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Los dos libros que cambiaron mi vida

Del número de noviembre de 2020 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Los dos libros que cambiaron mi vida —la Biblia y Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy—llegaron a mis manos hace diez años, en un momento en que enfrentaba desafíos físicos y emocionales que comenzaron a temprana edad.

De niño asistí a una escuela parroquial en Uruguay. Era muy introvertido, lo que me creó problemas con mis compañeros y maestros. Cuando era adolescente, mis problemas sociales y emocionales inhibieron mi progreso como estudiante y crearon dificultades en mis interacciones con los demás.

La frustración general me llevó a enojarme con mis padres, mis compañeros de clase y todas las personas que conocía. Fue entonces que comenzaron mis problemas de salud y me enfermé de úlceras de estómago y gastritis. Al mismo tiempo, mi padre, que era el sostén de la familia, compuesta por él, mi madre y yo, se enfermó y ya no pudo trabajar. Se decidió que yo debía buscar un empleo.

Pasé de ser el niño mimado a ser quien sostenía nuestra casa, con toda la responsabilidad que eso conllevaba. Pero no me resigné a trabajar solo para mantener a mi familia. Quería cumplir mis sueños; uno de ellos era ser futbolista profesional. La amargura porque mis esperanzas y sueños no se cumplían aumentó mi resentimiento y mis problemas de salud.

Luego, cuando tenía veintitantos años, conocí a una mujer de profunda fe, quien más tarde se convirtió en mi esposa. Ella comenzó a hablarme sobre temas espirituales y la oración desde la perspectiva de su religión. Lo que dijo me impresionó profundamente, pero mis problemas de salud persistían. Yo había aceptado que mi situación era desesperada.

A los cuarenta y tantos años tuve que ingresar a un centro de tratamiento intensivo debido a mi mala condición física y mental. Pensé que había llegado al final de mi vida. Poco a poco, con el apoyo de mi esposa, comencé a mejorar y mis dolencias físicas comenzaron a sanar. “Te devolveré la salud y sanaré tus heridas —dice el Señor” (Jeremías 30:17, NTV).

Unos meses después de regresar a trabajar, me despidieron después de 24 años de servicio. Sin embargo, mi perspectiva de la vida había cambiado por completo y empecé a ver las cosas desde un punto de vista más espiritual. Me encantaba leer y orar, cosas que antes desconocía.

Fue entonces que me sentí guiado a leer la Biblia; la leía a cada momento libre de mi trabajo nocturno. Pero cuando terminaba de leer, todavía tenía muchas preguntas sin respuesta sobre la vida. Pensaba: “¿Y ahora qué?”

Hacía un tiempo, mi esposa había ido a una feria callejera y comprado un ejemplar de Ciencia y Salud. Compró el libro pensando que leerlo me haría bien, sin saber de qué se trataba; estuvo en nuestra biblioteca por un tiempo, y cuando finalmente miré la portada, pensé que hablaba sobre dietas para mejorar la salud. Pero cuando lo abrí, comencé a encontrar las respuestas a todas las preguntas que me había hecho a lo largo de mi vida y que nadie había podido responder. Preguntas que uno se hace naturalmente cuando tiene un concepto material de la existencia.

Leer Ciencia y Salud, que después me enteré es el libro de texto de la Ciencia Cristiana, me abrió la Biblia y amplió mi comprensión de que Dios es el bien y de mi relación con Él. Aprendí que yo no era un mortal sin esperanza como había pensado, sino espiritual y eterno, el reflejo de Dios que no puede caer en la confusión o la enfermedad.

En la página 559 de Ciencia y Salud dice: “Leed este libro desde el comienzo hasta el fin. Estudiadlo, meditadlo. Será de veras dulce al saborearlo por vez primera, cuando os sane; pero no murmuréis contra la Verdad, si halláis amarga su digestión”. Cuando terminé de leerlo de principio a fin, quise saber más sobre la autora y sus otros escritos, y sobre su descubrimiento, la Ciencia Cristiana. Pude comunicarme con la Iglesia de Cristo, Científico, más cercana, y cuando la visité, me dieron otra literatura de la Ciencia Cristiana. Los miembros me recibieron muy amablemente y me invitaron a asistir a sus servicios religiosos, lo cual hice sin dudarlo.

La Biblia y Ciencia y Salud cambiaron mi vida por completo, me reformaron moralmente y me sanaron físicamente. Los sentimientos de ira y resentimiento desaparecieron y, en cambio, sentí compasión y perdón, como enseñan estos dos libros. Encontré un nuevo trabajo y un propósito como acompañante de pacientes en sanatorios o en casas particulares, y algunos de ellos, que fueron receptivos a la Verdad, sanaron o experimentaron una rápida mejoría cuando yo leía del libro de texto u oraba durante mi turno. Me di cuenta de que cuando el pensamiento humano se centra en Dios, es una mejor transparencia para los pensamientos de Dios, o la Verdad divina, el sanador tanto de la mente como del cuerpo.

Finalmente, tomé un curso de dos semanas llamado instrucción de clase Primaria de la Ciencia Cristiana, que enseña la Ciencia del Cristianismo y cómo practicarla. Más recientemente, tomé una clase de enfermería de la Ciencia Cristiana, la cual prepara a los Científicos Cristianos para cuidar de manera práctica a los enfermos. Todos los martes y jueves, aquí en Uruguay, participo en una videoconferencia relacionada con la actividad de enfermería con personas muy amorosas de varios países de Sudamérica. Estamos leyendo Ciencia y Salud ahora, y compartiendo la inspiración espiritual que apoya la misión sanadora de la enfermería.

Estoy agradecido por todo lo que sigo aprendiendo de mi estudio de la Biblia y el libro de texto de la Ciencia Cristiana. Gracias a ellos soy un hombre nuevo.

Álvaro Vallarino
Montevideo, Uruguay

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