Pertenezco a una tercera generación de Científicos Cristianos que ha tenido grandes modelos a seguir y muchas curaciones, de manera que nunca esperé tener dudas tan intensas acerca de mi fe. Pero hace unos diez años, y en medio de importantes cambios, mi confianza en la verdad del descubrimiento de Mary Baker Eddy comenzó a tambalearse, y luego prácticamente se derrumbó.
No obstante, en el curso de unos años, varios ángeles —pensamientos espirituales provenientes de Dios— comenzaron a llegar. Primero me reconfortaron. Luego me ayudaron a ver que podía aceptar con confianza y entusiasmo la promesa de salvación de Dios aquí y ahora, como la Ciencia Cristiana la revela de manera tan única. Muy pronto mi fe fue restaurada, y, de hecho, se profundizó. A lo largo del camino, aprendí cinco grandes lecciones, que comparto en este escrito, con la esperanza de que puedan ayudar a otros.
1. Yo no soy de ninguna manera el único que alguna vez ha tenido dudas.
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