CUANDO SÓLO EL ESPÍRITU SANA
TESTIMONIOS DE TODAS PARTES DEL MUNDO
Hacía ya mucho tiempo que sufría de una úlcera en el estómago. Los dolores me despertaban por las noches y los médicos me decían que la única solución era una operación, además de una fuerte medicación.
Un día oí hablar de la Ciencia Cristiana y empecé a asistir a la iglesia. Además, me enteré de la labor de los practicistas de la Ciencia Cristiana y decidí comunicarme con uno de ellos para que orara por mí.
Cuando comencé a leer Ciencia y Salud encontré la Declaración Científica del Ser, donde Mary Baker Eddy afirma en parte: “No hay vida, verdad, inteligencia ni sustancia en la materia. Todo es Mente infinita y su manifestación infinita, porque Dios es Todoen-todo.. . El Espíritu es Dios y el hombre es Su imagen y semejanza. Por tanto, el hombre no es material, él es espiritual”. (Pág. 468)
Ese pasaje me ayudó mucho porque vi que si fui creado por Dios, que es perfecto, mi esencia tiene que ser divina y perfecta. Al verme más y más como hijo de Dios, comprendí que no había ninguna enfermedad o imperfección que me pudiera separar de Él.
También me ayudó mucho la lectura del libro del Génesis cuando habla de la creación. Percibí que al ser creados a imagen y semejanza de Dios tenemos en nosotros todas Sus cualidades divinas de perfección, amor, eternidad. Me di cuenta de que lo que tenía que hacer era identificarme con esas cualidades para que se manifiesten en mi vida.
Al aprender que Dios, el Espíritu, es lo real, pude ir viendo que la enfermedad es una ilusión mental, sin origen verdadero. Esto me llevó a apoyarme exclusivamente en este medio espiritual de curación que enseña Ciencia y Salud. Seguí hablando frecuentemente con el practicista que me estaba apoyando con su oración.
Pocos días después, al levantarme vi que el dolor había desaparecido para no regresar jamás. Además, tiempo después tuve que hacerme una revisión médica y me informaron que no tenía más úlcera. Esto ocurrió hace unos ocho años.
Ciencia y Salud sigue trayendo inspiración a mi vida y cada día estoy más convencido de que la única manera en que podemos lograr perfección y felicidad es acercarnos más a Dios.
Estocolmo, Suecia
