Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer
Original Web

“La voz inaudible de la Verdad”

Del número de octubre de 2020 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 23 de julio de 2020 como original para la Web.


Cuando leí por primera vez el libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, me llamó la atención esta declaración: “La voz inaudible de la Verdad es, para la mente humana, como cuando ‘ruge un león’” (pág. 559). Lo que me vino instantáneamente a la mente fue el símbolo de la compañía cinematográfica MGM: el león rugiente. Pero ese es ruidoso, y ella dice simplemente que la voz de la Verdad es inaudible.

Me detuve a pensar en esto. Lo que me decía era que, aunque las declaraciones de la Verdad (los pensamientos de Dios que nos hablan a cada uno de nosotros) son silenciosas, son tan imponentes, tienen tanta autoridad como el rugido del león. A pesar de los gritos de los sentidos materiales, los pensamientos de Dios continúan viniendo hasta que logran llegar a nosotros, porque la omnipotencia divina es la energía que los respalda. No podemos dejar de escucharlos. Sin embargo, necesitamos estar atentos y receptivos a ellos.

Esto me recordó a Elías cuando estaba tan deprimido que quería morir (véase 1 Reyes 19). Jezabel había asesinado a los profetas, y le mandó un mensaje diciéndole que él sería el próximo. Elías escapó al desierto, luego se acostó deseando morir. Pero un ángel (un pensamiento de Dios) lo despertó diciendo: “Levántate y come”, y vio una torta sobre las ascuas. Él la comió, y luego se volvió a acostar para morir. Nuevamente, un ángel lo despertó: “Levántate y come”. Entonces la historia dice que “fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios”. Ahora bien, él ya había comido la torta en las ascuas. No pude evitar pensar que esa segunda comida era un alimento espiritual que lo reconfortó y fortaleció.

Entonces, ¿qué hizo cuando llegó al Monte Horeb? Se escondió en una cueva. Dios le preguntó qué estaba haciendo allí, y él contestó que los hijos de Israel se habían vuelto contra Dios, y no querían lo que Elías tenía para darles. Su pensamiento estaba muy agitado, por decir lo menos. No es de sorprender que lo que sucedió a continuación fuera “un gran estruendo”: primero, un viento poderoso, luego un terremoto, después un fuego. Dios no estaba en ninguno de ellos. Sin embargo, estaba allí mismo, en ese momento, cuidando de Elías. Finalmente, él escuchó la “voz callada y suave” (KJV) de Dios, y poco después Él le asegura que hay siete mil que no habían doblado la rodilla ante otro dios, ¡así que vamos, ponte en marcha!

Para mí, el punto importante fue que nada podía impedir que la “voz inaudible de la Verdad” llegara, echara raíces y diera fruto. Ni siquiera un viento, un terremoto y un fuego pudieron silenciar o desarmar la voz callada y suave de Dios que daba instrucciones a Elías, como tampoco pudo este dejar de escuchar el mensaje de Dios o Su bendición que viene cuando Lo obedecemos.

A pesar de los gritos de los sentidos materiales, los pensamientos de Dios continúan viniendo hasta que logran llegar a nosotros.

Aprendí esta lección en mi propia experiencia, como hizo Elías. Después de la universidad, tuve que tomar tres decisiones grandes e importantes, respecto a una relación, el empleo y el hogar. Había orado y orado y orado para saber qué hacer y adónde ir. Un fin de semana me fui de viaje para pensar en estas cosas, y finalmente obtuve lo que buscaba. No escuché una voz, pero la respuesta me vino tan claramente como si la hubiera escuchado. Había sido una decisión difícil, pero sabía que la contestación que me vino era la correcta. Pero ¿podría hacerlo? Esa era la parte difícil.

En mi cuarto de hotel había una Biblia de los Gedeones sobre el escritorio, abierta en Salmos. Mis ojos cayeron sobre esta cita: “Dios está en medio de ella; no será conmovida. Dios la ayudará al clarear la mañana” (Salmos 46:5). “Al clarear la mañana” para mí quería decir “ahora”. A partir de ese momento, supe que no estaría sola; que Dios, que me dio esta respuesta correcta, caminaría conmigo cada paso del camino. Verdaderamente me sentí reconfortada y fortalecida, con un conocimiento sólido de que nada podía apartarme de este camino correcto. Y me fui a dormir.

Cuando me desperté a la mañana siguiente, volví rápidamente a esa Biblia del escritorio, y releí ese preciado versículo. Pero esta vez, vi también el que estaba arriba de ese, que hablaba de una ciudad y un río. No podía entender si el siguiente versículo se refería a la ciudad o al río, pero decidí que, después de todo, no se refería a mí.

Estaba un poco decepcionada. Pero como tenía que tomar el avión, me vestí y fui al aeropuerto. Al embarcar, pensé: “No, no me equivoqué al pensar que era una promesa de Dios para mí”. Sentí con mucha claridad que Su autoridad y amor la respaldaban, así que, durante todo el camino a casa, fue cada vez más claro para mí que Dios me estaba dirigiendo. Me aferré a esa promesa y continué haciéndolo al ir avanzando.

El mismo día que regresé a casa, me enteré de que había un nuevo trabajo que requería mis habilidades, y lo tomé. Resultó ser tanto interesante como gratificante. Trabajaba en la ciudad donde vivía, así que pude vivir en casa durante los siguientes seis meses y ahorrar dinero antes de seguir adelante. Además, muy pronto se desarrolló una nueva relación, y al año siguiente nos casamos. Sentí la confianza de que Dios me dirigía y protegía a cada paso del camino.

Muchos años después, algo más me ha ayudado a ver cuán irresistible puede ser la voz inaudible de la Verdad y cuánta autoridad posee. En una búsqueda en Google encontré algo interesante: lo que significa el rugido del león. Su propósito es (1) avisar a los otros leones dónde se encuentra, (2) mostrar cuán grande es, y (3) advertir a los leones de otras manadas que se mantengan alejados de su territorio. ¿No nos dice la “voz callada y suave” de Dios —Su silencioso “rugido”— que Él está aquí mismo con nosotros? Y ¿no nos asegura cuán enorme es Su omnipotencia? Y ¿no nos advierte que debemos impedir que los pensamientos desemejantes a Dios entren ilegalmente en nuestra consciencia?

No mucho después de leer eso, encontré lo siguiente: “El error solamente está fermentando, y su calor siseando a la ‘voz callada y suave’ de la Verdad; pero no puede ni acallar ni desarmar la voz de Dios” (Mary Baker Eddy, Escritos Misceláneos 1883–1896, pág. 134). Elías aprendió a escuchar esta voz. ¡Y nosotros también podemos hacerlo!

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / octubre de 2020

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.