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Esos feos tumores desaparecieron

Del número de octubre de 2017 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 10 de agosto de 2017 como original para la Web.
Publicado originalmente en el Christian Science Sentinel del 5 de junio de 2017. 


Estoy extremadamente agradecida por las muchas formas en que he visto manifestado el poder de Dios para sanarme, protegerme y nutrirme. Mientras continúo mi estudio de la Ciencia Cristiana, estoy cada vez más consciente de lo completo que es este poder. Siento que estoy envuelta en un progreso espiritual que no terminará jamás, ¡y que por delante sólo me esperan aún mayores bendiciones!

A lo largo de los dos últimos años, tuve experiencias que me dieron nuevas vislumbres de este poder y sus resultados sanadores. Un día, noté que tenía un tumor en la frente, cerca del cuero cabelludo. Aunque no era doloroso ni estaba irritado, yo sabía que podía sanarse, pues, había visto muchas pruebas del poder de Dios en mi vida. 

Empecé a orar, afirmando para mí misma que yo era el reflejo puro y completo de Dios, y que por ser Su idea espiritual podía experimentar lo que Dios sabe de mí. Ciertamente, Dios no tenía ningún tumor, así que yo por ser Su reflejo espiritual y perfecto tampoco podía tenerlo. Mediante el estudio de la Ciencia Cristiana, sabía que lo que sea que mantengamos en el pensamiento se evidencia en nuestro cuerpo, ya sea bueno o malo. Quería asegurarme de que solo tenía pensamientos buenos y espiritualmente verdaderos.

Mary Baker Eddy declara en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “Sé el portero a la puerta del pensamiento. Admitiendo solo las conclusiones que deseas que se realicen en resultados corporales, te controlarás armoniosamente” (pág. 392). Oré con estas ideas y otros inspiradores mensajes del libro de texto. No obstante, nada cambió. Empecé a desalentarme. 

Un día, se me ocurrió que, aunque yo estaba tratando de seguir la instrucción de la página 461 de Ciencia y Salud de mentalmente dejar de ver el tumor, seguía aceptándolo como real, en lugar de negarlo por ser una mentira acerca de mí. La Ciencia Cristiana enseña que la materia es la creación de la mente mortal, la creencia de vida en la materia.

En Ciencia y Salud la Sra. Eddy explica lo que ella descubrió durante una crisis en su vida: “… aprendí estas verdades en la Ciencia divina: que todo ser verdadero está en Dios, la Mente divina, y que la Vida, la Verdad y el Amor son todopoderosos y están siempre presentes; que lo opuesto de la Verdad —llamado error, pecado, enfermedad, dolencia, muerte— es el falso testimonio del falso sentido material de que hay mente en la materia; que este falso sentido desarrolla, en creencia, un estado subjetivo de la mente mortal que esta misma así llamada mente denomina materia, excluyendo así el verdadero sentido del Espíritu” (pág. 108). 

De manera que razoné: si yo realmente no vivía en la materia, no había nada que tuviera que sanar o de lo cual liberarme; simplemente no existía. Poco después de esto, el tumor simplemente cayó en mi mano, una mañana, mientras me lavaba la cara. Una pequeña marca donde había estado el tumor desapareció poco después. Y ese fue el fin de eso. Por supuesto, yo estaba agradecida por la lección que había aprendido. Sin embargo, tiempo después de esto, apareció otro tumor, esta vez en la mano. Oré, pero con más confianza por la experiencia que había tenido antes.

Como tenía el tumor en la mano, estaba más consciente de él, y otras personas comentaron al respecto un par de veces. Pero yo me mantuve firme en las verdades que había aprendido, y siempre que notaba el tumor, reconocía para mí misma que yo era de hecho la hija pura e inmaculada de Dios. No me preocupé ni me pregunté acerca de la condición; simplemente mantuve mi pensamiento centrado en Dios y en mí misma como Su reflejo. Después de un par de semanas, estaba sacando algo del refrigerador, y mi mano rozó contra el costado del estante. El tumor se cayó, y pronto mi mano recuperó su apariencia normal.

Estoy muy agradecida por estas experiencias, y por las numerosas pruebas que veo a diario del gran amor de Dios por todos Sus hijos.

Judith Cordray
Reno, Nevada, EE. UU.

Apareció primero el 10 de agosto de 2017 como original para la Web.
Publicado originalmente en el Christian Science Sentinel del 5 de junio de 2017. 

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