“Únete a la revolución de la compasión” era el titular de una reciente portada de Maclean’s. La revista de noticias canadiense continuaba diciendo: “Hay un llamado urgente para que haya más compasión como último remedio para los sistemas que han llegado al límite: la política, la atención médica, el planeta mismo. Pero ¿somos capaces de hacerlo? (julio de 2019).
He estado considerando que, de hecho, “somos capaces de hacerlo” para traer compasión sanadora a un mundo que lucha con tantos problemas, especialmente los ataques violentos cometidos por aquellos que se han sentido incomprendidos, marginados y aislados.
A menudo, las personas que han perpetrado esos actos terribles tienen opiniones que son aborrecibles para la mayoría de las personas. En algunos casos, han sido reclutados y adoctrinados por grupos de odio que han apelado a su anhelo de ser aceptados. Pero, independientemente de cómo hayan adquirido sus creencias distorsionadas, es posible ayudar a esos individuos a tener percepciones más sensatas de sí mismos y de los demás, y sanar los sentimientos de marginación antes de que se expresen violentamente.
Instar a que demostremos compasión hacia aquellos que puedan estar planeando actos de violencia es requerir mucho de la sociedad. Pero, francamente, ¿hay alguna otra manera de impedir dichos ataques que no sea hacer el trabajo duro de ayudar a los demás a sentirse valorados e incluidos? Esa compasión puede motivar y apoyar los esfuerzos de los profesionales y otros para poner al descubierto y prevenir ataques.
Hay muchas formas de ayudar a las personas a que quieran pertenecer a la sociedad e incluirlas. La estrategia global de las Naciones Unidas contra el terrorismo vincula el desarrollo sostenible y el estado de derecho para prevenir los ataques. Eliminar las violaciones de los derechos humanos, mejorar los sistemas judiciales y los procesos electorales y erradicar la corrupción son formas de construir una sociedad más justa que promueva la prosperidad de todos sus miembros.
Mi estudio de la Biblia me ha llevado a comprender que la inclusión es uno de sus temas centrales. En el libro del Génesis, Dios promete bendecir a todas las naciones cuando le dice a Abraham: “Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; …en tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra” (22:17, 18).
Al interpretar esa promesa del Antiguo Testamento en su epístola a los Gálatas, Pablo presenta un sentido espiritual ampliado e incluyente de lo que significa ser hijo de Abraham (véase Gálatas 3:7–29). No tiene que ver con el origen étnico o con la práctica de ciertos rituales. Más bien, los hijos de Abraham son aquellos que, ya sean judíos o gentiles, hombres o mujeres, libres o esclavos, aman a Dios y a sus semejantes como a sí mismos. Pablo vio que Dios llama a todos a ser descendientes de Abraham porque todos son parte de la familia de Dios.
La Descubridora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy, tenía la profunda percepción de que todos estamos incluidos en una familia universal; no solo como un ideal por el cual luchar, sino como la realidad espiritual presente. En sus escritos, ella se refiere a un Padre-Madre Dios infinito que es el Amor divino. Este Amor ha creado a cada individuo único y para que disfrute de la completa integridad del pensamiento, no obstante, Dios no permite que nadie esté solitario o sea marginado. Todos están unidos a este Padre divino único, y unos a otros como expresiones conjuntas de la fuente divina única.
Cristo Jesús cuenta la parábola de un pastor que tiene cien ovejas. Cuando una de ellas se pierde, él deja las noventa y nueve y busca la oveja perdida, y la lleva a casa sobre sus hombros, regocijándose (véase Lucas 15:3–7). La parábola indica que incluir a todos es primordial. Comprender la verdad espiritual de que en realidad todos estamos incluidos en la familia de Dios nos da una base sólida desde la cual buscar cualquier “oveja perdida”.
La Ciencia Cristiana pone de manifiesto la distinción que hacía el Maestro entre los pensamientos y acciones abominables y el individuo espiritual y perfecto de la creación de Dios, inmaculado y puro. Esto no causó que aceptara acciones incorrectas, sino que reprendiera el mal al ver que no proviene de Dios y no tiene legitimidad ni autoridad. De esta manera, Jesús veía la identidad verdadera e impecable de la creación de Dios, y esto traía un cambio positivo. Por ejemplo, sanó a un hombre agresivamente violento que vivía aislado en un cementerio. Al expulsar a los demonios que atormentaban al hombre, Jesús lo sanó mentalmente y lo devolvió a la sociedad (véase Marcos 5:1–20).
En su libro Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, la Sra. Eddy enseña cómo lidiar con el mal con eficacia y compasión al hacer la distinción entre lo que la Biblia llama la mente carnal, que es el odio contra Dios, y el individuo que es el reflejo espiritual de Dios. La Biblia enfatiza, una y otra vez, en que no hay nada aparte de Dios, de manera que esta mente carnal y su pretensión de inteligencia, poder e incluso existencia es ilusoria.
La mente carnal es un sentido mental falso que se opone al bien y es la fuente del temor, la discordia y el odio. Pero comprender verdaderamente la infinitud de Dios, y vivir sobre la base de la omnipotencia del bien, desarma el mal y su supuesto poder. Al vigilar nuestro pensamiento y no aceptar como válido ningún reclamo del mal, ayudamos a eliminarlo en el mundo. En realidad, el individuo de la creación de Dios es puro y está libre del mal, pero esta verdad inalterable debe ser probada en la experiencia humana.
Al comprender el hecho espiritual de que la bondad es innata en el hombre (en todos), la Sra. Eddy pudo frustrar los ataques violentos. En un caso, sanó a un hombre demente que atemorizaba a la gente y estaba a punto de atacarla. Ella lo enfrentó con gran amor y sin miedo. Años más tarde, completamente sano, él atribuyó su curación a esos breves momentos en que estuvo con ella (véase Clifford P. Smith, Historical Sketches, pp. 81–82).
Ella también frustró un ataque con arma de fuego. Como más tarde le contó a un amigo, estaba en su casa cuando intuyó que alguien iba a dispararle. De repente, un hombre entró en su habitación y le apuntó con un revólver. “Usted no puede disparar”, le dijo. Su brazo se quedó instantáneamente inmóvil, dejó caer el revólver y se fue (véase Yvonne Caché von Fettweis y Robert Townsend Warneck, Mary Baker Eddy: Christian Healer, Amplified Edition, p. 301).
En sus Escritos Misceláneos 1883-1896, la Sra. Eddy explica: “Al mantener en mi mente la idea correcta acerca del hombre, puedo mejorar mi propia individualidad, salud y condición moral, y también la de otros; …” (pág. 62).
Para ayudar a atraer al redil de la sociedad a quienes se sienten aislados, cualquiera sea el estado de su pensamiento, se requiere un compromiso. Me conmovió saber que Helsinki, Finlandia, prácticamente eliminó la falta de vivienda al proporcionarles un hogar a quienes están en la calle, en lugar de tratar primero de liberarlos de las adicciones o problemas de salud mental.
En varias ocasiones, he encontrado la oportunidad de abrazar en mi pensamiento a otros que vivían al margen de la sociedad. El año pasado, salía de una tienda de comestibles en un área donde las personas con problemas mentales y adicciones a las drogas tienden a reunirse. Estaba a punto de poner mi cesto en la bicicleta cuando un hombre desaliñado se me acercó. Aunque puede ser tentador evitar a alguien que se ve como él se veía, sentí compasión y amor por ese individuo, así que me mantuve firme. Charlamos por un momento sobre un amigo suyo que tenía una bicicleta, y luego nos separamos amigablemente.
Una experiencia tan pequeña puede parecer insignificante, pero cada acción que podamos realizar como individuos y como sociedad para aceptar a aquellos que parecen marginados ayuda a prevenir la sensación de rechazo y aislamiento que puede generar la ira y el odio que conducen a los ataques violentos.
En realidad, ningún hijo de Dios es dejado solo, fuera del resplandor del amor de Dios. Al abrir nuestros corazones, podemos, en lugar de ver ovejas perdidas, encontrar las expresiones completas y perfectas del Divino. En verdad, todos somos amados y estamos seguros; cada uno de nosotros es valorado como miembro de la familia universal de un Padre-Madre Dios único. Conocer estas verdades espirituales y tomar medidas basadas en ellas puede traer luz a aquellos que parecen estar solos y en la oscuridad, y puede prevenir ataques.
