Estando con casi tres meses de embarazo comencé a tener una hemorragia muy fuerte, por lo cual mi familia me llevó a una clínica. El médico que me atendió diagnosticó que el embarazo no iba a llegar a buen término y que era necesario hacer un aborto. Luego ordenó que se me hiciese una ecografía.
De inmediato me puse a pensar en lo que estaba aprendiendo en la Ciencia Cristiana y recordé un pasaje muy hermoso de la Biblia, que relata la historia del profeta Eliseo cuando la ciudad donde vivía es sitiada por el ejército de Siria. En esa instancia el criado, muy asustado, le preguntó a Eliseo: “¡Ah, señor mío! ¿qué haremos?” Y el profeta le contestó: “No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos”. Luego Eliseo oró a Dios y le dijo: “Te ruego que abras sus ojos para que vea. Entonces el Señor abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo”. 2 Reyes 6:15–17. Esta oración hizo que el siervo viera que en realidad el Amor divino los estaba protegiendo.
Yo pensé que si Dios los había protegido a ellos, a mí también me daría esas bendiciones. De modo que oré para que la doctora que me estaba haciendo la ecografía abriera los ojos y viera que mi bebé estaba protegido en Dios. Poco después, me dijo que estaba maravillada porque podía ver que el bebé estaba bien. Luego me recomendó que simplemente guardara reposo.
Hoy, mi hijo tiene 14 años y su salud es perfecta, es obediente a las reglas de la casa y también estudia la Ciencia Cristiana.
Esta prueba del poder de Dios también me ayudó en una situación muy diferente, en la que tuve malos entendidos y roces con una hermana de mi esposo. La relación se había tornado difícil, y cuando oraba por la situación parecía sanarse por un tiempo, pero luego volvía a hacerse discordante. Así transcurrieron 12 años durante los cuales prácticamente mi cuñada y yo no nos hablamos.
Un día, decidí pedir ayuda a un practicista de la Ciencia Cristiana para sanar la situación por medios espirituales, y gracias a la oración logré percibir que esas relaciones estaban frágiles sólo en mi pensamiento, pues en realidad las relaciones entre los hijos e hijas de Dios son inquebrantables y puras, porque Él, siendo el Amor mismo, las sostiene. Esto me llevó a decidir que debía cambiar mi opinión acerca de este familiar, y verla como una hija de Dios.
Con el apoyo del practicista y mi propia oración, empecé a comprender mejor mi relación con Dios y a ver que puesto que la Mente divina está siempre con nosotros, toda esa falta de amor y esas ofensas, en realidad nunca habían tenido realidad en la creación de Dios, y que eran sólo un sueño de la mente carnal. También pude ver que el Amor divino no castiga a Sus hijos, y que si yo ansiaba con toda sinceridad cambiar y ser mejor, Dios me guiaría a liberarme de todo sentimiento de resentimiento, y restauraría la armonía en nuestras relaciones; además entendí que debía de perdonar si quería ser perdonada, porque debo hacer con los demás lo que yo quiero que se haga conmigo.
Me ayudó la definición de hombre en Ciencia y Salud, donde Mary Baker Eddy escribe que el hombre es “espiritual y perfecto..., la imagen del Amor”; e incluye “todas las ideas correctas”.Ciencia y Salud, pág. 475. Comprendí que mi cuñada y yo éramos inocentes y que no podíamos estar reviviendo situaciones discordantes que Dios no había creado. Así fue como poco a poco mis sentimientos fueron cambiando y comencé a sentir un afecto especial por ella.
Poco después, estábamos de visita en un pueblo cercano cuando mi cuñada nos vio a mi marido y a mí en la calle y nos invitó a que fuéramos a su casa de veraneo. La visita fue muy armoniosa, como si nunca hubiéramos tenido diferencia alguna, y ahora tenemos un gran afecto mutuo.
Otros de los frutos del estudio de la Ciencia Cristiana es que antes yo siempre vivía aburrida, desesperada, pensando que había gente que tenía un mejor pasar que yo. Sin embargo, desde que empecé a conocer mejor a Dios no tengo tiempo para aburrirme; la desesperación no se ha vuelto a presentar y he recuperado mi alegría.
Esta estudio de la Biblia y de Ciencia y Salud es muy edificante, pues me lleva a ver un horizonte lleno de pureza, bondad y armonía, con la mirada puesta en lo real, bello y perfecto.
