Estoy extremadamente agradecida por las muchas formas en que he visto manifestado el poder de Dios para sanarme, protegerme y nutrirme. Mientras continúo mi estudio de la Ciencia Cristiana, estoy cada vez más consciente de lo completo que es este poder. Siento que estoy envuelta en un progreso espiritual que no terminará jamás, ¡y que por delante sólo me esperan aún mayores bendiciones!
A lo largo de los dos últimos años, tuve experiencias que me dieron nuevas vislumbres de este poder y sus resultados sanadores. Un día, noté que tenía un tumor en la frente, cerca del cuero cabelludo. Aunque no era doloroso ni estaba irritado, yo sabía que podía sanarse, pues, había visto muchas pruebas del poder de Dios en mi vida.
Empecé a orar, afirmando para mí misma que yo era el reflejo puro y completo de Dios, y que por ser Su idea espiritual podía experimentar lo que Dios sabe de mí. Ciertamente, Dios no tenía ningún tumor, así que yo por ser Su reflejo espiritual y perfecto tampoco podía tenerlo. Mediante el estudio de la Ciencia Cristiana, sabía que lo que sea que mantengamos en el pensamiento se evidencia en nuestro cuerpo, ya sea bueno o malo. Quería asegurarme de que solo tenía pensamientos buenos y espiritualmente verdaderos.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!