. Mi esposa, Inge, es austríaca, nuestros hijos son mexicanos, y yo soy alemán. Cuando viajamos juntos con nuestros diferentes pasaportes, algunos funcionarios nos preguntan: “¿Son realmente una familia?” Y la respuesta es: Sí lo somos, y una familia muy unida.
La Ciencia Cristiana me encontró cuando era estudiante universitario en la ciudad de México. Mi vida era muy buena. Tenía un trabajo de medio tiempo que era excelente y me permitía estudiar. Vivía en una pequeña casa alquilada con alberca (piscina), tenía muchos amigos, fiestas todos los fines de semana, y un lindo auto. No obstante, sentía un profundo vacío interior.
Una amiga mía estaba estudiando seriamente la Ciencia Cristiana y me habló de ella, después me dio el libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Al principio, luché con el lenguaje y los conceptos, pero muy pronto me atrajo la lógica del libro. La Ciencia Cristiana tiene mucho sentido, y me interesó cada vez más. Al cabo de los once meses que comencé a leer Ciencia y Salud, dejé de fumar. Me di cuenta de que era un hábito muy egoísta, porque cuando uno fuma y hay otras personas cerca, ellas son afectadas por el humo también. El primer capítulo sobre la oración demuestra que cuando uno ora no lo hace sólo por uno mismo, sino por los demás. Terminé el libro al año que comencé a leerlo, y todo ese tiempo mientras lo leía sentía el deseo de ser una mejor persona. Varios años después, conocí a Inge. Nos casamos y comenzamos a estudiar la Ciencia Cristiana juntos. Cuando nació nuestro primer hijo decidimos afiliarnos a La Iglesia Madre, y más tarde a la iglesia filial de la Ciencia Cristiana en la ciudad de México. El día que firmamos la solicitud de afiliación, los dos dejamos de beber alcohol.
Ni bien nos hicimos miembros de la iglesia filial, la gente empezó a pedirme que orara por ellos. Por ejemplo, una señora que vino a nuestra iglesia por primera vez, me contó que había trabajado más de 30 años como bibliotecaria y estaba perdiendo la vista. Hablamos por unos momentos después de la iglesia, y una cosa que le dije fue: “Use sus ojos para ver sólo el bien”. Al día siguiente me dijo que había sanado. Hubo varias curaciones rápidas cuando oraba por los miembros de la iglesia, pero me di cuenta de que necesitaba comprender más. Mi esposa y yo decidimos tomar instrucción en clase Primaria, que, como sabes, es un curso de doce días sobre cómo sanar. El curso lo dicta un maestro o maestra de la Ciencia Cristiana. Fuimos aceptados en la clase, y aprendí exactamente lo que esperaba aprender, y más. En 2003, empecé a anunciarme como practicista de la Ciencia Cristiana en The Christian Science Journal, y tres años más tarde llegué a ser maestro de esta Ciencia.
También he sido conferenciante de la Ciencia Cristiana por varios años y he visitado muchas partes de América Latina, Cuba, Estados Unidos y España. Con todos estos viajes, hablando con diferentes públicos y personas del mundo, he llegado a comprender que la gente es atraída hacia la Ciencia Cristiana por muchas razones, pero pienso que la más importante es que añoran el hogar. Me gusta esta frase de Ciencia y Salud: “Peregrino en la tierra, tu morada [hogar] es el cielo...” Ciencia y Salud, pág. 254. La tierra —la materia— no es nuestro hogar. Anhelamos estar a salvo, experimentar armonía, vivir sin temor, sentirnos amados, protegidos y felices. Es interesante que la palabra salud también indique estar a salvo. Gente de todos los rincones del mundo anhelan llegar al hogar, y cada vez más personas se están dando cuenta de que el verdadero hogar no se encuentra en la materia ni en el mundo físico. El verdadero hogar es un concepto mental, un concepto espiritual. Como dijo Jesús hace 2000 años: “He aquí, el reino de Dios dentro de vosotros está”. Lucas 17:21, según la versión Moderna.
Pienso que la Ciencia Cristiana atrae a la gente porque es lógica y práctica. Se puede comprender, aprender y demostrar —es científica. Los principales problemas que hay en América latina, según veo yo, tienen que ver con una aparente falta de principios. Vemos corrupción en todos los niveles. Para muchas personas, cuando tienen un problema y recurren a la policía o a la ley, es allí cuando realmente empiezan sus problemas. Hay mucha ignorancia, pobreza, distribución injusta del dinero. Sin embargo, la gente de América Latina es, por lo general, afectuosa, cálida y generosa, y se dan cuenta si uno expresa amor sincero. De modo que así es como llego a ellos, con un amor sincero y genuino. Yo doy conferencias por toda América Latina y esto me brinda muchas oportunidades de conocer y hablar con gran número de personas de todos los niveles sociales.
Supongo que muchas personas asisten a tus conferencias en busca de curación. Quizás hayan tratado de sanar por otros métodos, tales como medicina o sistemas de auto ayuda. Pero tú ayudas a la gente a ver que uno puedo ser rescatado de cualquier tipo de problema —físico, emocional, financiero— cuando elevamos el pensamiento de la decepción que nos presenta el cuadro material, a la armonía de la realidad espiritual, a la Verdad que sana. ¿Cómo haces para atravesar la niebla de los puntos de vista humanos limitados, y ayudar a que las personas experimenten el poder de la curación divina mediante la Ciencia Cristiana?
Es verdad, mucha gente que asiste a mis conferencias de la Ciencia Cristiana viene para ser sanada. Necesitan curaciones físicas, por supuesto, pero también necesitan sanar sus relaciones, rasgos de carácter, dependencias de las drogas, incluyendo alcohol y tabaco. Muchos tienen miedo de perder sus trabajos o de estar solos. A menudo me preguntan: “¿Cómo puedo dejar de tener miedo?”
Como Científico Cristiano, uno tiene que tener cuidado de no mantener su pensamiento en lo que está mal, sino concentrarse en lo que es correcto, en la verdad. La Ciencia Cristiana presenta una manera única de corregir los problemas basada en la espiritualidad. Otros métodos de curación empiezan con el problema, aceptan el problema, y luego tratan de encontrar una forma humana de resolverlo. La Ciencia Cristiana no ignora el problema, sino que lo rechaza como algo que no puede ser verdad si Dios, el bien, es verdad y tiene total control de la situación. La Ciencia Cristiana comienza con Dios y destruye el problema mentalmente, revelando que el problema es una ilusión. La Biblia nos dice: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús”. Filipenses 2:5. De modo que como practicista mi trabajo es tener la mente de Cristo, y eso significa mirar más allá de la ilusión de los sentidos materiales y ver a los pacientes que recurren a mí para sanar, como Dios los ve, es decir, espirituales, exentos de pecado y sanos.
Como practicista, conferenciante y maestro, necesito saber que Dios me ha nombrado, que Dios me ha ungido. Tengo la necesidad diaria de sentirme cerca de Dios, uno con Dios. Entonces es fácil ayudar a los demás. Como conferenciante, trabajo duro para escribir la conferencia y aprenderla, pero cuando estoy frente al público, necesito estar libre y disfrutar de la conferencia. Tengo que salir del medio y dejar que sea el Cristo el que hable.
¿Qué consejo les darías a las personas que desean practicar la Ciencia Cristiana más eficazmente?
El consejo más práctico que les daría es: Recuerda que tú eres la luz del mundo, estás aquí para brillar, ihazlo! Hemos sido creados para brillar. Y siempre podemos hacerlo mientras no olvidemos que nosotros no somos la fuente de la luz, sino que reflejamos la luz de la Vida, la Verdad y el Amor. Y puesto que el Amor divino está siempre donde nos encontramos, podemos brillar incluso en los lugares o situaciones más oscuras. La luz de Jesús —su espiritualidad— brillaba tanto que sanó todo tipo de problema humano. Cuando digo que necesitamos dejar que nuestra luz brille, lo que quiero decir es que debemos estar más conscientes de nuestra identidad espiritual y verdadera. Esto nos ayudará a sacar a luz lo mejor de nosotros, es decir, las mejores cualidades que tenemos porque provienen Cristiana de Cristiana. De manera que cuando permitimos que brille nuestra luz, también podemos superar las horribles decepciones de la mortalidad y sanar a aquellos que recurren a nosotros en busca de ayuda.
No somos la fuente de la luz, sino que reflejamos la luz de la Vida, la Verdad y el Amor.
También pienso que tenemos que estar muy conscientes del gran regalo que tenemos en la Ciencia Cristiana. Necesitamos saber que no existe otro camino para la salvación —para la seguridad y la curación— que mediante la Ciencia divina, la Ciencia de Dios, descubierta por Mary Baker Eddy para toda la humanidad. Esta Ciencia es universal, eterna y ha existido siempre. Y hoy en día somos nosotros los que llevamos el estandarte. Tenemos la tarea de aplicar esta Ciencia —de sanar y traer consuelo— y de hacerlo bien.
Como Científicos Cristianos a menudo exclamamos: “¿Qué haría sin la Ciencia Cristiana?” Pero en una ocasión, una buena amiga mía me dijo que es mejor preguntarse: “¿Qué estoy haciendo con la Ciencia Cristiana?” Podemos elevarnos por encima de las creencias humanas generalizadas de limitación, y empezar a ser mucho más eficaces en ser buenos y en hacer el bien, para nosotros mismos y para la humanidad.
Tomemos un ejemplo especifico: hablemos de lo que se puede hacer con la Ciencia Cristiana para corregir la carencia o la escasez. Prácticamente todos enfrentamos alguna forma de escasez —falta de salud, de riqueza, de aptitudes, de oportunidad, de libertad. Pienso que para muchos, la falte de compañia, por ejemplo, está primero en la lista de problemas.
Jesús tenía como un lema que decía: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”. Mateo 4:17. Arrepentíos es una palabra muy fuerte. Quiere decir tener un cambio radical. Jesús le decía a la gente que no se apoyara en la materia, con sus leyes a menudo tan crueles, sino en el Espíritu, Dios, y en las leyes de la armonía eterna, la bondad, la salud, la seguridad, la abundancia y el amor. El Apóstol Pablo se hizo eco de esta idea en una carta a los romanos: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Romanos 12:2. Es la transformación de nuestra mente, de nuestra visión interior, lo que nos permite ver el bien que es real, y no el mal que sólo aparenta estar presente.
Cuando la humanidad comprendió que la Tierra no era plana, la Tierra no cambió. El cambio fue mental, una nueva forma de ver la Tierra. La escasez, la mala salud, la pobreza, las limitaciones, la soledad, parecen muy reales para la persona que sufre a causa de ellas. Pero cuando uno ve a alguien a través de la lente espiritual, cuando comprende quién es realmente como hijo de Dios, uno percibe que esas malas condiciones son tan solo conceptos engañosos y falsos de la mente humana. De modo que cuando nos enfrentamos con cualquiera de estas condiciones o situaciones, podemos responder mirando todo desde una perspectiva radicalmente diferente, porque nuestra percepción espiritual, interior, cambia nuestras circunstancias externas.
Mary Baker Eddy escribió en Ciencia y Salud: “Nuestra ignorancia respecto a Dios, el Principio divino, es lo que produce la aparente discordancia, y comprenderlo a Él correctamente restaura la armonía”. Ciencia y Salud, pág. 390. La ignorancia respecto a Dios es el único enemigo verdadero que necesitamos superar. Y, obviamente, la ignorancia es una lucha mental. Otra forma de ver este concepto es comprender que la ignorancia de la verdadera naturaleza de Dios hace que estemos engañados respecto de la verdadera naturaleza de la realidad misma. Una interpretación de la palabra diablo es “engañador”. De modo que la ignorancia de la bondad y misericordia de Dios y el constante cuidado que nos brinda, nos engaña y nos hace víctimas fáciles de las aflicciones diabólicas del pecado, la enfermedad y la muerte. Pero comprender la verdadera naturaleza de Dios —la naturaleza del Amor divino— permite que estemos por encima de cualquier situación que amenace nuestra paz y estabilidad. La Biblia nos dice que cuando nos esforzamos por comprender a Dios, recibimos el bien: “Buscadme, y viviréis”. Amós 5:4.
Déjame darte un ejemplo. Mi esposa y yo habíamos invitado a una familia amiga a que vinieran con nosotros en un viaje al campo. Sin embargo, la noche anterior, se produjo un grave incendio que consumió gran parte de nuestra propiedad y de nuestra casa. Como te imaginarás, el incendio fue un gran golpe para nosotros, pero pudimos tranquilizarnos. No permitimos que la destrucción nos impidiera estar agradecidos y felices, y apoyarnos en lo que comprendíamos de Dios. Nos regocijamos de que a nadie le hubiera pasado nada, y nos mantuvimos pensando en lo que era bueno. No nos permitimos ahondar en el lado negativo de lo sucedido. Pasamos el día siguiente con esta familia, y no hablamos de lo ocurrido con ellos ni con otras personas. Decidimos no hablar de la terrible situación que habíamos vivido, porque nos dimos cuenta de que no haría bien a nadie. Una semana después, recibimos una cantidad inesperada de dinero de un familiar distante que no sabía nada del incendio ni de nuestra situación. Sin embargo, el dinero nos permitió reconstruir la casa de una manera mucho mejor que antes.
No somos objetos materiales, sino ideas espirituales.
Es decir que esta confianza en el bien y esta sensación de paz que podemos sentir, cualquiera sea la situación que enfrentemos, tiene un fundamento profundamente espiritual. Las buenas intenciones humanas no son suficientes. Las expresiones de aliento, tales como: “No te preocupes, todo va a salir bien, el tiempo lo sanará”, son bien intencionadas, pero no resuelven los problemas. Ni el amor humano por sí solo puede lograrlo. Es por medio del amor de Dios, el Amor divino, que encontramos ayuda. Juan, el discípulo de Jesús, nos hace sentir la proximidad de Dios cuando nos dice que “Dios es amor”. 1 Juan 4:8. En realidad vivimos en el Amor, somos las expresiones del Amor. La creencia de que somos privados o estamos separados del Amor no es verdad. Esta creencia o temor proviene del engañador y, por lo tanto, podemos tener la certeza de que esa creencia no es cierta.
Una forma de ver esta cuestión de la carencia es la siguiente. Imagínate que tienes serios problemas económicos y de pronto descubres que Bill Gates, dueño de Microsoft, es tu padre. Tu frustración y angustia, junto con los problemas económicos, desaparecerían totalmente. Bueno, trata de comprender que ahora mismo Dios es tu Padre-Madre. Cuando realmente llegas a comprender esta verdad acerca de tu verdadera herencia, toda aparente escasez desaparece. Sé que para algunos esto puede parecer ingenuo, pero inténtalo, practícalo, pruébalo, descubre por ti mismo que esto funciona. Jesús nos dijo: “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino”. Lucas 12:32.
Como sabemos, un aspecto de la curación en la Ciencia Cristiana que la gente cuestiona tiene que ver con el “por qué”, dado que los avances en la medicina a menudo ayudan a resolver algunas dolencias físicas. ¿Por qué apoyarse en la Ciencia Cristiana si uno podría fácilmente y sin esfuerzo someterse a una intervención quirúrgica o tomarse una pastilla? Así que, Eberhard, ahondemos en la razón más profunda para apoyarse en la Ciencia Cristiana.
Efectivamente, ésa es una pregunta que escucho a menudo: “¿Por qué no tomar una pastilla o algún remedio material para combatir el dolor o atacar algún problema físico serio?” Bueno, ¿puede una pastilla hacerte más sabio? Recuerda que, según la perspectiva de la Ciencia Cristiana, la ignorancia acerca de Dios produce el problema en primer lugar. Como aprendemos en esta Ciencia, los problemas no son materiales, aunque parezcan serlo. Ya sean físicos o de otro tipo, son enteramente mentales y, por lo tanto, sólo pueden resolverse espiritual, mentalmente.
Pensemos en un número, por ejemplo el tres. Escríbelo en un papel. Ahora tienes el número tres en el papel. Quema el papel. ¿Qué le ocurrió al número tres? ¿Acaso ha desaparecido? No, porque tú bien sabes que el número tres es una idea, un concepto, y no puede ser destruido. La verdad es que el tres nunca existió en el papel más que como un símbolo, pero la realidad del número existe en concepto, mentalmente, aunque usemos ese concepto en todo tipo de formas prácticas. Lo mismo es cierto acerca de quiénes somos. Nosotros tampoco somos objetos materiales, sino ideas espirituales, que, como dice la Biblia: “Vivimos, nos movemos, y tenemos nuestro ser”, en Dios, en el Espíritu. Hechos 17:28.
Gran cantidad de médicos ahora están conscientes del efecto espiritual, mental, de la curación. Por ejemplo, el Dr. Herbert Benson de la Universidad de Harvard, ha organizado pioneras conferencias durante muchos años sobre la conexión entre la espiritualidad y la curación. Estos simposios han incluido profesionales de atención a la salud y practicistas religiosos y espirituales de todo el mundo. Personalmente, he hablado con médicos en México, Puerto Rico, Perú y Colombia, y muchos de ellos están interesados en lo que la Ciencia Cristiana tiene que decir sobre la curación.
Para mí, es muy claro que si Dios envió a Su Hijo para traer salvación al mundo —no sistemas materiales de curación y redención, sino las enseñanzas y demostración de Jesús de inmortalidad y de nuestra unicidad con Dios— significa que, por un lado, no existe una solución humana duradera a nuestros problemas. Y por otro, la única solución verdadera a todos nuestros problemas es divina. Es a través de la Ciencia de Dios, la Ciencia divina, que podemos ser libres.
Mary Baker Eddy escribió que “Jesús de Nazaret fue el hombre más científico que jamás anduvo por la tierra”. Ciencia y Salud, pág. 313. Lo que he llegado a comprender al hablar con gente en muchas partes del mundo, es que nuestra relación con Dios es científica. Sí, la verdadera religión es Ciencia universal. Se puede estudiar, practicar y demostrar. El profeta Isaías hace mucho tiempo ya anhelaba verlo: “la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar”. Isaías 11:9. Espero que sea lo que fuera que haga yo en mi vida, ayude a cumplir esta profecía lo antes posible.
