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La resurrección en la era moderna

Del número de marzo de 2010 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Al escuchar las noticias sobre la corrupción a nivel estatal y empresarial, el odio de años que existe entre los pueblos, o el sufrimiento por el que pasan las familias a causa del desempleo, quizás muchos lleguen a preguntarse qué está ocurriendo en el mundo. ¿Puede acaso ser todo esto el producto de una mente colectiva, negativa, corrupta y contenciosa?

En el libro Ciencia y Salud Mary Baker Eddy ofrece su interpretación de la palabra Mente como sinónimo de Dios, y la define como "El único Yo, ... el Dios único; ... de quien el hombre es la expresión plena y perfecta".Ciencia y Salud, pág. 591. También define al hombre como "idea, la imagen del Amor".ibíd., pág. 475. Estas definiciones ciertamente nos llevan a cuestionar, en lugar de aceptar ciegamente, la teoría de que tan solo una pequeña parte de la humanidad se rige por preceptos morales, éticos y espirituales, mientras que los demás actúan de manera perversa y muchas veces depravada porque no lo pueden evitar. Todos tenemos la capacidad de negarnos a aceptar un pensamiento conformista y todos podemos alcanzar un concepto más elevado de lo que somos.

En otro de sus escritos, la Sra. Eddy nos brinda la certeza de que la gracia de Dios está al alcance de todos Sus hijos, pues afirma: "El propósito del Amor divino es el de resucitar el entendimiento, y el reino de Dios, el reino de la armonía ya dentro de nosotros". Y más adelante agrega: "Renunciad al yo para bendeciros los unos a los otros, así como Dios os ha bendecido a vosotros".Escritos Misceláneos, págs. 154–155. Esa renuncia diaria al yo humano nos permite resucitar en nosotros las cualidades del Cristo, que eliminan las tensiones y el mal. Entonces comprendemos, con gozo sin límites, que ésta es la verdadera resurrección contemporánea.

Recuerdo que una amiga Científica Cristiana muy querida me decía: "Considero que los desafíos que surgen en mi vida son oportunidades para que ponga en práctica lo que sé acerca del Cristo".

Estas palabras estuvieron muy presentes en mi pensamiento en una ocasión en que sentí un dolor muy fuerte en el brazo izquierdo, al tiempo que perdía rápidamente la movilidad. Mis familiares se alarmaron un poco cuando se dieron cuenta de que sólo podía mover el brazo derecho. Yo los tranquilicé, sabiendo que todos me apoyarían con la oración.

Como esa condición era muy visible, noté que despertaba curiosidad. No obstante, yo sentía que la presencia del Cristo me tranquilizaba cada vez que me preguntaban acerca del problema.

La gracia de Dios se manifestó en mí de una manera maravillosa, pues me di cuenta de que no tenía miedo. Mi pensamiento estaba firme y despreocupado, a pesar de la condición física. Yo sabía que mi familia me necesitaba y que mi Padre, Dios, estaba actuando. A pesar de tener dificultad para mover el brazo, no interrumpí mis actividades diarias. En verdad, mi principal tarea era elevar el pensamiento hasta que brillara con los mismos matices del Cristo.

Oré durante casi un mes, reconociendo que, por ser el reflejo de Dios, yo sólo podía expresar lo que Él es. Al mismo tiempo, negaba mentalmente los síntomas. La curación se produjo por la acción del Cristo que hizo que mi pensamiento ascendiera del foso de los temores y opiniones humanas, a una recuperación física y mental.

Para mí, esa fue una prueba y un aprendizaje: sólo necesitamos a Dios para sanar y para obtener la curación. Dios cuida de todos y ¡eso es más que suficiente!

La humanidad, indudablemente, se halla ante una encrucijada. Uno de los caminos lleva a la esclavitud que significa someterse a los sentidos físicos; el otro, hacia la libertad del Espíritu. Mientras tanto, la propuesta de elevarse por encima de los sentidos físicos gana fuerza cuando el pensamiento busca la verdadera ascensión, o sea, cuando reconocemos la verdadera creación divina.

Al leer la Biblia, percibo la importancia que tuvieron los huertos. El huerto del Edén, donde comienza la creación mortal, y el huerto de Getsemaní, donde Cristo Jesús, quien mejor representó al hombre hecho a imagen de Dios, en santa obediencia se preparó, entre la angustia y el dolor, para demostrar al mundo que la renuncia al yo humano era la antesala de la resurrección.

Hoy, parece que parte de la humanidad todavía habita en el huerto del Edén, o sea, alimenta en el pensamiento placeres y deleites que denotan profundo interés en todo aquello que satisface los sentidos. Pero, también hay personas que pasan por duras y agresivas experiencias y sienten la necesidad de decir: "Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa ...", y de caer mentalmente de rodillas para apenas balbucir: "... mas no lo que yo quiero, sino lo que tú".Véase Marcos 14:36. Este acto de obediencia es lo que produce la resurrección del pensamiento e ilumina a todos con las cualidades del Cristo.

Nada, puede entorpecer el desarrollo de la Ciencia Cristiana, el Consolador que Jesús prometió, así como nada pudo detener la misión de Cristo Jesús hace dos mil años.

Mary Baker Eddy define Getsemaní como: "Angustia paciente; lo humano sometiéndose a lo divino ..."Ciencia y Salud, pág. 586. Esta palabra deriva del arameo y significa "prensa de aceite", y se denomina así porque es un pequeño bosque de olivos donde existía una "prensa de aceite". Pensemos por un momento en cuán grande debe de haber sido la consagración de Jesús, al punto que "prensó" su voluntad para permitir que el "óleo bendito" se derramara sobre aquella multitud cuya intención era crucificar la idea-Cristo.

Hoy en día, el mundo entero está en el umbral de un Getsemaní universal. A través de grandes esfuerzos, la consciencia humana está siendo preparada para renunciar a las antiguas creencias mediante las ideas iluminadas de la Verdad que conducirán a la resurrección universal.

Al dejar el jardín del Edén para entrar al jardín de Getsemaní, la humanidad saldrá de la oscuridad de la mortalidad en dirección a la gloria de la realidad divina. Esa resurrección inevitable de la época moderna se produce gradualmente en todas las mentes y corazones receptivos a la Verdad.

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