Hace poco leí varias historias sobrecogedoras. Entre ellas, la historia de un hombre que asesinó a su hermano por celos; de amenazas terroristas; del recrudecimiento de una guerra y de un gobernante que contrató a un asesino para deshacerse del marido de una mujer que él quería para sí mismo.
En caso de que usted no haya leído estas mismas historias, quiero que sepa que las encontré en la Biblia. Es increíble cómo se asemejan estos relatos a lo que sucede hoy en el mundo ¿no es cierto? Pero, la verdad es que no hay nada de nuevo en lo que se refiere a la violencia global.
Al leer la Biblia también encontré este pasaje que me recordó que esta ola de violencia no se ha desatado recientemente: “Y no desmaye vuestro corazón, ni temáis a causa del rumor que se oirá por la tierra; en un año vendrá el rumor, y después en otro año rumor, y habrá violencia en la tierra, dominador contra dominador”. Jeremías 51:46. La violencia y los rumores de violencia parecen formar parte de la historia del hombre mortal desde el comienzo. ¿Pero hemos de aceptar esto como inevitable?
¿Qué ha hecho que la violencia global haya monopolizado hoy las noticias, como si se acabara de descubrir? La palabra global es relativamente nueva en nuestro vocabulario, no obstante, sigue siendo esencial para los habitantes de este planeta, y por muy buenas razones.
Cuando yo era niña, la radio no era tan común y la televisión era simplemente un proyecto. Vivíamos en un pequeño pueblo, de modo que la mejor manera de mantenerse informado era suscribiéndose al diario de la ciudad más cercana. Allí uno se enteraba de lo que ocurría en nuestro país, y había una breve columna reconociendo la existencia de otros países, lo que significaba principalmente Inglaterra y el resto de Europa.
Pensábamos que Asia era Japón o China, y luego, claro, había un lugar muy remoto Ilamado India. Respecto a África, el rótulo de "Continente Negro" no se refería a la raza, sino al hecho de que nadie sabía con exactitud lo que estaba ocurriendo allí. De pronto nos enterábamos de que se había producido alguna acción bélica o incursión limítrofe, pero para cuando recibíamos las noticias, a menudo ya se había Ilegado a un acuerdo o producido un cambio que había calmado los ánimos. Para la mayoría de la gente, el mundo era todavía muy distante. De hecho, un lugar en el exterior era algo que estaba “allá afuera” y que nada tenía que ver con “nosotros”.
El mundo que yo conocía estaba formado por continentes y hemisferios, latitudes y longitudes, una enorme cantidad de tierra empequeñecida por grandes expansiones de océanos. Había diversidad de pueblos y culturas, religiones y lenguas, razas y civilizaciones, en un mundo conocido sólo por pocos.
¡Piense en cuántos siglos prevaleció ese concepto! Hoy, cuando hablamos de las explosiones ocurridas en el sistema subterráneo de Londres en el 2005, nos damos cuenta de que muchos hemos estado en esa ciudad. Incluso cuando escuchamos de un ataque terrorista en Argelia, una insurrección en Kenya o de un asesinato en Pakistán, esos países ya no son extraños para nosotros. Usted (o alguien que usted conoce) ha estado allí. Y en el ciberespacio no hay límite en las opciones de viaje que podemos tener. Con el movimiento instantáneo de palabras, fotografías y videos por todo el mundo, los océanos ya no nos separan. Con un simple clic de su computadora usted está donde sea que quiera estar.
Los pasajeros de una aerolínea se duermen al salir de la ciudad de Seattle y se despiertan en Tokio para ver que, a pesar de la diferencia de idiomas, siguen sintiéndose como en “familia”. Yo he viajado mucho y puedo decir con toda sinceridad que dondequiera que he estado muchos me han ayudado, han sido amables, me han brindado su hospitalidad y expresado mucho amor. No hay nada de extraño en eso. Yo diría que es como encontrarse con otros de la familia.
La violencia global es lo opuesto a lo que la palabra familia representa. Familia es otra palabra para hogar. Éste no está confinado a un lugar donde un grupo de personas intenta ponerse de acuerdo en todo, ¡que es lo que hace una familia! El hogar es, más bien, donde la individualidad de una persona es respetada y reconocida. Es esa atmósfera que ofrece amor y devoción, apoyo y paciencia, consuelo y esperanza... y paz. Entonces es natural que la familia global concentre sus esfuerzos no en la violencia del mundo, sino en lograr la paz global.
Con demasiada frecuencia pensamos que la paz es algo que se produce después de un conflicto. Para algunos puede ser cuando la fricción y la frustración han dado paso a la resolución. O, a nivel mundial, cuando terminan los combates o las rebeliones y nos enteramos de que se ha restaurado la calma.
No obstante, contrario a esas opiniones tan comúnmente aceptadas, una perspectiva espiritual de la paz nos ayuda a percibir que no se trata de un estado que resulta después de un conflicto. La paz está allí primero, siempre ha estado y siempre estará, intacta; no puede ser tocada por la disonancia o el conflicto de ninguna clase. La paz es la ley espiritual de la armonía en acción.
La misión de Cristo Jesús entrañaba amor y perdón. Él trajo al mundo un concepto puro de la paz que viene cuando se conoce y reconoce que un Padre-Madre Dios es la fuente de la justicia; de las leyes de amor y paz. Y la ley espiritual es fundamental para la realidad. La ley verdadera no es una invención humana. Es la realidad de la vida. Es porque es.
Cuando un niño golpea las teclas de un piano hace ruido. Cuando ese mismo niño aprende la ley de la armonía, esas mismas teclas producen la belleza, alegría e inspiración de la naturaleza infinita de la música. La ley de la armonía siempre ha estado allí, sin limitaciones ni restricciones.
El terrorismo y la violencia no “pertenecen” ni representan repentinamente a la familia global. Lo que ocurre es que ahora todos tomamos consciencia de lo que sucede cuando algunos miembros de la familia global tienen que enfrentar las consecuencias de las acciones de individuos o naciones que han asumido el derecho de controlar a los demás.
Ahora bien, ¿cómo puede este nuevo concepto de familia contribuir a superar lo que parece ser una violencia inevitable? En los Estados Unidos las historias más importantes en casi todas las noticias nacionales comienzan con cierto tipo de violencia. Mientras que en las noticias locales a menudo se habla de tragedias familiares y actos de delincuencia. ¿Es necesario escuchar esas cosas? ¿O de no hacerlo seremos culpables de lo que el profeta Jeremías dijo que había hecho la gente de su época: “Han curado la herida de la hija de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz”? Jeremías 6:14, según la versión King James.
La ley de la armonia siempre ha estado allí, sin limitaciones ni restricciones.
Debemos estar alertas a las necesidades de nuestro prójimo, ya sea que nuestro propio hijo o toda una cultura estén amenazados. No ignoramos ni debemos ignorar estos incidentes por negligencia y falta de sensibilidad. La compasión es un instinto natural dentro de la familia mundial. Y en lugar de escandalizarnos y sentirnos impresionados por las noticias de que “no hay paz”, debemos sentir de inmediato verdadera compasión, que es la respuesta que surge de manera natural porque parte de un amor totalmente desinteresado. Esto puede Ilevar a que se realice algún acto humanitario o, cuando no es práctico, a que se reconozca conscientemente el poder que tiene la oración en todo momento y bajo toda circunstancia. Como dice un himno “...en nuestras luchas Dios está aun sin poderle ver”. Frederick W. Faber, Himnario de la Ciencia Cristiana Nº 86.
¿Cuántas veces hemos visto la instantánea y generosa ayuda de individuos y naciones cuando se produce un desastre? Estas acciones espontáneas son prueba de que nuestra familia global está alerta para actuar de inmediato y reconocer la presencia de la paz allí mismo donde trata de reinar el caos. No tenemos que Ilevar la paz al conflicto. Más bien, podemos sanar el conflicto con el poder de la paz de Dios que está allí "siempre presente".
Si se leyera la Biblia con la vista puesta en toda la corrupción, el engaño y la violencia que se encuentran en sus páginas, muy difícilmente sería un libro cuyas ventas superan hoy grandemente todo lo que se haya escrito jamás. La fundadora de esta revista, Mary Baker Eddy, eligió las siguientes palabras como primer artículo de fe para aquellos cristianos que reconocen que su descubrimiento es el Consolador que Jesús prometió: “Como adherentes de la Verdad, aceptamos la Palabra inspirada de la Biblia como nuestra guía suficiente hacia la Vida eterna”. Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 497.
Fue necesaria la comprensión inspirada de la Palabra de Dios para poner los dos relatos de la creación en el contexto adecuado. El primer capítulo del Génesis cuenta la creación del hombre y de la mujer a imagen y semejanza de Dios, divinos, expresando sólo el bien. En esta creación no se menciona la violencia ni el mal de ninguna forma, ni pecado, enfermedad ni siquiera la muerte.
Es necesario tener fe en el poder de Dios para destruir las maquinaciones del mal.
Los capítulos 2 al 4 del Génesis presentan una alegoría de la creación material con el fin de poner al descubierto su inherente confusión y falta de coherencia. Una serpiente mitológica parlante tienta a la mujer, quien a su vez tienta al hombre, y ambos terminan desapareciendo y produciendo hijos de la desobediencia, uno de los cuales comete el primer asesinato. Pero, con el tiempo, la verdadera familia del hombre comienza a surgir. La rectitud y la obediencia les permitían a las personas—profetas, algunos soberanos, mucha gente común— reconocer el poder de un Padre-Madre Dios afectuoso. A través de miles de años, esos miembros de la familia tomaron la firme decisión de apoyar el derecho que tiene la humanidad de vivir en paz. Véase Hebreos capítulo 11.
Mary Baker Eddy escribe: “Bien puede el sentido humano maravillarse de la discordancia, mientras que para un sentido más divino, la armonía es lo real y la discordancia lo irreal. Bien podemos asombrarnos del pecado, la enfermedad y la muerte. Bien podemos estar perplejos ante el temor humano, y aún más consternados ante el odio, que levanta su cabeza de hidra y muestra sus cuernos en las muchas maquinaciones del mal. Pero ¿por qué quedarnos horrorizados ante la nada?” Ciencia y Salud, pág. 563. Cuando hablo y oro con amigos de Kenya y otras problemáticas zonas del mundo, estoy siempre consciente del ejemplo que dieron aquellas personas en épocas bíblicas que tenían fe en el poder de Dios para destruir las “muchas maquinaciones” del mal y revelar Su paz inalterable. También me siento reconfortada al escuchar acerca de la contribución que están haciendo tantas personas al reconocer lo inútil que es la violencia, y el efecto sanador y práctico que tiene la oración en pro de la paz.
La capacidad de silenciar los desafíos que plantea la violencia en todas sus formas, es el bondadoso don que cada uno de nosotros ha recibido. La violencia global pierde su alarmante amenaza a medida que sentimos la tranquilidad y la expectativa que la paz universal de Dios ofrece.