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Buenas Noticias

Podemos llegar a los demás con la oración hoy

Del número de septiembre de 2017 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

 Apareció primero el 13 de julio de 2017 como original para la Web.
Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Junio de 2017. 


Para Cristo Jesús era natural tratar de llegar a los demás durante las caminatas que hacía a diario. En muchos ejemplos de la Biblia, vemos el amor que sentía por Dios y por la humanidad, y lo dispuesto que estaba a expresar este amor aun en ámbitos difíciles donde las leyes religiosas se hacían cumplir inexorablemente. 

Un versículo del Nuevo Testamento es un recordatorio de la importancia del amor desinteresado. El mismo dice: “Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis” (Santiago 2:8). Jesús cumplió claramente esta ley; su generoso trabajo era para todas las épocas, y como escribió Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Ciencia Cristiana: “El propósito de la obra de su vida atañe a la humanidad universal” (Escritos Misceláneos 1883–1896, pág. 29). 

La Sra. Eddy se sintió muy agradecida cuando sanó a través del estudio de la Biblia, particularmente los Evangelios y las obras de Jesús. Ella podría haber limitado la obra de su vida, guardándose lo que había aprendido. Pero yo, por lo menos, estoy muy contenta de que haya puesto por escrito la verdad que le fuera revelada, y la haya compartido con el mundo en el libro de texto de la Ciencia Cristiana y sus ideas sanadoras, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras.

Me siento feliz especialmente cuando estas ideas llegan a gente nueva que está buscando con toda sinceridad una verdad sanadora que va más allá de la percepción que tienen a diario de ellos mismos. Cuando siento el anhelo de conectarme con esos buscadores, me ha resultado sumamente fructífero reflexionar sobre lo que escribió la Sra. Eddy al señalar que la Ciencia Cristiana es para “toda la humanidad” (Escritos Misceláneos, pág. 252). Ella dedicó todos sus años, después de aquella curación que tuvo en 1866 y que le cambió la vida, a compartir esta Ciencia del Cristo con otros.

La oferta de ideas correctas de Dios es abundante, ilimitada y continua, es siempre suficiente para responder a las necesidades de Sus hijos.

 Hace unos años, yo estaba sirviendo en una Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana en una zona muy activa del centro de la ciudad, atesorando el deseo de dar a conocer la Biblia, Ciencia y Salud, y los recursos relacionados con aquellos que buscan la verdad. Cuando empecé a orar específicamente para saber cómo llegar a esos buscadores, pensé en las bendiciones que recibimos al aprender acerca de la Ciencia Cristiana y practicarla. Busqué referencias de la palabra “multitud” en la Biblia, y oré para saber que el único poder verdadero es Dios, el bien, y que en verdad no existe ningún otro poder que pueda resistir esto. Reflexioné sobre lo que dice Ciencia y Salud cerca del título marginal “El libro de la Verdad”: “La voz inaudible de la Verdad es, para la mente humana, como cuando ‘ruge un león’” (pág. 559). Y con entusiasmo reafirmaba en mi pensamiento que la oración llega y es eficaz para todos.

Poco después, tuve varias oportunidades para compartir la Ciencia Cristiana con otros. Primero, dos caballeros que estaban sinceramente interesados en la Biblia vinieron a la Sala de Lectura. Me sentí inspirada a mostrarles dos capítulos de Ciencia y Salud, “Génesis” y “El Apocalipsis”. Luego, entró una señora que había estado estudiando la Lección Bíblica de la Ciencia Cristiana sobre el tema “Cristo Jesús”. Ella compró un ejemplar de Ciencia y Salud y el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana

Después, vinieron dos visitantes universitarios y comenzaron a decir que les gustaba mucho visitar iglesias. Les proporcioné información sobre los servicios religiosos de las Iglesias de la Ciencia Cristiana de la zona donde viven. Uno de ellos también compró un Ciencia y Salud. Entró otro señor que conocía el periódico The Christian Science Monitor

Por último, entró una señora que parecía ser de pocos recursos. Tomó el único dinero en efectivo que tenía, y compró un ejemplar de Ciencia y Salud. Sentí que mis oraciones me habían preparado para compartir la Ciencia Cristiana de formas que respondían a las necesidades individuales de cada uno de estos buscadores de la Verdad.

 Más recientemente, después de estudiar con humildad para obtener una comprensión más clara de cómo las enseñanzas de Jesús tocan a “la humanidad universal”, me pidieron que comentara un poco acerca de la Ciencia Cristiana en una pequeña iglesia cristiana de nuestra zona, cuyo pastor estaba invitando todas las semanas a diferentes personas para hablar de sus respectivas religiones. Uno de los congregantes tenía un vecino que era Científico Cristiano y quería saber más.

 Mi introducción de la Ciencia Cristiana fue muy breve y se centró en la eficacia de la oración, e incluyó algunas curaciones, demostrando que la curación es esencial para esta religión. A continuación, el pastor reiteró varias veces su agradecimiento, y comentó específicamente que apreciaba que le recordaran que la oración es eficaz. Él es capellán en un hospital y dijo que esto le resultaba muy útil para su trabajo. Dijo que la siguiente semana ese sería el tema de su sermón. Me sentí agradecida, también, por estar disponible para contestar preguntas —que con frecuencia surgen de los conceptos errados que se tienen acerca de la Ciencia Cristiana— cuando los congregantes salían del servicio religioso aquel día.

Estoy agradecida al ver cómo se manifiestan y demuestran estas evidencias del Amor, ¡y no veo el momento de ser testigo hasta de un bien aún mayor!

A diario, afirmo en oración que la Ciencia Cristiana es universal, y doy con regularidad un tratamiento de la Ciencia Cristiana en mi consciencia para responder a los desafíos que el mundo enfrenta. Si todavía no estamos viendo una “multitud” de curaciones y actividades para compartirla alrededor del mundo, no podemos simplemente esperarlas, sino afirmar que esas oportunidades ya están presentes. “No te niegues a hacer el bien a quien es debido, cuando tuvieres poder para hacerlo”, leemos en Proverbios (3:27). Y Jesús nos recuerda después de contar la parábola del buen samaritano: “Ve, y haz tú lo mismo” (Lucas 10:37). Podemos aprender qué se necesita para hacer esto de nuestro Pastor: la Biblia y Ciencia y Salud.

Lori Biesterfeldt

 Apareció primero el 13 de julio de 2017 como original para la Web.
Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Junio de 2017. 

 

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