Estrellas, flores, copos de nieve, de formas infinitas. Es increíble lo que podemos ver cuando giramos un calidoscopio. Cada pieza con su color particular ocupa su lugar para formar una figura bella y perfecta. ¿Ha pensado alguna vez qué aburrido sería si todo fuera del mismo color o tuviera la misma forma? Podríamos decir entonces que nuestro mundo es como un calidoscopio multicolor, donde cada uno de nosotros, no sólo tiene su propio tono de piel, apariencia física y cultura, sino que expresa una combinación de talentos y cualidades espirituales que manifiestan a Dios de manera única y muy especial.
Esto me lleva a pensar en la situación que están viviendo muchos países. La escasez de oportunidades, la guerra y el hambre, entre otras cosas, han impulsado a un número creciente de personas a probar suerte en otras tierras, lo que ha provocado sentimientos encontrados. Por un lado, el país que los recibe se conmueve por el sufrimiento que los impulsó a emigrar. Pero por otro, resiente que gente extraña, con sus tradiciones, altere la rutina a la que están acostumbrados.
Me gusta pensar que la vida es una escuela en la que cada año aprendemos algo nuevo. Entonces, si no tuviéramos desafíos que enfrentar y cosas que aprender para crecer espiritualmente, ¡nunca pasaríamos de año!
Todos anhelamos progresar, no sólo económicamente, sino como personas. Por lo tanto, podemos ver este movimiento migratorio mundial más como una oportunidad que como un problema. Oportunidad para entendernos mejor, para aprender los unos de los otros y ayudarnos, para contribuir juntos a que el mundo sea un lugar más feliz y armonioso para todos.
Aquellos que son impulsados a buscar otros horizontes, añoran encontrar su nicho y sentirse a gusto, aceptados. Y es bueno recordar que el hogar que tanto amamos es un concepto espiritual que podemos llevar a dondequiera que vayamos. Recuerdo la historia de una familia que había perdido su casa. Entonces alguien le dijo a uno de los niños, que lamentaba que hubieran perdido su hogar. A lo que el muchachito respondió: "Hogar tenemos. Sólo necesitamos encontrar un lugar donde ponerlo".
Mary Baker Eddy afirma en Ciencia y Salud: "El hogar es el lugar más querido en la tierra, y debiera ser el centro, mas no el límite, de los afectos". (pág. 58) Éste es un buen consejo para aquel que batalla con la llegada de nuevos vecinos de tierras lejanas. Piense que usted puede recurrir a Dios en busca de guía, y dar el primer paso con una simple sonrisa.
La oración también nos ayudará a tomar conciencia de que debemos frenar el calentamiento global. Hace más de 30 años se determinó que el uso de productos en aerosol que contenían clorofluorocarbonos estaba destruyendo la capa de ozono de la estratosfera, que absorbe 97-99% de los rayos ultravioleta del sol y protege la tierra. Los países, poco a poco, prohibieron la producción y uso de dichas sustancias químicas, y hoy la capa de ozono se está recuperando.
Agencia de Protección Ambiental (EPA), Publication EPA-430-R-07-001, 26 de abril de 2007. Esto para mí es una señal de que podemos lograrlo.
No se trata de grandes sacrificios, sino de hacer pequeños cambios en nuestras costumbres, como reciclar, poner la basura en su lugar, usar menos el auto, gastar menos energía en la casa y mantener limpia la ciudad. En resumen, tratar cada lugar que visitamos como si fuera nuestra propia casa.
La oración científica puede ayudarnos no sólo a purificar nuestro pensamiento, sino también el aire de nuestro planeta, como nítido reflejo de la creación de Dios.
Con afecto,
