Cuando mi hijo tenía un año, le diagnosticaron una hipersensibilidad bronquial. Me dijeron que le duraría, por lo menos, hasta los cinco años, y que tendría varias recaídas. Mi esposo y yo nos negamos a aceptar esto, y comenzamos a orar y a estudiar más a fondo el libro Ciencia y Salud para conocer mejor la identidad espiritual del niño. Insistimos en su inocencia, en su pureza, en la integridad innata que Dios le había dado y que no padío perder.
Me ayudó mucho esta cita: "Cuando la ilusión de enfermedad o de pecado os tiente, aferraos firmemente a Dios y Su idea. No permitáis que nada sino Su semejanza more en vuestro pensamiento" (pág. 495). Poco a poco, la salud del niño comenzó a mejorar hasta que, meses después, sanó por completo. Hoy tiene cinco años y no ha tenido ninguna recaída.
Realmente me impactó poder comprender y probar que el mal no es superior al amor de Dios. Yo siempre había sentido que no estamos aquí para sufrir, sino que tenemos el derecho de ser felices y tener buenas experiencias porque somos Sus hijos. Si bien a veces se manifiestan en nuestra familia síntomas de alguna enfermedad, los mismos desaparecen muy pronto cuando reconocemos el amor tan grande que Dios siente por todos nosotros.
Este cambio en el pensamiento ha beneficiado a mi hija también, y al resto de la familia que no se explica cómo es que nuestros niños nunca se enferman. Lo que ocurre es que Ciencia y Salud nos cambió la manera de ver las cosas, pues ya no las vemos con los ojos, sino con el corazón. Esto nos ayuda a tamizar, a procesar de otra manera lo que se nos presenta, y como resultado las situaciones cambian.
Este conocimiento espiritual también me ayuda en mi trabajo. Yo soy logopeda, terapeuta del lenguaje, así que cuando llegan a mi consulta pacientes con posibles patologías, oro para ver todo con los ojos de Dios, y la persona se recupera mucho más rápidamente. Los padres muchas veces llegan preocupados, y salen de la consulta serenos.
La Ciencia Cristiana cambió mi opinión acerca de Dios en el sentido de que ahora Lo comprendo, y comprendo Su palabra, las Escrituras. Yo nunca había aceptado que Dios pudiera enviar o permitir que sucedan cosas malas. Así que estuve muy agradecida al percibir que, efectivamente, Él no envía el mal, sino que somos nosotros los que al aceptar las sugestiones del pensamiento mortal, permitimos que el mal se presente en nuestra vida. Si bien yo siempre había sentido que Dios estaba conmigo, como que antes tenía una fe un poco ciega, y ahora en cambio tengo una fe basada en la comprensión espiritual.
Hace tres años, mi marido y yo tuvimos la oportunidad de comprobar estas verdades espirituales, superando una dificultad económica que estábamos enfrentando. Mi marido es artista, entonces decidimos preparar una exposición de sus trabajos. Debido a la crisis económica que se está sufriendo aquí en España, la gente comentaba que el arte es un privilegio, sólo para gente que tiene un poder adquisitivo alto y que, por lo tanto, no nos iba a ir bien. Nosotros empezamos a orar manteniéndonos firmes en la Mente divina, en la verdadera fuente del bien, y en que nuestro objetivo era compartir el amor que mi esposo siente y expresa a través de su trabajo.
La exposición fue todo un éxito. Además, le permitió a mi esposo conectarse con personas que deseaban llevar a cabo una serie de proyectos artísticos en los que nosotros habíamos pensado hacía tiempo. Como dice el Apóstol Pablo en la Segunda Epístola a los Corintios: "La abundancia vuestra supla la escasez de ellos, para que también la abundancia de ellos supla la necesidad vuestra, para que haya igualdad" (8:14). Fue una experiencia muy intensa y la pudimos afrontar sin tener ansiedad por lo que pudiera ocurrir con la provisión.
Hay una frase de la Biblia que me emociona mucho: "Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, ... en esto pensad" (Filipenses 4:8). Comprendí que si Dios es mi fuente de provisión y yo reconozco Su amor, como consecuencia lógica, Él me dará todo lo que yo pueda necesitar, pues al buscar a nuestro Padre-Madre, Dios, todo lo demás viene por añadidura.