A veces nuestro día no resulta como esperábamos. Sin embargo, incluso en esos casos, es posible ver que el abundante cuidado de Dios está realmente a la mano.
En una época, mi familia vivía en un apartamento alquilado en una pequeña propiedad compuesta por varias viviendas, en la hermosa ciudad de Kuje en Abuja, Nigeria. Un día, mientras aún estaba en la oficina, recibí una llamada de mi esposa, quien dijo que inesperadamente nos habían pedido que desalojáramos nuestra casa debido a una orden judicial que habían entregado al edificio. La sentencia del tribunal evidentemente había concluido hacía unos meses, pero los inquilinos no habían sido notificados hasta el día del desalojo.
Sentí que había una gran conmoción y miedo en el sitio, pero me gusta la idea de la primera línea de este himno: “El hogar es la consciencia del bien” (Rosemary C. Cobham, alt., Christian Science Hymnal: Hymns 430–603, N° 497). Esta canción me hace comprender el grado ilimitado de consuelo y cuidado de Dios que podemos encontrar fácilmente donde estamos, cuando nuestra consciencia es receptiva a la bondad de Dios.
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