A la edad de 11 años me detectaron una cardiopatía congénita y comencé a asistir con frecuencia al Instituto de Cardiología de la ciudad de México, DF.
Muchos años después, conocí la Ciencia Cristiana y al aprender que Dios es Vida, Verdad y Amor, la Mente única, mi vida empezó a cambiar. Con la lectura de Ciencia y Salud, se operó en mí una verdadera transformación y comencé a expresar mucha alegría.
Tan acostumbrada estaba a hacerme los chequeos, que un día decidí ir a revisarme para ver cómo estaba mi corazón. Para sorpresa de todos no quedaban rastros de la afección y nunca más volví a tener una dificultad cardíaca.
Tiempo después me di cuenta de que esa curación había sido el resultado del estudio diario de la Lección Bíblica de la Ciencia Cristiana, compuesta de citas de la Biblia y de Ciencia y Salud. Asimismo de la lectura de poemas del Himnario de la Ciencia Cristiana que son tan sanadores. Entre ellos me trae mucha inspiración el que dice: “Es todo-en-todo Dios, temor no sentiréis; mirad caer el mal, sabed que aquí Él está... Perfecto es nuestro Dios; escucho Su Ilamar; y nada terrenal Le alabo sólo a Él”. (NO 267)
Este himno me ha acompañado en muchos momentos de mi vida. Me ha ayudado a vencer temores, a solucionar situaciones de enfermedad, de problemas económicos y de relaciones familiares, en el trabajo y con los amigos.
Siempre pienso que sólo Dios está presente y que Ilena todo el espacio. El reconocimiento de este hecho convierte la atmósfera en que vivimos, como convirtió mi pensamiento, para expresar más amor y armonía, y es eso lo que produce la curación.
He aprendido que la oración no tiene que ser complicada. Es simplemente lo que sale del corazón, es pensar en esa presencia divina que la Sra. Eddy Ilama “Gentil presencia, gozo, paz, poder”. (ibíd., NO 210)
El amor de Su presencia no sólo es tierno, dulce y gentil, sino también muy poderoso; tan poderoso que anula toda imperfección, toda situación desagradable. Su efecto es increíblemente real y palpable.
Recuerdo que ese poder tan grande y esa ternura tan infinita, los vimos manifestados en la curación de mi papá. Él había tenido cáncer durante muchos años. Era un hombre bueno y apoyaba a mi mamá y a algunos de nosotros que estudiábamos la Ciencia Cristiana, aunque él no la estudiaba.
Sucedió que mi papá salió muy débil de la última operación quirúrgica que le hicieron. El doctor reunió a toda la familia y nos dijo que mi papá estaba en su fase terminal, y nos preparó dándonos su diagnóstico, además de dejarnos medicinas e instrucciones. Cuando mi padre salió del hospital en la Ciudad de México, no estaba en condiciones de viajar a Cuernavaca donde vivíamos, por lo que tuvimos que quedarnos en la Capital. Entonces le dijo a mi mamá que ya no le diera ninguna medicina, sino que le leyera del libro de la Ciencia Cristiana. Mi mamá le leyó con mucha esperanza las palabras sanadoras del libro Ciencia y Salud, y poco a poco empezó a reponerse. A la semana, pudimos viajar a nuestra casa en Cuernavaca y un mes después él estaba totalmente restablecido.
Su recuperación fue tan sorprendente que un día vino a visitarlo su hermana desde la Ciudad de México, que no conocía la Ciencia Cristiana, y al verlo quedó muy impresionada porque no podía creer que se hubiera sanado.
Después de eso, mi papá vivió feliz muchos años más, y cuando cumplió 80 se fue manejando su automóvil con mi mamá desde México a Chiapas, muy felices los dos.
Son maravillosas las bellezas que nos revela la Ciencia Cristiana y que nos permiten tener una vida Ilena de gozo y salud, y compartirla con todos los demás.
Cuernavaca, México