Cada vez que los noticieros por televisión, por radio o a través de los diarios lanzan noticias abismales tales como contaminación, calentamiento global, terrorismo, guerras entre países vecinos, hambre, niños abandonados por sus propios padres, etc., me detengo un segundo para orar o para poner de inmediato el problema en las manos de Dios, Sus manos infinitas, amorosas y misericordiosas. “Todas las cosas en Tus manos y Tu mano en todas las cosas”, como hermosamente dice en inglés un poema del Himnario de la Ciencia Cristiana. Himnario de la Ciencia Cristiana, N° 135.
Es una oración que incluye reconocer que el mundo tiene un solo Creador, un solo gobernante, un solo Padre... Y a la vez observar mentalmente y con anticipación cómo esa Mano Guiadora conduce a cada uno de los gobiernos involucrados a encontrar los caminos para superar crecientes desafíos y a cada una de las víctimas de los problemas a encontrar solución y consuelo.
Puede ser que la solución en el plano humano la veamos instantánea o muy rápidamente, mientras que otras veces requiere de nuestra confianza ilimitada en que la presencia de Dios nunca deja de estar en nuestra vida, a pesar de las circunstancias.
En uno u otro caso el resultado final es que siempre veremos mayor armonía, más plenitud, más libertad, en aquello por lo que oramos, hasta que se logre una solución satisfactoria.
Llegar a este punto en nuestro pensamiento y nuestro corazón es estar más cerca del Reino de Dios, más cerca del gobierno divino y sentir Su presencia en mí; ese “mí” que se refiere a cada uno de nosotros.
No hay lugar donde ese gobierno y esa presencia no estén manifestándose ahora y siempre.
Esa verdad, nos llena de fuerza, energía y luz para el día a día, para disipar y disolver las sombras de dudas y miedo que pretenden atemorizarnos o debilitarnos.
El reconocimiento de que el gobierno y la presencia de Dios, con todas Sus cualidades, están siempre en mí para solucionar, sanar, iluminar nuestro camino y nuestra vida, es la oración poderosa que nos convierte en agentes activos para el bien de la humanidad.
¿Cómo lograr y mantener ese estado de conciencia que está viendo permanentemente todas las cosas en Sus manos y Su mano en todas las cosas?
A mi entender progresamos en este entendimiento espiritual en la medida en que guardamos una fidelidad irrestricta a un Principio y a una verdad a la que amamos por sobre todas las cosas. La clave está, por tanto, en nuestro amor prioritario a Dios y Su creación.
Cumplimos con esta clase de amor a través de la obediencia de los Diez Mandamientos y de la reiteración del mandato que hizo nuestro amado Maestro Cristo Jesús, dos mil años después que Moisés. Jesús nos volvió a recordar que todas las leyes se resumen en una: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo”. Véase Lucas: 10:27, Mateo 22.37, Marcos 12:30.
¿Es ese pacto de amor el que nos mantiene seguros y protegidos bajo Su mano?
Parece que se iniciara en esta manera fiel de amarle, pero en realidad es más que eso. El amor se inició en Él, nuestro Padre Creador y Preservador. Tiernamente lo expresa la Biblia: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros”. Juan 15:16.
Entonces tomando conciencia de esto, podemos vivir plenos, confiados y seguros en Sus manos y también lo afirmamos y sabemos que es así para nuestro prójimo.
Recuerdo especialmente una experiencia que para mí es una prueba de que una sencilla oración impersonal por el prójimo bendice aun a los que no conocemos.
Es el caso de una exitosa actriz de teatro y televisión, que vi en una entrevista. La mujer de mediana edad, pasaba por un mal momento y hablaba de un enorme vacío profesional y de amor en su vida. Había en su voz y su rostro tanto dolor por la soledad, que me sentí conmovida. Entonces recurrí instantáneamente al Amor que todo lo satisface y mentalmente la puse en manos de Dios, y cada vez que la recordaba volvía a dejarla mentalmente con seguridad bajo Su cuidado.
Dos años más tarde supe que había encontrado pareja con la que mantenía una relación feliz, esperaba un hijo y su vida profesional estaba llena otra vez de proyectos muy interesantes. Mi corazón se llenó de gratitud.
Entonces, entendí con mayor claridad que, aun cuando no podamos participar de la actividad de los gobiernos y organismos no gubernamentales —los que a pesar de sus grandes esfuerzos muchas veces no logran sus objetivos en beneficio de la humanidad— no estamos excluidos de poder hacer algo más por nuestros semejantes. De hecho, podemos saber con certeza que toda nuestra oración desinteresada y bien intencionada es respondida por el Amor divino.
Lo más valioso es saber que aun cuando nosotros no estemos cerca o involucrados directamente en las vidas o los problemas que afectan a otros, el Amor es el que está siempre cerca envolviendo nuestras vidas aquí y en cada rincón del mundo, aquí y en cada oficina de gobierno; aquí y ahora, en todo y todos, gobernando con Su Amor Universal.
La solución es siempre espiritual.
Eso es ver el cumplimiento de las palabras del Padre Nuestro: “Venga Tu Reino”, “Hágase Tu voluntad en la tierra como en el cielo”. “Porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos”. Véase Mateo 6:10-13.
Bendecir a la humanidad con este tipo de pensamiento y extenderlo cada vez más alrededor del mundo, constituye una lluvia permanente de bendiciones sobre los hombres, los países y sus gobiernos, y nos hace sentir satisfechos, cumpliendo con amar a nuestro Dios y a nuestro prójimo.
