Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer
Original Web

Sana de problemas para respirar

Del número de septiembre de 2019 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 28 de junio de 2019 como original para la Web.


Recientemente, durante un examen físico requerido para mi empleo, la doctora escuchó mi respiración a través del estetoscopio y comentó: “Ese es un sonido hermoso. No escucho nada”. Me subí a la bicicleta de un salto y me fui a casa, disfrutando del ejercicio y el aire puro. No siempre había sido así. Esta revisión me recordó cuán agradecido estoy por una curación de problemas respiratorios que tuve hace más de cuarenta años.

Crecí asistiendo a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. Todos los domingos durante el recorrido hasta la iglesia, mis padres ponían un programa radial de la Ciencia Cristiana en el que la gente hablaba sobre las curaciones que habían tenido al aplicar las enseñanzas de la Ciencia Cristiana. En mi clase de la Escuela Dominical, leíamos historias de la Biblia sobre las curaciones que se lograron al orar y apoyarse únicamente en Dios: Jesús sanaba; los profetas sanaban; los apóstoles sanaban. Mary Baker Eddy, quien descubrió el Principio en el que se basan estas curaciones espirituales y nombró su descubrimiento Ciencia Cristiana, sanó gente y enseñó a sus estudiantes a sanar. Y sus oraciones sanaban a otros. 

Mis clases de la Escuela Dominical me enseñaron que yo también podía orar para sanar, y que no era la voluntad de Dios que yo estuviera enfermo. El primer capítulo del Génesis afirma: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; … Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (versículos 27, 31). Comprendí que Dios no me hizo enfermo y que yo tenía el derecho divino de estar bien.

Esa era la esperanza que tenía de niño cuando a veces me encontraba luchando con un problema respiratorio. A menudo le preguntaba a Dios si yo podía estar permanentemente libre de este problema para poder jugar con mis amigos y mis hermanos. Quería tener la libertad de correr y jugar deportes sin dificultad.

Con la ayuda de un practicista de la Ciencia Cristiana, alguien que ora por la gente que se apoya en la oración para sanar, mi familia había sido testigo de la completa recuperación del brazo aparentemente quebrado de mi hermana, en un par de días después de caerse de un caballo. También habían visto cómo mi hermano mayor sanó rápidamente de un tobillo que se había torcido seriamente, así como la completa curación de la noche a la mañana de síntomas de apendicitis de mi segundo hermano. Debido a pruebas como estas y toda una vida de experimentar sus propias curaciones, mis padres oraban con confianza para que yo también sanara. Me permitieron continuar participando en los deportes, y los períodos en que la dificultad de respirar me impedía hacerlo fueron cada vez menores.

Cuando mis hermanos mayores cumplieron catorce años, obtuvieron su certificación para bucear. Durante varios años, yo los veía regresar a casa con sus bolsas llenas de langostas y abulones, y escuchaba sus relatos de cómo atravesaban fuertes resacas, veían tiburones nodriza, y se hacían de valor para acariciar a una anguila morena. Cuando cumplí catorce años, quise obtener mi certificado para bucear como mis hermanos. Al ver el tremendo progreso que había tenido mi salud, mis padres estuvieron de acuerdo. Hice el curso de buceo sin ninguna dificultad para respirar. Después, jugué deportes en el bachillerato y en la universidad, y años más tarde alcancé un nivel avanzado en buceo.

Es fácil olvidar haber estado enfermo de niño. Pero el comentario que la doctora hizo recientemente fue un recordatorio de cuán diferente podría haber sido mi vida sin las enseñanzas de la Ciencia Cristiana y las persistentes oraciones de mis padres. Estoy agradecido por esos programas radiales que escuchábamos cuando íbamos de camino a la iglesia y por las Lecciones Bíblicas del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana que estudiaba en la Escuela Dominical. Estoy agradecido por toda la gente de la iglesia que practicaba la curación cristiana y compartía con los demás cómo sanaban sus problemas. Estos proporcionaron la luz y la esperanza que me dieron un fundamento tangible para confiar en la Ciencia del Cristo para sanar.

Doug Brown
Asheville, Carolina del Norte, EE.UU.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / septiembre de 2019

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.