El contagio es la creencia de que la materia y las creencias mortales pueden moverse de una persona a otra. Pero la Ciencia Cristiana ilumina el hecho de que Dios, el bien, es la fuente de todo movimiento verdadero y anula cualquier otra pretensión. Como dice Hechos 17:28 (LBLA), refiriéndose a Dios: “Porque en Él vivimos, nos movemos y existimos”. Estoy muy agradecida por haber comprobado esta declaración muchas veces en mi vida, y ahora me doy cuenta de que necesito agradecer públicamente dos curaciones relacionadas con el contagio.
Hace varios años, mi hija menor estaba corriendo en pista y a campo traviesa para una universidad en un programa de atletismo de la División I, cuando enfermó gravemente y la llevaron y fue admitida en el hospital afiliado a la universidad. Rápidamente nos notificaron de lo sucedido. Y, poco después de que nos avisaran, otro estudiante universitario, que había sido voluntario en África donde había un brote de ébola, ingresó en el mismo hospital con síntomas similares al ébola.
La admisión de este estudiante en el hospital fue cubierta por los medios de comunicación nacionales y causó gran preocupación. A mi hija le diagnosticaron una forma grave de una enfermedad contagiosa diferente (mononucleosis), y el temor con el que yo estaba lidiando parecía abrumador.
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