Hace cinco siglos muchos españoles cruzaban los mares en busca de El Dorado. Hoy, cincuenta años después del Tratado de Roma, España se ha convertido en una nueva tierra prometida. Desde El 2000, a causa de la inmigración, se ha pasado de 40 a 44 millones de habitantes. Es uno de los países de Europa que absorbe mayor flujo migratorio.
Puesto que esto es sólo el comienzo, llena de preocupación a no pocos. El territorio se puebla de mezquitas, iglesias evangélicas y otros diversos lugares de culto. Integrar a todo recién llegado sin mutilar sus señas de identidad se ve difícil, pero es vital. Los recursos del Estado para canalizar tal riada humana están al borde de ser superados. Los tumultuosos desórdenes del pasado año en la vecina Francia son una sonora señal de alerta.
Frente a este incierto panorama lo primero que resalta es la necesidad de iluminación. Y saber que un solo Cristo abraza a toda la humanidad, ayuda a mantener una clara y esperanzada contemplación de la realidad.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!