En septiembre del 2006, el diario The Christian Science Monitor publicó una serie sobre Colombia titulada “The War on Drugs” (27-29 de Septiembre de 2006). La serie informaba acerca de la violencia y corrupción que genera este tipo de guerra y de cómo afecta a personas de diferentes sectores de la población. Según el reportaje, la violencia y los secuestros han venido disminuyendo de manera significativa en estos últimos años. Desde el 2002 hasta el 2005, el porcentaje de asesinatos bajó un 35%; mientras que el número de secuestros ha bajado de aproximadamente 3.000 en 2002 a 800 el año pasado. Esta considerable disminución de la violencia y el terror en contra de la ciudadanía, ha sido el resultado de que las fuerzas armadas de ese país han hecho cumplir las leyes con más eficacia, además de que Estados Unidos ha invertido dinero y entrenado fuerzas especiales para contrarrestar el narcotráfico. No obstante, mucho queda por hacer para eliminar por completo estas actividades violentas.
Nuestra familia pudo comprobar cómo estas estadísticas se pueden transformar en una realidad. Hace tres años, en las horas de la mañana, fuimos directamente afectados por la violencia a la que ha estado sometida Colombia por muchos años. Yo estaba viviendo en los Estados Unidos cuando recibí una llamada telefónica de mi madre quien vive en Bogotá. Ella me pidió que orara por una crisis familiar. Debo anotar que ningún miembro de mi familia es estudiante de la Ciencia Cristiana, pero para algunos de ellos es normal recurrir a Dios en oración para encontrar respuestas.
Mi tía había viajado por trabajo a una zona rural junto con un señor que pertenece a otra organización, cuando fueron secuestrados, aparentemente por una célula de un grupo guerrillero. Recuerdo que cuando mi madre me dio la noticia me invadió momentáneamente el miedo, pero de inmediato, el concepto de Dios y Su perfecta creación me vinieron al pensamiento.
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