Mientras estaba de viaje en el extranjero, empecé a sentir los síntomas de una dolorosa enfermedad, justo cuando me preparaba para ir a la iglesia un domingo por la mañana. Me preguntaba si realmente iba a poder llegar, pero deseché esta duda, sabiendo que la iglesia era el lugar correcto donde debía estar esa mañana.
Oré para saber que nada podía frustrar mi derecho a ser parte del servicio sanador de la iglesia. Afirmé que es Dios, el Espíritu, el que gobierna mi ser y mantiene mi armonía, por lo que los síntomas materiales no tenían realidad y no podían impedirme estar donde debía estar.
Mientras conducía a la iglesia, agradecí que los miembros de la misma habían preparado el servicio religioso a través de la oración. Sabía que estaría escuchando la Lección Bíblica de la Ciencia Cristiana leída de los libros que constituyen el Pastor de la Iglesia de Cristo, Científico —la Biblia y Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Me sentí reconfortado al saber que la Lección-Sermón era el mismo sermón que se leería en cada Iglesia de Cristo, Científico, alrededor del mundo.
Por lo tanto, aunque estaba lejos de donde vivía, sabía que me sentiría como en casa en este servicio religioso. Llegué sólo unos minutos tarde y entré en la iglesia durante el primer himno. Tan pronto como me uní a la congregación, los síntomas de la enfermedad disminuyeron de inmediato. El dolor ya no era una distracción, y pude volver mi pensamiento de todo corazón a Dios para estar en comunión con Él y orar junto con la congregación por toda la humanidad.
En la edición del 1° de julio de 1916 del Christian Science Sentinel, un colaborador afirma: “La Sra. Eddy en una ocasión le dijo a una estudiante que ella anhelaba que llegara el día en que ninguna persona pudiera entrar en una iglesia de la Ciencia Cristiana, por más enferma o acongojada que estuviera, sin que fuera sanada, y que ese día solo llegaría cuando cada miembro de la iglesia estudiara y demostrara la verdad que contiene la Lección-Sermón, y llevara consigo al servicio religioso la consciencia así preparada” (“Healing the multitudes”). Durante este servicio de la iglesia, fue evidente para mí que la congregación llevaba consigo “la consciencia preparada”, porque la oración ferviente por la humanidad era palpable, y yo me estaba sanando. Durante el último himno, los síntomas de la enfermedad comenzaron a reaparecer. Cuando el Primer Lector leyó “la declaración científica del ser” (véase Ciencia y Salud, pág. 468) y el pasaje correlativo de las Escrituras de Primera de Juan, absorbí cada palabra con la sincera convicción de que estas eran sanadoras “declaraciones de la Verdad”, como indica el Pastor (véase Ciencia y Salud, pág. 12). El Primer Lector leyó entonces esta bendición de Segunda a los Corintios: “Perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros” (13:11).
Me senté para el postludio sintiéndome “consolado” y envuelto en amor. El postludio me dio un espacio precioso para darme un tratamiento de la Ciencia Cristiana. Esta oración espiritualizó mi consciencia para reconocer la totalidad de Dios, declarar la nada de la dolencia o la enfermedad y establecer el hecho espiritual de que la salud y la armonía eran la realidad presente. Para cuando terminó el postludio estaba completamente sano.
Mary Baker Eddy organizó su Iglesia en un pequeño estado de Nueva Inglaterra hace más de un siglo, y más tarde estableció La Iglesia Madre en Boston, Massachusetts. Hoy en día, sus iglesias filiales se extienden alrededor de todo el mundo, trayendo el Consolador a la humanidad. Estoy muy agradecido por haberme sentido como en casa en una iglesia filial al otro lado del mundo, y haber sanado durante el servicio.
Eric D. Pagett
Boston, Massachusetts, EE.UU.
Apareció primero el 17 de julio de 2017 como original para la Web.
Publicado originalmente en el Christian Science Sentinel del 28 de noviembre de 2016.