Preguntas como ¿Quién soy yo? ¿Cuál es mi propósito en la vida? vienen resonando en la humanidad desde hace siglos. La mayoría de las respuestas ofrecidas nunca han logrado satisfacer ese anhelo, pues siempre han identificado al hombre como un ser material, expuesto y propenso a toda clase de males.
Mary Baker Eddy, siguiendo las enseñanzas y obras del gran Maestro Cristo Jesús, identificó al hombre desde una perspectiva totalmente espiritual, e insistió en que todos somos los hijos amados de Dios y tenemos la capacidad de percibir y demostrar nuestra filiación divina.
En su libro Escritos Misceláneos, ella escribe: “El nuevo nacimiento no es obra de un momento. Empieza con momentos y continúa con los años; momentos de sumisión a Dios, de confianza como la de un niño y de gozosa adopción del bien; momentos de abnegación, consagración, esperanza celestial y amor espiritual”.Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 15.
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