Actualmente en las noticias se habla con frecuencia de situaciones que tienden a degenerarse, ¿Quién no se ha sentido conmocionado por los titulares que hablan de la degeneración del flujo de créditos en los mercados financieros mundiales, o de las campañas políticas que han degenerado en ataques personales? Asimismo, se escucha acerca de las tan publicitadas historias de la tendencia que tiene el cuerpo a degenerarse y su vulnerabilidad a las condiciones debilitantes.
El ámbito médico define la enfermedad degenerativa como una condición que resulta en la pérdida progresiva de las funciones del cuerpo, caracterizada por el deterioro de células, órganos y sistemas. Desde la artritis hasta la "Z" en el catálogo de las condiciones degenerativas, se dice que el número de personas que sufre de tales condiciones va en aumento.
Pero piense un momentito. ¿No tienen estos cuadros mentales de cuerpos y sistemas sociales en declinación algo fundamental en común? ¿No se basa esta noción de inevitable degeneración en la premisa de un modelo material de vida y de sociedad? En lo referente a la opinión generalmente aceptada acerca de la vida—de lo que nos constituye y de cómo funcionan los sistemas—bien puede que estemos en el equivalente contemporáneo del mundo anterior a Copérnico.
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