Unos meses después de que comencé a estudiar la Ciencia Cristiana, mi niño más pequeño enfermó con una alta temperatura y una alarmante afección de la piel en todo el cuerpo. Hice todo lo que una madre haría para cuidar de la mejor forma a su hijo en tales circunstancias, e hice que estuviera lo más cómodo posible.
Durante ese tiempo, las oraciones de una Científica Cristiana que había apoyado mis primeros pasos en la Ciencia Cristiana fueron de enorme ayuda. Su espiritualidad y confianza en el cuidado de Dios me alentaron profundamente. Mi esposo, aunque tenía miedo, me apoyó en mi deseo de apoyarme en esta Ciencia para la curación. Pero después de orar por el niño y ver que no había mejoría, me sentí abrumada por el temor.
Una madrugada me paré junto a la ventana y comencé a orar, pidiendo a Dios que me guiara. Pronto me sentí elevada y llena de inspiración. Entonces me vino la idea de agradecerle a Dios por Su hija, Mary Baker Eddy, porque ella había descubierto, a través de su profundo amor y sistemático estudio de la Biblia, las verdades universales de la Ciencia Cristiana para sanar a la humanidad. De corazón agradecí por su abnegación y amor al compartir este descubrimiento con el mundo. Me vino una gran paz en ese momento.
De pronto el niño comenzó a llorar, y cuando le cambié el pañal, era obvio que la afección cutánea estaba mejorando y la fiebre había desaparecido. Al ratito el niño estaba completamente sano.
En aquel entonces, El Heraldo de la Ciencia Cristiana estaba publicando una serie de artículos mensuales sobre diferentes aspectos de la curación espiritual. El siguiente número de El Heraldo que recibí en casa trataba sobre el papel de Mary Baker Eddy al recibir la revelación de la Ciencia Cristiana. Me sentí muy feliz porque había percibido algo de esta revelación de la verdad. Tuve la certeza de que, armada con esta verdad, estaba entrando en el camino recto y angosto.
Quise aprender más acerca de la vida de la Fundadora de este movimiento religioso, y comencé a leer biografías sobre Mary Baker Eddy. En ellas aprendí de sus luchas, con las cuales me podía identificar, así como de su generosidad al salvaguardar su descubrimiento en beneficio de toda la humanidad, lo que aumentó mi aprecio por su labor de amor.
La Ciencia Cristiana me ha llevado a una comprensión más profunda del plan perfecto que tiene Dios para Sus hijos. También ha sido un escudo que me da fuerza para seguir adelante en medio de los desafíos, dándome la fe para confiar siempre en Dios. Nuestro Maestro, Cristo Jesús, dijo: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3). Aquí se encuentra la esencia del descubrimiento de la Ciencia divina que hizo Mary Baker Eddy. Y aquí, en las palabras de este himno, me planto:
De la materia al Alma es mi sendero,
de inquieta sombra a dulce claridad;
y es tal la realidad que yo contemplo
que canto: “¡He hallado la Verdad!”
(Violet Hay, Himnario de la Ciencia Cristiana, N° 64, trad. © CSBD)
Estrella Romero
Querétaro, México
