Cuando estudié economía en la universidad, aprendí acerca de los conceptos básicos de los mercados financieros cuando responden a la oferta y la demanda.
Una de las formas de aumentar la acción económica era aumentar la demanda de productos y servicios, lo cual servía para estimular la oferta. ¿Pero qué ocurre cuando la demanda es artificial? Toda economía estable con crecimiento constante es el resultado de una demanda real que estimula correctamente la oferta y, por ende, produce un bienestar económico a largo plazo.
La verdadera demanda puede que no se mida por la cantidad de unidades que se vendan o los contratos que se firmen. El empuje artificial para crear demanda, sin tener en cuenta la habilidad que tiene el cliente para pagar, es uno de los factores que ha contribuido a la caótica situación hipotecaria que enfrentamos actualmente. Limitar la oferta o acaparar productos puede inflar los precios mucho más allá del verdadero valor de los mismos.
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