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Original Web

Para jóvenes

Del vacío a la alegría

Del número de septiembre de 2017 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 17 de julio de 2017 como original para la Web.
Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Abril de 2017.


No tenía la energía para llorar, pero de todos modos, las lágrimas corrían por mi rostro mientras miraba fijamente el cielo estrellado. En el pasado, me había encantado pensar en el cielo como un símbolo de la infinitud de Dios. Pero ahora representaba un vacío abrumador.

Como la mayoría de los estudiantes del último año de la universidad, yo estaba muy feliz de graduarme. Pero cuando regresé a casa para comenzar el próximo capítulo de mi vida, me sorprendió el vacío que sentía. La incertidumbre me llenó de temor. Las preguntas acerca de una carrera se transformaron en preguntas sobre mi identidad e incluso nuestra propia existencia. ¿Por qué vivimos sólo para morir? ¿Por qué importa la vida? Comencé a sentir que todas las actividades y personas que había amado en mi vida eran efímeras y no tenían sentido alguno.

La oscuridad pareció apoderarse de mí al punto de que pensaba que nunca volvería a encontrar propósito o estabilidad. Por primera vez, incluso cuestioné si creía o no en Dios. Sin embargo, ese día, al mirar el cielo con lágrimas en los ojos, algo dentro de mí me dijo que llamara a un practicista de la Ciencia Cristiana para que orara por mí.

 “Pero no cambiará nada”, pensé. “Y aunque pudiera cambiar algo, ¿cómo podría yo explicar la constante confusión, tristeza y duda que siento cada día?”

De alguna manera, a pesar de estos pensamientos, marqué el número de un practicista. Cuando contestó el teléfono, le dije que me había graduado de la universidad recientemente y no sabía qué hacer de ahora en más en la vida. Eso fue todo lo que pude expresar sin quebrarme. Pero la calidez y la ternura que sentí del otro lado de la línea me aseguraron que el practicista entendía mi necesidad. Me señaló un pasaje en los Salmos que dice: “Por Jehová son ordenados los pasos del hombre, y él aprueba su camino” (37:23). En otras palabras, Dios dirige y establece firmemente cada paso. Por primera vez en meses, sentí un rayo de esperanza.

Sin embargo, cuando colgué el teléfono, el alivio desapareció. Cuanto más pensaba en el pasaje, más sentía que en realidad no se aplicaba a mi situación, puesto que yo estaba lidiando con mucho más que decidir los próximos pasos que debía dar en la vida. Aunque sabía que el practicista seguía orando por mí, dudaba que pudiera sanarme. La depresión era demasiado poderosa.

Entonces, para mi gran sorpresa, una sensación de luz llenó de calidez el vacío en mi interior. Cinco minutos después de colgar el teléfono, la tristeza, la duda y el miedo se evaporaron. Aunque me pareció milagroso en ese momento, más tarde entendí que la luz que me llenaba era el Cristo, “La divina manifestación de Dios, que viene a la carne para destruir el error encarnado” (Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 583). Sentí esta presencia del Cristo como una comunicación tangible de Dios, recordándome que soy Su creación perfecta, amada y apacible. Y descubrí que no había ningún lugar mental o físico que pudiera separarme del amor de Dios.

Después de ese día, el agujero negro de la depresión persistió en la superficie de mi pensamiento, pero como sabía que el Cristo estaba operando —que Dios estaba transformando mi pensamiento con Su amor— ya no creía que la depresión fuera una realidad. Tenía confianza en el poder de Dios. No mucho después, mientras seguía orando, las últimas sugestiones de la depresión desaparecieron por completo, y no han vuelto. En los seis años que han pasado desde entonces, he completado la instrucción de clase Primaria de la Ciencia Cristiana, dos programas de maestría y actualmente estoy enseñando inglés a nivel bachillerato. Mis relaciones con mi familia y amigos se han profundizado en la medida en que he llegado a reconocer a Dios, el Amor, como la fuente de esas relaciones.

Esta curación me permitió encontrar respuestas significativas a las preguntas que antes me habían atormentado. Y me ha dejado con la convicción de que hasta en aquellos momentos en que nos sentimos perdidos, Dios verdaderamente dirige y firmemente establece nuestros pasos, y el Cristo nos recuerda este hecho de maneras que nos transforman.

Apareció primero el 17 de julio de 2017 como original para la Web.
Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Abril de 2017.

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