A menudo, cuando oro para sanar, le pregunto a Dios qué discernimiento o lección espiritual debo aprender. Sin embargo, recientemente, enfrenté una dificultad física y no tuve necesidad de plantear esa pregunta al orar. La inspiración me vino instantáneamente, y me brindó la verdad misma que necesitaba para sanar.
Había estado sentada en el piso de mi casa, y cuando me puse de pie repentinamente sentí un dolor fuerte en la rodilla. Entonces me di cuenta de que no podía poner ningún peso en esa pierna.
Mi primera reacción fue de sorpresa, pues, no me había movido de ninguna forma extraña. ¿Qué lo habrá causado? De inmediato, me vino al pensamiento una frase de la Biblia: “Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres” (Lucas 18:11). Para otros, probablemente sea extraño que ese pasaje me haya venido al pensamiento dadas las circunstancias, pero yo en realidad me reí entre dientes. Supe al instante por qué me había venido ese versículo.
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