Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer
Original Web

Comenzó a gustarme pagar mis cuentas

Del número de diciembre de 2020 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 31 de agosto de 2020 como original para la Web.


A veces no hay recursos humanos disponibles. Y otras, no hay suficiente dinero. En esos casos, puede parecer que obtener más de lo que falta (dinero, por ejemplo) es la única solución. Entonces, una oración que pide ayuda a Dios podría ser algo así: “Por favor, Dios, tráeme más dinero de alguna manera”. Pero he encontrado una forma diferente de enfocar la oración a través de mi estudio de la Biblia y de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Esto es lo que me pasó una vez, cuando parecía que la necesidad era de más dinero, pero la solución fue muy diferente.

Estaba sentada a la mesa del comedor, mirando las cuentas mensuales de mi familia esparcidas ante mí. El saldo de nuestra chequera era insuficiente para cubrir el total. ¿Qué iba a hacer?

Había renunciado a un trabajo de maestra para ser ama de casa y cuidar de nuestro hijo pequeño y nuestro nuevo bebé, y mi esposo mantenía amorosamente a la familia con sus ingresos. Aunque ya habíamos reducido los gastos hasta las necesidades más esenciales, no estábamos seguros de nuestra capacidad para pagar nuestras cuentas de manera constante.

Después de años de estudiar y vivir la Ciencia Cristiana, me había familiarizado con una gran cantidad de pasajes e historias de la Biblia, incluidas las instrucciones que dio Cristo Jesús. También me consolaba mucho leer y aplicar las ideas que encontraba en las Lecciones Bíblicas del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, que consisten en citas de la Biblia y de Ciencia y Salud. Así que era natural para mí en ese momento considerar lo que había leído sobre Jesús.

Cuando pensé detenidamente en cómo alimentó en dos ocasiones a las multitudes con tan poca comida disponible (véanse Mateo 15:32–38 y Marcos 6:34–44), tuve que preguntar: ¿Actuó Jesús como si no tuviera lo suficiente (como estaba yo, sin suficiente dinero en la cuenta corriente)? No. Esto es lo que el relato de Mateo 15 dice que hizo Jesús:

  1. Tomó lo que tenía: “Tomó los siete panes y los peces”.
  2. Agradeció a Dios: “y dio gracias”,
  3. Dividió y dio lo que tenía: “y los partió, y dio a sus discípulos, y los discípulos a la multitud. Y comieron todos, y se saciaron”.

¿Podía yo hacer eso? ¿Realmente creía que es posible y eficaz seguir las enseñanzas y el ejemplo de Jesús hoy en día; lo es para una madre joven y para todos los que se esfuerzan al máximo para poner en práctica lo que están aprendiendo de la Biblia? Sí, muchas veces mi familia y yo fuimos ayudados e incluso sanados físicamente por medio de la oración ferviente como se explica en la Ciencia Cristiana.

Una de mis ideas favoritas de Ciencia y Salud es esta: “En la relación científica entre Dios y el hombre, encontramos que todo lo que bendice a uno bendice a todos, como lo mostró Jesús con los panes y los peces, por ser el Espíritu, no la materia, la fuente de provisión” (pág. 206). En mis oraciones por satisfacer las necesidades de mi familia, asimismo me inspiré en este pasaje de La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, también de Eddy: “El camino correcto gana el derecho de paso, o sea, el camino de la Verdad y el Amor por medio del cual se pagan todas nuestras deudas, la humanidad es bendecida y Dios es glorificado” (pág. 232).

Así que comencé quedándome sentada allí mismo en esa silla, hasta que pude elevar mi pensamiento más allá de la limitación del saldo bancario a la perspectiva espiritual más alta que Jesús llamó “el reino de Dios” cuando dijo: “Vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia; y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:32, 33). Toda una vida de estudiar las lecciones bíblicas semanales de la Ciencia Cristiana me había demostrado una y otra vez que la provisión de Dios es infinita. La práctica de enumerar las cualidades de Dios cuando estaba en la Escuela Dominical me había hecho comprender que el Espíritu, Dios, es infinito y completamente bueno. Por lo tanto, las cualidades del bien son ilimitadas, están siempre disponibles y bendicen a todos. Y Dios provee las ideas, oportunidades y recursos correctos y necesarios en nuestras vidas.

¿Estaba bien que pagara lo que debíamos? Sí; pagar nuestras cuentas bendeciría a las empresas que brindan nuestros servicios, así como a las personas que trabajan allí y a sus familias. ¿Hacer lo correcto y honesto también bendeciría a mi familia? Sí. ¿Es Dios realmente la fuente de toda bondad? Sí. Si es bueno pagar nuestras deudas, ¿está Dios bendiciendo nuestros motivos correctos al darnos la posibilidad de hacerlo? Sí. Mis experiencias de vida me han demostrado que “dar no nos empobrece en el servicio de nuestro Hacedor, ni retener nos enriquece” (Ciencia y Salud, pág. 79). Con total confianza en la provisión de Dios, me esforcé por dejar de mirar los dólares en el banco como mi fuente de provisión. Estaba segura de que Dios me ayudaría a cumplir con mis obligaciones honestas.

Mi propia experiencia me ha demostrado que la ley de la provisión infinita de Dios está en funcionamiento todo el tiempo.

Recuerdo que junté las cuentas en una pila y crucé las manos sobre ella. Ya estaba agradecida por ser la persona que cuidaba de nuestros hijos. Así que me dije a mí misma: “Me voy a quedar sentada aquí hasta que también esté agradecida por estas facturas”, y le pedí a Dios que me mostrara cómo. Comprendí que cada cuenta era por algo que habíamos necesitado y pedido, como la electricidad (sí, estaba agradecida de contar con electricidad) y la calefacción (sí, me gustaba tener una casa cálida), y de esta manera, me sentí agradecida por los bienes y servicios recibidos.

Entonces se me ocurrió ir más lejos al expresar gratitud. Mirando aún mi pila de facturas, me di cuenta de que cada empleado de las empresas que nos las enviaron llevaría su sueldo a su casa, el que lo ayudaría a satisfacer las mismas necesidades que nosotros teníamos. Era correcto estar agradecida por ayudar a esos trabajadores que le habían proporcionado bienes y servicios a mi familia. Entonces me vino otra idea: todas esas personas tenían que pagar impuestos por sus ingresos, igual que nosotros. La gratitud por nuestras escuelas, gobierno local, carreteras, remoción de nieve, parques y muchos otros servicios llenó mi corazón. De hecho, ¡estaba ansiosa por tomar el bolígrafo y pagar esas cuentas!

Pensé: “Puedo usar lo que tengo ahora mismo”. Con todas las ideas antes mencionadas asegurándome que podía seguir adelante, confié en que la provisión de Dios ya estaba allí para nosotros.

Me senté a la mesa, con el corazón lleno de amor y gratitud, y comencé a escribir cada cheque por el monto total adeudado. Se enviaron los pagos y cada acreedor recibió lo que se debía sin que nuestra cuenta bancaria quedara sobregirada. Para mí, este fue un ejemplo de la disponibilidad permanente de la provisión infinita de Dios. Y lo que realmente me importó no fue que se pudieran pagar todas las facturas al mismo tiempo, sino que había perdido el temor o el pavor a las cuentas. Se había despertado en mí un renovado respeto y amor por cumplir con mis obligaciones honestas y confiar en Dios. Consideré que ese cambio completo de actitud era una curación importante.

Desde esa experiencia, hace más de treinta años, siempre hemos podido cumplir con el pago de todo lo que debíamos. Y cada vez que iba al buzón para traer el correo, me sentía feliz al encontrar cuentas entre las cartas. Estaba contenta de contribuir de manera justa con las personas que nos brindaban nuestros servicios y de contribuir con mi comunidad.

Esa experiencia me pareció un ejemplo de las mismas verdades que apoyaron a una viuda cuando su provisión de aceite aparentemente limitado nunca se agotó (véase 2 Reyes 4:1–7). Hay personas que dudan de la veracidad de algunos de los relatos bíblicos sobre la provisión, pero mi propia experiencia me ha demostrado que la ley de la provisión infinita de Dios está en funcionamiento todo el tiempo; tanto ahora como hace siglos.

Con respecto a cómo sucedió esto, debo explicar que cada verdad espiritual que había aprendido y que ya había visto evidenciada de otras maneras había creado una firme confianza en el cuidado de Dios por todos los miembros de mi familia. He aquí algunos ejemplos de verdades en las que había confiado durante muchos años:

Jesús dijo: “Vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis” (Mateo 6: 8). Ciencia y Salud refuerza la certeza de Jesús: “El “oído divino” no es un nervio auditivo. Es la Mente que todo lo oye y todo lo sabe, para quien cada necesidad del hombre es siempre conocida y por quien será satisfecha” (pág. 7). La autora continúa alentándonos en la página 254: “Cuando esperamos pacientemente en Dios y buscamos con rectitud la Verdad, Él endereza nuestra vereda. Los mortales imperfectos captan la perfección espiritual final lentamente; pero empezar bien y continuar la lucha de demostrar el gran problema del ser, es hacer mucho”.

Al principio, la idea de agradecer el pago de las cuentas a pesar de no tener suficiente dinero en el banco parecía algo sin sentido. Pero mira lo que obtuve de lo que Dios me estaba proporcionando incluso entonces: la capacidad de expresar gratitud con confianza. Aquí hay una explicación de por qué estoy tan feliz de haber tenido esta maravillosa experiencia: “Los dolores del sentido son saludables, si desarraigan las falsas creencias placenteras y trasplantan los afectos desde el sentido al Alma, donde las creaciones de Dios son buenas y ‘alegran el corazón’” (Ciencia y Salud, págs. 265–266). La palabra sentido aquí se refiere a una visión de la realidad que se limita a lo que informan los cinco sentidos físicos. Había aprendido que siempre puedo obtener el informe verdadero del Alma con A mayúscula, que la Ciencia Cristiana enseña que es sinónimo de Dios. Y este informe satisface todas nuestras necesidades.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / diciembre de 2020

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.