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La curación metafísica

Cinco conceptos cristianos

Cuarta Parte: El bautismo

Del número de julio de 2007 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras fue publicado por primera vez en 1875. Cuatro años después, su autora, Mary Baker Eddy, fundó La Primera lglesia de Cristo, Cientifico, con el fin de difundir las enseñanzas de este libro. No obstante, muy pronto, ella se dio cuenta de que la personalidad y la politica –todo tipo de opiniones y prejuicios humanos— podían influenciar a los miembros de cualquier denominación religiosa. En consecuencia, en 1894, designó un pastor impersonal —único en su género, compuesto por dos libros, la Biblia y Ciencia y Salud— para que enseñara, mantuviera, guiara y apoyara la lglesia que ella fundó, para siempre.

Hoy en día estos dos libros siguen ofreciendo a sus lectores, a cada instante, mensajes sanadores que nutren, consuelan, brindan energía y sanan a todo aquel que los estudia. Si se los considera juntos, estos dos libros ofrecen una ayuda práctica e inmediata, así como respuestas espiritualmente satisfactorias que ningún pastor humano podría proporcionar. También dan respuestas científicas sobre cómo sanar todos los problemas que enfrenta la humanidad. Estos libros son realmente un pastor universal, siempre al alcance de todo el mundo, las 24 horas del día, ahora y por toda la eternidad.

Estos dos libros colaboran juntos. Ciencia y Salud "abre" las Escrituras a través de la revelación divina, y la Biblia apoya el fundamento y la existencia misma de Ciencia y Salud. Precisamente, debido a que este último ahonda en el significado espiritual de la Biblia, los Científicos Cristianos han obtenido profundas vislumbres que enriquecen los conceptos cristianos tradicionales que han estado en práctica por miles de años.

Esta cuarta entrega de "Cinco conceptos cristianos" presenta un artículo de Barbara Vining sobre el bautismo. La siguiente y última entrega hablará sobre otro concepto religioso desde la perspectiva de la Ciencia Cristiana: la resurrección. Después de siglos de tradiciones religiosas, tales como la comunión compartiendo el pan y el vino, el bautismo con agua, y la conmemoración anual de la resurrección de Jesús durante la Pascua, la Ciencia Cristiana dilucida los ritos religiosos y abraza sus significados más profundos. De modo que, lo invitamos a explorar lo que estos dos libros tienen que decir al respecto.

Fui bautizada en una iglesia protestante y cuando crecía me gustaba mucho participar en las actividades de dicha iglesia. La educación espiritual que recibía era muy importante para mí. No obstante, tenía preguntas sobre los aspectos ceremoniales de la adoración.

Una amiga mía que es Científica Cristiana, estudiaba canto y me preguntó si había alguna posibilidad de cantar en el coro de mi iglesia. Le permitieron hacerlo, pero con algunas restricciones. ¿Por qué? Ella no había sido bautizada en una ceremonia tradicional y, por lo tanto, no se la consideraba cristiana. Yo no podía comprenderlo.

Sabía que el bautismo con agua era un símbolo de la purificación para iniciar al individuo dentro de la fe cristiana. Pero me preguntaba qué significado podría tener esa ceremonia si la persona no asumía un verdadero compromiso con las enseñanzas de Cristo Jesús. Por otro lado, si uno realmente asumía ese compromiso (como era el caso de mi amiga), ¿qué necesidad había de tener símbolos o una ceremonia? ¿Acaso no podía una persona ser bautizada mediante la purificación espiritual, o la limpieza de pensamiento que se produce al seguir los preceptos de Jesús en la vida diaria? Y una vida así, ¿no lo haría cristiano?

Pocos años después, cuando comencé el estudio de la Ciencia Cristiana, encontré respuestas muy satisfactorias a estas preguntas.

Esta revelación requiere que la humanidad cambie su manera de pensar.

Lo que dice la Biblia

Una de las cosas más importantes que me ha enseñado la Ciencia Cristiana se puede resumir de la siguiente manera: Cuando busques respuestas, empieza con la Biblia.

Según las Escrituras, tanto Juan el Bautista como Jesús comenzaron sus ministerios con el mandato: "Arrepentíos". Mateo 3:2 y Mateo 4:17. En griego la palabra arrepentirse significa "reconsiderar" o "pensar de manera diferente". Juan sabía que el pensamiento humano necesitaba estar preparado para recibir las enseñanzas de Cristo Jesús. En su bautismo de arrepentimiento, Juan usó agua como símbolo de la ablución o lavatorio —la purificación— del carácter que se produce al reconocer nuestros pecados y comprome ternos a vivir una vida mejor. Pero él indicó que el método de Jesús para preparar y transformar el pensamiento humano iría más allá del simbolismo o rito material. Juan dijo: "Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego". Mateo 3:11.

Jesús inició el arrepentimiento mediante la Verdad espiritual que vivió, enseñó y demostró en la curación. Todo aquel que estudia la vida y las enseñanzas de Jesús hoy en día (y todos los que lo hicieron a lo largo de los siglos) se encuentra cara a cara con la vida más pura que haya vivido jamás. A la luz brillante de la espiritualidad pura de Jesús, nos vemos forzados a reconsiderar nuestra vida, arrepentirnos de nuestros errores, y prepararnos de ese modo para pensar y vivir de manera diferente. A veces, este proceso puede parecer como un bautismo de fuego, y nos deja ansiando recibir consuelo.

Jesús anhelaba ayudar a la humanidad en este sentido. Dijo: "Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Expíritu de verdad... el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho". Juan 14:16, 17, 26.

Lo que Mary Baker Eddy descubrió

Mary Baker Eddy siguió lo que indicó Jesús. Explicó el concepto del bautismo muy simplemente: "El bautismo del Espíritu Santo es el espíritu de Verdad que limpia de todo pecado; que da a los mortales nuevos móviles, nuevos propósitos, nuevos afectos, todos ellos señalando hacia lo alto".Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 204. Es así como las personas son bautizadas en la iglesia que fundó Mary Baker Eddy. Ellas son bautizadas todos los días, momento a momento, purificadas por el espíritu de Verdad, un sinónimo de Dios.

Es más, la Sra. Eddy respondió a la pregunta: ¿Qué quiso decir Jesús cuando habló del Espíritu Santo, o Consolador, que prometió que vendría?

Mediante un exhaustivo estudio de las Escrituras hebreas y cristianas de la Santa Biblia, M. B. Eddy descubrió las leyes científicas de Dios que servían de base a las enseñanzas y curaciones de Jesús. Ella percibió que Jesús demostró cómo se podían aplicar esas leyes a todas las necesidades de la humanidad. Ella nombró su descubrimiento divino Christian Science (Ciencia Cristiana). La Sra. Eddy explicó de la siguiente manera la conexión entre el Consolador prometido y la Ciencia Cristiana: "En las palabras de san Juan: 'Os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre'. Entiendo que ese Consolador es la Ciencia Divina".Ciencia y Salud, pág. 55.

Esta Ciencia, el Consolador que Jesús prometió, nos asegura y nos ayuda a comprender que Dios, el Espíritu divino, es infinito. Por lo tanto, el Espíritu es la única causa y creador. Todo lo que crea el Espíritu es espiritual, y refleja la sustancia, naturaleza y totalidad del Espíritu. La materia —con todas sus limitaciones, discordancias, enfermedades y mortalidad— no tiene creador; por lo tanto, es irreal. Todo lo que es desemejante a Dios en naturaleza y sustancia, no es nada más que un concepto falso, una ilusión humana. Y esta revelación requiere que la humanidad piense de manera diferente, acerca de todas las cosas.

Lo que es reconfortante acerca de este espíritu de Verdad es que usted y yo, todos nosotros —el "hombre" que Dios creó a Su propia imagen y semejanza— somos totalmente espirituales, no materiales. Reflejamos al Espíritu, la Vida divina, la Verdad y el Amor, y somos, por lo tanto, tan perfectos, puros y sanos, como Dios, ahora mismo y por siempre. Los defectos, enfermedades, limitaciones y mortalidad humana que afirman ser parte de nosotros, son irrealidades, y siempre lo han sido. Al revelar la verdadera naturaleza de Dios y de nosotros mismos como Su reflejo, el Espíritu Santo anima el pensamiento humano a arrepentirse de las creencias falsas y materiales, para poder ser espiritualmente purificados, sanados y renovados.

Mary Baker Eddy escribe en Ciencia y Salud: "Nuestro bautismo es una purificación de todo error. Nuestra iglesia está edificada sobre el Principio divino, el Amor. Podemos unirnos a esta iglesia sólo a medida que nazcamos de nuevo en el Espíritu, que alcancemos la Vida que es Verdad y la Verdad que es Vida, produciendo los frutos del Amor —echando fuera el error y sanando a los enfermos". ibíd., pág. 35.

Cómo comenzar y seguir adelante

Este bautismo es mucho más que algo de un momento. Se produce continuamente hasta que somos totalmente limpiados de toda materialidad. Pero no permita que la magnitud de este proceso bautismal lo asuste y le impida comenzar. Yo, cuando tengo por delante una tarea enorme, a menudo recuerdo algo que leí hace mucho tiempo en un libro sobre cómo manejar una casa: “La pila de cosas que tengo para planchar se sigue acumulando en el armario y creciendo como masa de pan”. Para mí es un humorístico recordatorio de que planchar, como cualquier otro trabajo, se hace más fácilmente cuando lo hacemos prenda por prenda, a medida que llega. De igual manera, me resulta reconfortante saber que incluso cuando se nos acumulan las cosas, las podemos arreglar una a la vez.

A lo largo de los años en que he estado estudiando la Ciencia Cristiana y esforzándome por manifestar la perspectiva espiritual de la realidad en mi carácter y vida diaria, he tenido muchas oportunidades de tranquilizar mis pensamientos, volverme a Dios en humilde oración, y experimentar una purificación espiritual. A continuación presento unos pocos ejemplos prácticos de mi propia vida:

• ¿Alguien me habla con enfado? Lo veo como una oportunidad para no juzgar y valorar calladamente la verdadera naturaleza de esa persona como reflejo de Dios.

• ¿Vuelvo a comer demasiado helado de una vez? Me guste o no, ésta es una oportunidad para aprender acerca de la alegría y la libertad que brinda la moderación.

• ¿Me golpeo la rodilla contra el marco de la puerta? Una vez más, encuentro la perfecta oportunidad para estar mentalmente en desacuerdo con la creencia de dolor en la materia y reemplazarla con la comprensión de que vivo en el Espíritu. Entonces se produce la curación.

¿Incidentes insignificantes? De ninguna manera. Es a través de pequeñas situaciones como éstas que cada uno de nosotros puede crecer en la gracia espiritual que nos capacitará para aceptar nuestra necesidad de purificarnos espiritualmente cuando surgen situaciones mucho más difíciles.

Cada paso de progreso que damos es una señal de que la Verdad está actuando.

Gracia y curación semejantes al Cristo

Fueron momentos difíciles, por ejemplo, cuando, hace muchos años, nuestra hija en edad adolescente tuvo un bebé. Hubiera sido fácil, aunque extremadamente doloroso, tomar el camino de la condenación, y encontrar culpas en todos lados, incluso en mí misma. Pero el Consolador me guió por el camino de la gracia y la curación semejante al Cristo. Fue toda una lucha reemplazar con diligencia los pensamientos pesimistas que me abrumaban, con pensamientos espiritualmente sanadores. Sin embargo, permitir que el espíritu de Verdad purificara y elevara mi pensamiento, trajo alegría y amor a mi corazón, e incluso llevó adelante a mi familia en amor y unidad. La hermosa nieta a la que dio luz nuestra hija, ahora nos ha dado dos hermosos bisnietos.

Cada pequeño paso de progreso que damos —cada vez que permitimos que el Consolador nos limpie de alguna creencia material ilusoria y la reemplace con una verdad espiritual concerniente a algo que esté sucediendo en nuestra vida— es una señal de que el poder sanador de la Verdad ha venido a nuestra experiencia. Mediante este bautismo espiritual diario, no sólo nos volvemos cristianos, sino sanadores cristianos. A medida que nacemos de nuevo día a día, expresamos activamente el Amor divino, y esta renovada manera de vivir nuestra identidad espiritual trae bendiciones a nosotros mismos y a los demás —y sana el mundo— mediante el Amor divino.

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