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Podemos invertir las condiciones degenerativas

Del número de enero de 2010 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Actualmente en las noticias se habla con frecuencia de situaciones que tienden a degenerarse, ¿Quién no se ha sentido conmocionado por los titulares que hablan de la degeneración del flujo de créditos en los mercados financieros mundiales, o de las campañas políticas que han degenerado en ataques personales? Asimismo, se escucha acerca de las tan publicitadas historias de la tendencia que tiene el cuerpo a degenerarse y su vulnerabilidad a las condiciones debilitantes.

El ámbito médico define la enfermedad degenerativa como una condición que resulta en la pérdida progresiva de las funciones del cuerpo, caracterizada por el deterioro de células, órganos y sistemas. Desde la artritis hasta la "Z" en el catálogo de las condiciones degenerativas, se dice que el número de personas que sufre de tales condiciones va en aumento.

Pero piense un momentito. ¿No tienen estos cuadros mentales de cuerpos y sistemas sociales en declinación algo fundamental en común? ¿No se basa esta noción de inevitable degeneración en la premisa de un modelo material de vida y de sociedad? En lo referente a la opinión generalmente aceptada acerca de la vida—de lo que nos constituye y de cómo funcionan los sistemas—bien puede que estemos en el equivalente contemporáneo del mundo anterior a Copérnico.

Copérnico revolucionó la ciencia de la astronomía al cambiar radicalmente el punto de vista que tenía la humanidad acerca de la relación entre la tierra y el sol. La Ciencia Cristiana—en su significado divino y en su práctica—está produciendo un cambio aún más radical y completo en la comprensión que tiene el público acerca de la relación que existe entre Dios y la creación. La consciencia humana apenas ha comenzado a abordar la proposición de que no estamos hechos de materia ni a nivel micro ni macroscópico. Es decir, que la naturaleza esencial de nosotros y el universo es idea, y que nuestra fuente no es la mente humana, sino la Mente divina.

El hecho de ser una idea espiritual tiene profundas implicaciones. Las ideas no se deterioran, no se gastan ni mueren. Después de todo, el número 1 es y siempre será el mismo. A pesar de haber sido usado considerablemente durante miles de años, el número uno no ha degenerado en algo menor, no ha declinado en valor, y no ha perdido nada de su significado, sustancia, propósito o singularidad. Aunque esté envuelto en un error de cálculo—como en 1+1=3—la verdad e integridad del número 1 no cambia. Las ideas numéricas son definidas e invariables y, desde una perspectiva espiritual, podemos agregar que son eternas.

Y así es usted. Así es cada mujer, hombre y niño. Para el Dios bondadoso que nos dio origen, cada uno de nosotros es una idea única compuesta de atributos espirituales. Éste no es un concepto nuevo. Es tan antiguo como el primer relato de la creación en la Biblia, que habla del varón y la hembra que hizo Dios como "imagen" y "semejanza".Véase Génesis 1. Es verdad, la imagen de un dios con forma de hombre sería una personalidad material y limitada por el tiempo, tan solo una versión inferior de una deidad inferior.

No obstante, si usted cambia su concepto de un dios que es como un anciano con barba al Dios que es Espíritu o Mente divina e infinita y creadora de todo—tal como Mary Baker Eddy fue guiada a hacerlo en su búsqueda de toda una vida hace más de un siglo—usted también tendrá que cambiar su concepto acerca de la creación de Dios.

Como escribió M. B. Eddy con notable lógica en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: "La semejanza del Espíritu no puede ser tan desemejante al Espíritu". Por ser la imagen de la Mente infinita, debemos ser ideas inteligentes, igualmente infinitas y espirituales. Al responder a la pregunta: "¿Qué es el hombre?" ella concluyó: "Es la compuesta idea de Dios e incluye todas las ideas correctas..."Ciencia y Salud, pág. 475.

La Ciencia Cristiana se vuelve a Cristo Jesús como el modelo de vida revelador y radicalmente diferente. Ciencia y Salud llama a Jesús "el hombre más científico que jamás anduvo por la tierra";ibíd, pág. 313. no obstante, todos los descubrimientos de la biofísica y la química orgánica vendrían siglos después de su época. La verdad científica que él conocía y vivió—la Ciencia del Cristo—no era un producto de la invención o el conocimiento humano. Jesús practicó las leyes del Espíritu y la existencia espiritual.

El Evangelio según Lucas dice que Jesús se movía "en el poder del Espíritu",Lucas 4:14. o bajo la ley suprema del Espíritu. Su comprensión de la ley divina le permitió sanar afecciones degenerativas—entre ellas, ceguera, hemorragia, parálisis y enfermedades mentales—así como salvar a personas que estaban perdidas en la degeneración moral. Jesús invirtió la maldición antigua de degeneración en todas sus formas.

No estamos hechos de materia ni a nivel microscópico ni macroscópico. El elemento esencial de nosotros y el universo es idea, y nuestra fuente no es la mente humana, sino la Mente divina.

Lo que el mundo llama "los milagros de Jesús" fueron instancias en las que el Cristo reveló a esas personas y a sus observadores, en cierta medida, la maravillosa verdad de la vida en Dios. Es decir, que la vida es en realidad espiritual y por naturaleza, sana, buena, llena de energía, constante.

Si usted consulta números anteriores de esta revista, encontrará testimonios verificados de graves condiciones degenerativas sanadas mediante la oración, entre ellas: artritis, enfermedad de Alzheimer, enfermedad cardíaca y degeneración de la vista.

Trate de leer Ciencia y Salud junto con la Biblia. Mire la vida y los sistemas de la vida a través de esta lente totalmente espiritual. Tal vez no todo el mundo esté preparado para aceptar que somos "la compuesta idea de Dios". Pero deje que el poder sanador de esta verdad se exprese, y se hará oír y sentir.

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