Parecía una noche normal de jugar un poco al baloncesto y lanzar la pelota al aro en la entrada de coches. Había estado viendo a un muchacho en el internet y quería intentar uno de sus trucos. Para ello tenía que pasar la pelota entre las piernas mientras daba una vuelta de 180 grados, y terminar el lanzamiento hacia atrás. Lo intenté varias veces, pero no lograba que la pelota entrara. Salté una vez más para lanzarla con una sola mano, pero cuando bajé, mi pie izquierdo aterrizó duramente sobre el borde del pavimento. Caí al suelo dolorido.
De alguna forma, logré levantarme y fui saltando en un pie hasta la casa. En el segundo que entré, caí al suelo llamando a mis padres. Con su ayuda, pude llegar al sofá y acostarme.
La oración siempre me había ayudado en situaciones difíciles, así que sabía que quería orar por la lesión. Mi mamá llamó a un practicista de la Ciencia Cristiana para que orara con nosotros, luego juntó algunos ejemplares del Christian Science Sentinel para que yo leyera. El Sentinel está lleno de ideas sanadoras, así como de testimonios de gente que ha tenido sus propias curaciones al comprender más a Dios. Así que empecé a leer, buscando una idea que me ayudara con mis oraciones.
Leí muchísimos testimonios, pero sentí que ninguno de ellos se aplicaba realmente a mi situación. Además, no lograba dejar de sentirme frustrado y decepcionado. Muchos pensamientos me venían a la cabeza, entre ellos, “¿Por qué tuvo que pasarme esto a mí?” Jugar al baloncesto y estar activo eran las únicas cosas que podía hacer durante el encierro. Y ahora no iba a tener nada que hacer, porque no podía ni caminar.
Continué leyendo hasta que finalmente leí algo que me impactó. Era el artículo de una mujer que había comprado un auto nuevo con su esposo, pero tenían una sola llave. Ella le insistía que consiguiera una llave de repuesto, pero él ignoraba su consejo. Cuando él finalmente perdió la llave, la mujer comenzó a criticarlo. Pero entonces se dio cuenta de que sentirse superior a los demás no trae curación. Ella no podía escuchar la guía de Dios cuando lo criticaba.
Después de leer ese artículo, me di cuenta de que yo me había estado quejando sin parar desde el momento que me lastimé el tobillo. Con tanta queja, ¿cómo iba a poder escuchar una idea sanadora de Dios? Yo sabía que Él siempre me estaba hablando. Dios es bueno, así que los pensamientos que vienen de Él siempre son buenos y traen paz y curación. Todo lo que tenía que hacer era dejar de escuchar los pensamientos de frustración y decepción, y sintonizarme, en cambio, con lo que Dios estaba diciendo.
Me quedé con esta idea varios días. Cuando sentía el impulso de quejarme por el tobillo, me recordaba a mí mismo que las quejas me impedían escuchar los mensajes de Dios. Y también usaba esos momentos para tratar de escucharlo. Cuando estaba atento, podía oírlo asegurándome que Él tenía para mí la forma de salir adelante, y que yo podía confiar en Él. Al sintonizarme cada vez más con esos mensajes buenos, la frustración y todos los pensamientos negativos desaparecieron.
Tan solo tres días después, pude caminar perfectamente, e incluso fui a la cancha de baloncesto otra vez, corriendo alrededor y lanzando tiros al aro.
Estoy sumamente agradecido por esta experiencia, y por mi nueva comprensión de cómo escuchar a Dios con más eficacia.