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El camino de Dios gana el derecho de paso

Del número de septiembre de 2019 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 5 de julio de 2019 como original para la Web.


¿Te has encontrado alguna vez en una situación donde sentiste que te pusieron de lleno entre la espada y la pared y de la cual pensabas que no podrías escapar? En momentos como ese podemos estar atemorizados y abrumados. Sin embargo, la Biblia nos asegura que siempre hay una respuesta y nos recuerda con frecuencia que Dios cuida tiernamente de Su creación y que está siempre con nosotros pase lo que pase. Un hermoso ejemplo se encuentra en el libro de Isaías: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (41:10).

Hace varios años, me encontré atrapada en lo que parecía ser una situación muy difícil y sin salida. Mi ex˗marido y yo debíamos una cantidad sustancial de dinero y ninguno de los dos tenía los recursos a mano como para pagar la deuda. Y por alguna razón, no se estaba haciendo ningún intento por recuperar el dinero que él también adeudaba. Si bien esta era una responsabilidad conjunta, me pedían a mí que pagara todo lo que se debía. Esto era alarmante y parecía muy injusto. 

Aparentemente, no tenía ninguna opción. Me amenazaron con quitarme mi negocio y mis bienes personales si no pagaba la deuda pendiente. Como resultado no podría ganar mi sustento como artista y enmarcadora de cuadros. No lograba ver cómo podría ser eso una respuesta eficaz a este problema. Si me confiscaban las herramientas de mi profesión y mis pinturas, ¿cómo iba a poder ganar el dinero para responder a mi obligación?

 No obstante, en esa época de mi vida había estado aprendiendo, al estudiar la Biblia y el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy, que Dios es Amor y siempre cuida y proporciona lo necesario a toda Su creación, la cual me incluye. La Ciencia Cristiana revela que Dios es el Principio divino y la Mente infinita, y mantiene con justicia a toda Su creación en un equilibrio ordenado y perfecto e imparte la sabiduría que revela la respuesta a todas las cosas. Me di cuenta de que era hora de poner en práctica lo que estaba vislumbrando de esto. 

Apoyándome en la promesa de Dios de que Él está siempre con nosotros y nos ayuda, como ya me había apoyado al enfrentar otros desafíos, recurrí a la Biblia para que me reconfortara. En el cuarto capítulo de Segundo de Reyes, una alentadora historia cuenta la difícil situación que enfrentó una viuda en peligro de perder a sus dos hijos en manos de un acreedor. Ella recurrió al profeta Eliseo en busca de una respuesta y él respondió preguntándole: “¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa”. Ella le dijo que allí no tenía nada excepto una vasija de aceite. Ciertamente parecía como que eso no fuera suficiente para hacer una diferencia, pero ella fue obediente a las instrucciones de Eliseo de ir y pedir prestadas varias vasijas —“no pocas”— de todos sus vecinos. Y su advertencia de que cerrara la puerta y vertiera el aceite en todas esas vasijas, aparentemente ayudó a tranquilizar sus pensamientos temerosos y le permitió confiar en que Dios satisfaría con abundancia su necesidad. Ella con toda confianza hizo lo que se le había dicho, y como resultado hubo una abundancia tal de aceite, que pudo venderlo para pagar al acreedor y además proporcionar lo necesario para su familia.

Aunque esta historia era útil, yo seguía temerosa y no estaba segura de qué hacer a continuación, así que le pedí ayuda a una practicista de la Ciencia Cristiana. Un practicista de la Ciencia Cristiana es alguien que se dedica profesionalmente a ayudar a las personas a sanar todo tipo de situaciones por medio de la oración. Le conté mi situación con gran detalle y le expliqué, lamentablemente algo indignada, que pensaba que mi ex˗marido debía asumir cierta responsabilidad por la deuda. Ella, totalmente indiferente a mis arrebatos de frustración, tranquilamente respondió: “¿Debes este dinero?”. Bueno, eso me sorprendió mucho y humildemente tuve que admitir que la mitad de esa deuda era realmente mi responsabilidad.

Entonces me dio esta cita de uno de los escritos de la Sra. Eddy: “El camino correcto gana el derecho de paso, o sea, el camino de la Verdad y el Amor por medio del cual se pagan todas nuestras deudas, la humanidad es bendecida y Dios es glorificado” (La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 232). Esto me aseguraba que cuando enfrentara las cosas con honestidad y confianza, Dios me mostraría cómo proceder sin temor y respondería a todas mis necesidades. Además, mi ex˗marido estaría cuidado y sus necesidades también serían respondidas.

La Ciencia Cristiana revela que Dios es el Principio divino y la Mente infinita, y mantiene con justicia a toda Su creación en un equilibrio ordenado y perfecto.

Esta idea de seguir el camino honesto y verdadero viene de lo que Cristo Jesús enseñó y probó en su propia vida. Él dijo que siempre hacía las cosas que Le placen a Dios, nunca logró nada de manera independiente, sino siempre escuchando y prestando atención a la guía de su Padre. Enfrentaba los desafíos con valentía y esperaba que sus discípulos hicieran lo mismo. Sabía que cuando seguimos su ejemplo, nosotros también tenemos la capacidad de manejar los desafíos con valentía, confiando en Dios a cada paso del camino.

En la página 444 de Ciencia y Salud se cita la hermosa promesa del Salmo 46 cuando nos dice: “Paso a paso, aquellos que en Él confían hallarán que ‘Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones’”. Apoyarme humildemente en Dios y admitir que yo no sabía qué hacer pero que Él sí sabía, y me lo enseñaría si yo confiaba en Él, me dio el valor para seguir adelante.

Ciencia y Salud además explica: “Al trabajar y orar con motivos verdaderos, tu Padre te abrirá el camino” (pág. 326). Aunque había sentido que estaba orando sinceramente por todo esto, al recordarlo, tengo que admitir que básicamente le pedía a Dios que me liberara de esta responsabilidad, en lugar de pedir que se hiciera Su voluntad. No era realmente un motivo correcto. Ahora me doy cuenta de que tenía miedo de que Dios no tuviera una forma de resolverlo. Debía alcanzar una percepción mucho mayor de que Él cuidaba completamente de mí y de todos los interesados. Yo sabía que tenía que confiar en Su cuidado, aunque no pudiera ver de antemano el resultado.

Por medio de la abundante gracia de Dios, siempre hay una respuesta y una forma de salir de los problemas cuando decidimos seguir el camino correcto; el camino honesto y humilde hacia Dios. Al mantenernos en el Principio, somos guiados a enfrentar los desafíos de la vida con integridad, a encararlos honradamente y hacer lo que está de acuerdo con nuestro sentido más elevado de lo que es correcto bajo las circunstancias. Las palabras de la practicista hicieron que tomara consciencia de esto y sentí que el temor desaparecía.

También me di cuenta de que tenía que poner a un lado la voluntad humana, el resentimiento, la condenación propia y el temor de que no habría una respuesta o tiempo suficiente. La voluntad humana, el resentimiento, el arrepentimiento, el temor y la condenación propia son pensamientos negativos que, cuando no se enfrentan, pueden seguir sonando como un disco rayado reclamando nuestra atención y aceptación, bloqueando nuestra capacidad para escuchar la guía de la Mente divina. Cuando hice a un lado esas sugestiones negativas, tuve la convicción de que, si bien en aquel momento aparentemente no había una solución, si confiaba de todo corazón en que Dios me estaba guiando hacia adelante, las cosas se desarrollarían como Él indicaba.

Y así lo hicieron, de una forma muy inesperada. Resultó que existía la posibilidad de hacer una oferta que podía reducir la deuda, pero yo tenía que estar de acuerdo en pagar en un plazo muy corto, antes de que se pudiera incluso considerar la oferta. Al no tener los fondos para pagar la deuda y ninguna idea de dónde podía venir el dinero, supe que debía poner mi confianza en Dios al dar este paso y que Él me mostraría el camino correcto. Firmé el acuerdo de pagar mi parte de la deuda con la total confianza de que el dinero estaría allí cuando se necesitara; y la oferta fue aceptada.

Poco después, recibí una llamada de una de mis galerías avisándome que estaban por hacer una presentación a una corporación que estaba en el proceso de construir un gran edificio en nuestra comunidad. La corporación tenía la política de apoyar el arte local y tenían planeado amueblar todo el edificio. La galería me pidió que llevara todas las pinturas que tuviera disponibles para esta muestra. Como en el ejemplo de la viuda de Segundo de Reyes, no reuní un poco, sino un total de cuarenta pinturas de mi estudio, mi colección personal y otra galería. Después de la muestra, mi distribuidor me llamó para decirme que la corporación las había comprado todas. Las ganancias alcanzaron para pagar la deuda pendiente y sobró justo lo suficiente como para pagar los impuestos por la venta de las pinturas. Me sentí muy agradecida por esta maravillosa prueba de la guía, el amor misericordioso y la provisión de Dios para mí.

Por supuesto, al enfrentar los numerosos desafíos de la vida, no hay una fórmula escrita. Dios responde a cada uno de la forma más apropiada a sus necesidades. Pero cuando nos volvemos con toda confianza a Dios, descubrimos que nada es demasiado difícil para Él, que siempre hay una solución correcta y que el camino correcto gana el derecho de paso.

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