Mi vida cambió al conocer la Ciencia Cristiana hace dos años, cuando un amigo me habló de Ciencia y Salud. Gracias a la lectura del libro, comencé a resolver mis problemas y tuve muchas bendiciones.
En aquella época, yo tenía un problema grave en la garganta, que se agudizaba cuando comía alimentos con preservadores y aceite. Había consultado con muchos médicos y tomado medicamentos, pero el alivio siempre era temporal. También sufría de depresión debido a mi pasado. Cuando estaba en quinto grado, tuve un accidente en la escuela. Al bajar del autobús, me atropelló un automóvil y tuve que estar muchos días en la sala de emergencia del hospital. Me volví muy tímida, pues tuve varias heridas en la cara que me hacían sentir vergüenza, incluso había perdido algunos dientes delanteros. A consecuencia de esto, cuando Ilegué a la edad de conducir, le tenía mucho miedo a los accidentes.
Otra razón para esta depresión era mi relación con mi familia. Soy adoptada (cosa que he sabido desde el principio), y siempre había sentido que tenía dos madres y dos padres —un par de padres que me amaba mucho, y otro que me odiaba mucho. Cuando mi madre me dio a luz, yo era su quinta hija. Mis padres biológicos no tenían ningún varón (los hijos varones son muy importantes para las familias de la India, porque se supone que ellos cuidan de sus padres cuando son viejos), así que cuando tenía 12 días de vida, me entregaron a mi tío —el hermano mayor de mi padre— y su esposa, quienes vivían cerca, a cambio del más joven de sus cuatro hijos varones. Después que fui a vivir con mi tía y mi tío, ellos me adoptaron, así que yo digo que son mis padres. Aunque yo sabía que ellos me amaban, sentía que en realidad nadie me quería. Pensaba: ¿Qué propósito tiene mi vida? ¿Por qué estoy viviendo? No soy necesaria.
La depresión Ilegó a su punto culminante cuando tuve un malentendido con un amigo cercano. Mi carácter ultra sensible y falta de propósito en la vida, me quitaron todo deseo de vivir. Por eso traté de suicidarme tomando más de 40 pastillas para dormir. Pero, sobreviví.
Me acababa de mudar a una nueva zona de Chandigarh con mi familia, cuando un muchacho vecino, que vio cuánto sufría, me pidió que fuera con él a un servicio dominical de la Sociedad de la Ciencia Cristiana, y acepté. Nací y fui criada dentro de una familia hindú, y había aprendido muchas historias en el Ramayana (escritura hindú), pero no tenía idea de las enseñanzas de la Biblia. En la escuela había leído algunas líneas del Sermón del Monte en mi libro de literatura inglesa. Recuerdo que realmente me conmovió, y despertó mi curiosidad sobre las enseñanzas de Jesús.
Cuando fuimos a la Sociedad de la Ciencia Cristiana mi amigo me presentó a su maestra de la Escuela Dominical, que es practicista de la Ciencia Cristiana. Recuerdo que le hice muchísimas preguntas: "¿Por qué vivimos?" "¿Por qué tenemos esta vida?" Ella me respondió con mucha tranquilidad y paciencia. Aclaró todas las dudas que yo tenía.
Entonces decidí asistir a los servicios dominicales con regularidad. También le pedí ayuda a la practicista. Ella estuvo de acuerdo en orar por mí, y me explicó cómo podía orar por mí misma. No fue fácil, pero persistí por todo el amor que ella me expresaba. Me dijo que el pasado no me pertenece porque forma parte del sueño de la historia mortal. Que en realidad, tengo una sola historia y es espiritual, y que en esa historia un accidente—algo que Dios jamás causa ni conoce— nunca puede existir. Todos estamos siempre a salvo en el amor de Dios. Ahora me siento muy segura para conducir. Aunque no tengo auto propio, manejo una motocicleta y salgo a pasear en automóvil por las montañas, sin ningún temor, con mis hermanos y amigos.
Gracias a la Ciencia Cristiana, también siento que tengo un propósito en la vida. Lo más importante es que percibí que soy hija de Dios y que Él tiene un plan bueno para cada uno de nosotros. Yo sólo necesito seguir ese plan y hacer Su voluntad. Ése es mi propósito en la vida. La practicista me ayudó a comprender que mi verdadero padre y madre es mi Padre-Madre Dios. Ahora entiendo que no tengo varios padres y madres, con diferentes opiniones y sentimientos. Sólo tengo una relación y es con Dios. ¡Esto me ha hecho muy feliz!
Al mes de ir a ese primer servicio, sané por completo de la depresión y expresé mi gratitud por esa curación durante el servicio de Acción de Gracias de la Sociedad, en noviembre. Para entonces ya tenía suficiente fe en Dios como para apoyarme en Él por completo para sanar el problema en la garganta. Para comenzar mis oraciones, la practicista me dio este pasaje de Ciencia y Salud: “Jesús jamás enseñó que los medicamentos, el alimento, el aire y el ejercicio podían dar salud a un hombre, o que podían destruir la vida humana; tampoco ilustró tales errores en su práctica. Él atribuía la armonía del hombre a la Mente y no a la materia, y jamás intentó anular la sentencia de Dios, la cual selló la condenación divina contra el pecado, la enfermedad y la muerte”. Ciencia y Salud, pág. 232.
La practicista me explicó que dado que Dios tiene todo el poder, los alimentos no pueden tener ningún poder, tengan preservadores o no. Con su ayuda, también empecé a comprender que el hombre (el término genérico que también incluye a la mujer) es puramente espiritual, y que la materia no puede dominar nuestro ser espiritual. Aferrándome a esta verdad, después de unos días me di cuenta de que la garganta ya no me dolía. Ahora no tengo más miedo a los preservadores que hay en los alimentos. ¡Qué liberación!
Después de unos meses, me alegré mucho cuando mi amigo me preguntó si quería acompañarlo a una conferencia de la Ciencia Cristiana. El tema era “La curación es tu derecho de nacimiento”, y fortaleció mi confianza en que en la Iglesia de Cristo, Científico, no sólo se explora qué es la vida, sino que también se sana todo tipo de problemas confiando en Dios. Después de la conferencia comencé a estudiar la Ciencia Cristiana con más dedicación.
Un miércoles les pregunté a mis amigos de la clase de violín si querían acompañarme esa noche a la reunión de testimonios de la Sociedad. Tres de nosotros fuimos con nuestros violines en mano, y disfrutamos de los relatos de curación que compartió la gente. Después de la reunión, la Primera Lectora me preguntó si me gustaría tocar el violín en los servicios dominicales, ya que no había organista. Yo le dije que sí de inmediato. Ella obtuvo la aprobación de la Comisión Directiva de la Sociedad, y durante el último año he estado tocando el violín todos los domingos. Las sesiones de práctica con los dos lectores y la solista están Ilenas de inspiración, amor y alegría.
Pero esto no es todo el bien que recibí de Dios. Ahora mi relación con mis padres biológicos y mis padres adoptivos y sus hijos (mis “hermanos”) es muy armoniosa. Esto fue el resultado de la oración constante, que poco a poco cambió mi manera de pensar sobre mi familia. Ahora los veo a todos ellos como reflejos de mi Padre-Madre Dios, quien no puede ser menos que amoroso. Empecé a disfrutar de la vida y a esperar cada vez menos de las relaciones humanas. Hace poco, me encontré con mi madre biológica en una reunión familiar y me sentí inspirada a abrazarla, y ella respondió, aunque en el pasado no habría sido así.
De la misma manera, yo pensaba que mi madre adoptiva no se divertía conmigo. Pero el año pasado nos fuimos todos de picnic y cuando los asientos dobles en las hamacas estaban Ilenos de sobrinos y sobrinas, mi madre adoptiva se ofreció a sentarse conmigo en la hamaca para hacerme compañía, y esto me hizo derramar lágrimas de alegría. Ahora somos buenas amigas. Mis hermanos y cuñadas también responden a mi afecto.
Las verdades que aprendo con las Lecciones Bíblicas, así como los inspirados artículos que leo en spirituality.com, [y que usted querido lector puede leer en elheraldocc.com] me ayudan a superar las creencias tan arraigadas en mi cultura, como es el poder de las estrellas para gobernar nuestras vidas. También he aprendido a superar la naturaleza ultra sensible que tenía y la tendencia a preocuparme por lo que piensa la gente.
Hoy veo el mundo con otros ojos, y estoy profundamente agradecida a Dios por este renacimiento espiritual.