Recientemente, me desperté pensando en todas las curaciones que he tenido. Después de anotarlas, me di cuenta de que todas ellas tenían una conexión con la iglesia. Voy a contarles tres de ellas.
Cuando tenía doce años, me lastimé el dedo pequeño del pie mientras corría por la casa. El dedo se hinchó y me dolía mucho, pero entré en el coche y fui a la escuela de todos modos. Cuando íbamos de camino, mi mamá oró por mí. Hablamos de que Dios jamás nos defrauda, ni siquiera en el instante en el que parece ocurrir la lesión. Para cuando salí del auto unos treinta minutos después, el dolor había desaparecido. Sin embargo, la hinchazón continuaba.
Durante las siguientes semanas el dedo siguió deformado e hinchado, sin embargo, podía hacer todas mis actividades normales. Mi mamá y yo siempre leíamos una sección de la Lección Bíblica del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana antes de ir a la escuela, y continuamos orando por mi dedo. Podía asistir a la clase de ballet cuatro veces a la semana, usando zapatillas de ballet más grandes. Sin embargo, muy pronto tendría un recital y quería usar mis zapatillas de punta como estaba acostumbrada a hacer, pero no podía ponerme la zapatilla en ese pie.
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