Hace unos años tuve una experiencia de curación que fortaleció enormemente mi confianza en el efecto sanador de la oración. Un día me empezó a doler una rodilla, y al principio no le di importancia porque pensé que era algo pasajero. Pero a medida que pasaba el tiempo el dolor se hizo más intenso y empecé a tener serias dificultades para caminar.
Entonces me di cuenta de que debía enfrentar este problema con la oración estableciendo en mi pensamiento la realidad espiritual acerca de mi ser. Al hacerlo vi que pertenecía a la creación perfecta de Dios y que no había nada en mí que pudiera contradecir ese hecho. De esa manera podía literalmente apoyarme en esa verdad y desechar todo temor.
Hay un pasaje de la Biblia que dice: “...la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos...” (Hebreos 4:12). Esto me reconfortó al recordarme que si recurría a las verdades espirituales que tantas veces en mi vida me habían socorrido, superaría cualquier dolencia física no importa cuán persistente pretendiera ser.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!