Hace unos años, teníamos un pequeño negocio de artículos escolares, muy convenientemente ubicado frente a una escuela primaria.
Un día lunes, al abrir el negocio, comprobamos que faltaba gran parte de la mercadería. Esto nos sorprendió, considerando que ese fin de semana lo habíamos dejado bien surtido.
Con el estudio de la Ciencia Cristiana había aprendido que el hombre creado por Dios no puede caer de su estado de perfección espiritual y me negué a aceptar que pudiera ser menos que honrado y bueno. Este entendimiento me ayudó a mantenerme optimista y me dio ánimos para guardar en mi pensamiento que el hombre como emanación del Espíritu, no puede perder nada, a pesar de los comentarios, sospechas e indagaciones que me rodeaban.
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