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Original Web

Familia a salvo del contagio

Del número de noviembre de 2020 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 24 de agosto de 2020 como original para la Web.


A nuestro alrededor, el mundo ha estado transmitiendo mensajes de miedo, contagio, pavor y enfermedad. Estas imágenes pueden parecer bastante aterradoras y reales. Sin embargo, al estudiar la Ciencia Cristiana y ver sus resultados sanadores, tangibles y poderosos, he aprendido que no tengo que aceptar imágenes o impresiones de temor, contagio y enfermedad. La Ciencia Cristiana enseña que el hombre es espiritual, hecho a imagen y semejanza de Dios, el bien eterno, y que todos vivimos en Su reino armonioso. No hay lugar para la enfermedad en un reino que ya está lleno de abundante salud, alegría, paz, armonía y amor.

Estas verdades me recuerdan una experiencia que tuve la Navidad pasada, mientras visitaba a la familia de mi esposo en el extranjero. Habíamos volado a los Países Bajos para estar cuatro semanas y estábamos ansiosos por pasar un buen rato con mi cuñada y mi cuñado, mi sobrina y mi sobrino. Sin embargo, cuando llegamos, mis suegros nos informaron que mi sobrina de cuatro años estaba enferma de gripe, y que debíamos evitar estar cerca de ella para no enfermarnos.

A lo largo de mi vida había tenido curaciones de enfermedades y lesiones a través del estudio y la práctica de la Ciencia Cristiana, así que conocía la falta de poder de esas imágenes y predicciones de enfermedad, y con confianza les aseguré a mis suegros que no teníamos miedo y que estábamos encantados de estar allí. Aunque ellos no son Científicos Cristianos, son cristianos devotos que creen en el poder de Dios y la oración, y disfrutamos compartiendo ideas espirituales entre nosotros. Se sintieron aliviados y dijeron que era refrescante pasar las vacaciones con personas que recurren a Dios en tiempos de necesidad.

Esa noche, pasé un rato tranquila en mi habitación, orando para ver con más claridad que la enfermedad no tiene absolutamente ningún poder sobre mí ni sobre nadie. Afirmé que debido a que mi Padre-Madre Dios no puede ser menos que perfecto, yo, que estoy hecha a Su imagen y semejanza, también tengo que ser perfecta y, por lo tanto, ninguna enfermedad puede tocarme. Le pedí a Dios que guiara mis pensamientos y acciones y me mostrara cómo expresarlo en todo momento. También recordé con gratitud varias curaciones físicas que había tenido mediante la Ciencia Cristiana, como migrañas, resfriados, gripe estomacal y lesiones deportivas. Mientras oraba en silencio, estuve plenamente consciente de la omnipotencia y omnipresencia de Dios, y de que Ella nos amaba y protegía a todos a cada momento.

Al día siguiente, pasé mucho tiempo leyendo y jugando con mi sobrina. Continué afirmando mi propia seguridad y perfección como hija de Dios, y me aferré al pensamiento de que mi sobrina, mi esposo y todos mis familiares políticos eran también ideas espirituales perfectas de Dios.

Al principio, cuando jugaba con mi sobrina, ella me decía que estaba enferma. Siempre le aseguraba que la amábamos, que estábamos todos allí para cuidarla y que estaría bien. Al continuar jugando con ella, dejó de hablarme de su enfermedad y quedó tan enfrascada en las actividades que estábamos haciendo juntas que pudo reírse, jugar y divertirse conmigo. Se recuperó rápidamente y no tuvo que ir al hospital como mis suegros habían pensado que tendría que hacer. Ninguno de los otros nos enfermamos, y todos disfrutamos juntos de unas vacaciones armoniosas.

Estoy muy agradecida por esta experiencia, que ilustra el poder que Dios tiene en nuestras vidas, aquí y ahora. No tenemos que ser engañados por las amenazas o suposiciones de enfermedad. Cuando oramos por nuestro mundo, podemos ver a cada uno de los hijos de Dios como personas sanas, dinámicas, amorosas y a salvo, a quienes Él cuida, protege y ama.

Kateland Oakes 
Silver Spring, Maryland, EE.UU

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