Progreso". Una de sus definiciones incluye lo siguiente: "Moverse... hacia adelante... Y avanzar en conocimiento... habilidad".Webster's Dictionary, 1828. Esto es lo que el pensador y poeta inglés Herbert Read dice acerca del progreso: "El progreso se mide por... una más amplia y profunda aprehensión del significado y alcance de la existencia humana". Y se dice que el escritor estadounidense Robert Louis Stevenson señaló: "La forma externa cambia. La esencia no cambia."
Estuve pensando últimamente en lo que significa el progreso y al hacerlo me ha ayudado elevar mentalmente el concepto del mismo poniéndolo en un contexto que esté fuera de toda medida humana, ya sea física, financiera o cronológica. Porque el verdadero progreso — el avance real y sustentable — es totalmente espiritual. El verdadero progreso no significa simplemente hacer hoy algo mejor que ayer, o dominar un nuevo conocimiento o habilidad. El progreso es, más bien, la acción de la ley del amor incondicional de Dios que nos gobierna, individual y colectivamente, en perfecta armonía y orden. Esta ley define y sostiene la verdad de lo que realmente somos, hacia dónde nos dirigimos, y nos muestra cuál es nuestro propósito.
A medida que alcanzamos ese potencial, nos elevamos más alto cada día en nuestra expresión de la Vida divina.
La base de todo avance real es el hecho invariable de que cada uno de nosotros, por ser la imagen y semejanza de Dios, refleja la Vida, la Mente y el Amor divinos. Por lo tanto, cada uno de nosotros tiene el derecho a estar sanamente activos y llenos de vitalidad, a tener un empleo que nos haga progresar; a tener seguridad económica, fortaleza, capacidad y oportunidades ilimitadas de avanzar momento a momento.
Sobre esta base de total reflexión espiritual — el punto de partida fundamental de la Ciencia Cristiana — ustedes y yo veremos que tenemos un potencial y un poder infinitos. A medida que nos volvemos conscientes de este potencial, nos elevamos cada día más en nuestra expresión de la Vida divina. Encontramos que en realidad no hay retroceso, interrupción ni inhabilitación en la constante actividad espiritual que es inherente a la Mente creadora y, por ende, a nosotros. El verdadero progreso es impulsado por Dios. Es el resultado natural de la expresión de Sí mismo.
¿De qué manera, entonces, podemos enfrentar los sentimientos de impotencia y dolor que con frecuencia nos empujan hacia la duda, el temor, incluso la derrota? He encontrado que recurrir a Dios a diario en oración vuelve mi atención a la verdad dinámica de que el progreso es la ley de Dios, y que nuestra parte en el cumplimiento de esta ley dista mucho de ser pasiva. Requiere de nuestra activa participación. Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy lo plantea de esta forma: "Cada día nos exige pruebas más convincentes y no meras profesiones de poder cristiano. Esas pruebas consisten únicamente en la destrucción del pecado, la enfermedad y la muerte por el poder del Espíritu, como Jesús los destruía. Ése es un elemento de progreso, y el progreso es la ley de Dios, cuya ley nos exige sólo lo que podemos cumplir con seguridad".Ciencia y Salud, pág. 233.
"Sacudir el nido" — aprender a volar
Hace poco, encontré una descripción de cómo el águila hace su nido poniendo primero espinas, ramas rotas y piedras toscas. Luego forra el nido con una gruesa capa de musgo, hojas o pasto, haciéndolo suave y confortable para poner los huevos. Cuando la cría alcanza la edad de volar, la comodidad del nido y el lujo de ser alimentados hace que sean reacios a irse. Es entonces cuando la madre águila comienza a "sacudir el nido". Levanta la suave alfombra, haciendo que las agudas espinas y las ramas salgan a relucir. Con el tiempo, el nido se vuelve muy incómodo para las jóvenes águilas. Esto, sumado a los apremios de su madre, impulsa a los pequeños a dejar su "zona de confort", y cumplir con las demandas de su nueva vida. La madre sabe que su cría está lista para volar, y la apoya cuando extiende sus alas para remontarse hacia el horizonte dejando el nido atrás.
Esta analogía no implica que Dios nos empuje para que enfrentemos situaciones dolorosas o peligrosas, fuera del "nido" que tiene a Su cuidado. Más bien, la benigna ley de progreso de Dios impulsa y sostiene nuestras propias pruebas de curación diarias porque estas pruebas son las que ya estamos preparados para cumplir con certeza. La certeza espiritual entraña convicción y confianza en Dios como la Verdad misma. Y la Verdad implica inmediatez, expresión instantánea. No tenemos que esperar a que la Verdad del ser espiritual sea verdad. Simplemente es verdad, aquí y ahora.
En la curación por la Ciencia Cristiana, puede que a veces sintamos que aunque hemos venido orando por largo tiempo por algún problema, no vemos todavía mejoría alguna, ya sea en el cuerpo, en una relación, en el comportamiento u otra situación. Esta demora puede llevarnos involuntariamente hacia una "zona de confort" en la que aceptamos sin cuestionar que algo es crónico o imposible, incluso que está más allá del alcance de la oración. En casos así, es importante recordar que todo progreso verdadero en la curación es espiritual, no físico. La curación se produce en el pensamiento consciente a medida que nos mantenemos firmes y espiritualmente expectantes, como afirma Ciencia y Salud: "Son consecuentes quienes, velando y orando, pueden 'correr, y no cansarse;...caminar, y no fatigarse', que logran el bien rápidamente y mantienen su posición, o que lo obtienen lentamente y no se rinden al desaliento".ibíd., pág. 254.
Los aparentes estados opuestos al bien, entre ellos la pérdida o falta de recursos y la depresión, se anuncian actualmente en grandes y ostentosos titulares. Muchos han perdido sus empleos, sus casas y sus inversiones durante la actual situación económica. Muchos han sido obligados a salir de su zona de confort y tenido que extender sus alas mucho más de lo que creían posible. En el curso de mi carrera, he cambiado de trabajo varias veces, no siempre con mansedumbre, y no siempre por decisión propia. No obstante, en esas transiciones aprendí importantes lecciones, al venirme ideas poderosas y sanadoras que me ayudaron a superar el desaliento y la duda. Entre estas lecciones, aprendí que mi prosperidad y mi progreso no dependían de otras personas ni de factores externos, sino que eran mi rica herencia espiritual como amado hijo de Dios. Invariablemente, a medida que fui creciendo mentalmente, se fueron abriendo nuevas y más avanzadas oportunidades.
La bondad y la vitalidad nunca disminuyen
Aceptar que nuestro curso espiritual se dirige siempre hacia arriba, nos libera de pensar que la bondad y la vitalidad disminuyen con el tiempo. Tener un enfoque espiritual elevado desafía la sugestión que afirma: "Ya no puedo hacer las cosas como antes". Al progresar diariamente ganando nuevas vistas mentales y espirituales, avanzaremos apartándonos de la forma en que solíamos vivir, actuar y pensar. Encontraremos que estamos avanzando hacia una forma de ver la vida que es espiritualmente más firme y profunda. No deberíamos estar haciendo las cosas como las hacíamos antes, deberíamos hacerlas mejor.
Recuerdo una situación que me demostró la verdad del progreso espiritual. Cuando estaba en el bachillerato tomé lecciones de guitarra, y progresé rápidamente. Hasta toqué por un tiempo con amigos en una pequeña orquesta de jazz. No obstante, después de la universidad, dejé de lado la guitarra. Pero cuando volví a tomar clases hace unos años — aunque no había tocado la guitarra por casi tres décadas — pronto descubrí que no había olvidado lo que aprendí. Lo que más me ayudó fue darme cuenta de que, puesto que la música, como expresión espiritual, no se degrada, mi desempeño tampoco, sino que debe ser una actividad espiritual, siempre nuevo y alegre. Muy pronto estaba tocando mejor que nunca. No tuve necesidad de volver a aprender escalas, acordes ni cómo afinar el instrumento. Mi conocimiento no sólo estaba todo allí, sino que se ha elevado a un nivel totalmente nuevo.
Cada día es una nueva oportunidad para que nos demos cuenta de que nuestra vida está gobernada y sostenida por la ley de progreso de Dios. Él nos ha dado vida eterna, y esta vida incluye sólo el bien, sólo lo mejor. Lo mejor nunca se degrada a un nivel inferior ni disminuye su vitalidad. A medida que recurrimos a las fuentes constantes del Amor, la Vida y la Mente divinas, podemos responder a cualquier exigencia con creciente confianza, expresión y habilidad. Veremos que nuestra vida está siempre avanzando, progresando, moviéndose hacia delante, aquí, ahora y para siempre.