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Original Web

La bondad de Dios es ilimitada

Del número de septiembre de 2019 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 25 de junio de 2019 como original para la Web.


Recientemente, mi esposo y yo estuvimos hablando sobre el uso de una aplicación computarizada de servicios financieros, que hemos usado en los últimos años, para supervisar con regularidad nuestras finanzas. Nos dimos cuenta de que, por varias razones, el asesoramiento que la aplicación sugería ya no era pertinente o útil. La situación nos pareció graciosa y nos hizo cuestionar nuestro continuo uso de la aplicación.

Fue un buen recordatorio de que, si bien esas aplicaciones pueden ser útiles y convenientes, no lo saben todo. Por el contrario, he descubierto que recurrir a Dios, el Espíritu, siempre nos brinda soluciones en todas las áreas de la vida, incluidos los asuntos financieros.

Al pensar en esto recordé una experiencia que tuve cuando estaba estudiando mi postgrado. Durante el primer año del programa, tuve que hacer frente a dos cuentas con el mismo monto. Una era mi factura del impuesto federal; la otra, el registro estatal de mi auto. Tenía fondos suficientes para pagar una cuenta, pero no ambas. Parecía que tendría que elegir entre demorar el pago de los impuestos e incurrir en una multa o manejar mi auto ilegalmente.

Hice lo que siempre me ha ayudado en momentos de necesidad de cualquier tipo: oré.

Mi oración no fue una petición a Dios para tener más dinero, sino más bien una afirmación de lo que enseña la Biblia acerca de la totalidad y la bondad de Dios. En mi estudio de la Ciencia Cristiana, he aprendido que Dios no es una fuente arbitraria del bien, sino el bien infinito mismo. Y por ser el linaje espiritual de Dios, creados a Su semejanza, somos la manifestación entera y completa de Su bondad, sin escasez o desajustes. Jamás hay un vacío en Dios o en Su creación.

Comprender algo de esta ley divina trae una ayuda tangible, como ilustró Cristo Jesús cuando alimentó a la multitud en el desierto (véase Mateo 14:15-21). Al mirar lo que tenían en mano (cinco panes y dos peces), no parecía que fuera posible alimentar a más de 5.000 personas. Pero fue posible; ¡y sobraron 12 canastas llenas!

También encontré inspiración y consuelo en lo que Mary Baker Eddy, la descubridora de la Ciencia Cristiana y fundadora de este diario, escribió acerca de la provisión que proviene del amor de Dios en su libro Escritos Misceláneos 1883-1896: “Dios os da Sus ideas espirituales, y ellas, a su vez, os dan vuestra provisión diaria. Nunca pidáis para el mañana; es suficiente que el Amor divino es una ayuda siempre presente; y si esperáis, jamás dudando, tendréis en todo momento todo lo que necesitéis” (pág. 307).

Esto me ayudó a ver que podemos confiar en que Dios, la Mente divina infinitamente buena, satisface nuestras necesidades, aunque este hecho no sea obvio si nos basamos en la evidencia que se tiene a mano. Y Dios no le quita a un individuo para darle a otro. Sus recursos no son limitados y Él no necesita racionar Su bondad. Dios está siempre dando amor y cuidado infinitos a Su creación. Nadie queda fuera de esto.

Al orar con estas ideas, el temor de no poder pagar mis cuentas desapareció. Una consciencia cada vez mayor de la bondad de Dios había llegado a la raíz de mi necesidad: sentir el amor de Dios por mí y sentir Su paz. Confié en que surgiría una solución.

Un par de días después, mi jefe en mi trabajo de medio tiempo me llamó a su oficina. Me explicó que se había cometido un error involuntario y en los últimos días él se había dado cuenta de que me debían dinero. La cantidad era exactamente la que necesitaba para pagar a tiempo las dos cuentas.

Esta experiencia fue una evidencia para mí de que las ideas espirituales que había estado aplicando a esta situación habían revelado una solución.

Dios nos está proveyendo a todos nosotros, a cada momento, de la verdad acerca de Su amor y cuidado por nosotros, así como de Su bondad infinita y siempre presente. Aceptar esta verdad produce resultados prácticos.

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