Amado Padre eternal
Tú Te revelas sin igual
Brindando paz en derredor
Supremo y dulce, mi Señor
Los corazones oyen ya
De Ti sólo la verdad
Se regocijan por doquier
Por comprender este saber
Hacen la paz en todos lados
Porque se sienten bienamados
No necesitan nada más
Ellos rebosan de bondad
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