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Original Web

Para jóvenes

Cómo la historia de Navidad restauró una amistad

Del número de diciembre de 2020 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 12 de octubre de 2020 como original para la Web.


“Es la época del drama, la-la-la-la-la…”, canté irónicamente.

El suelo helado crujía bajo mis botas, mientras que mi actitud, debo admitir, era igualmente helada. Estaba demasiado ocupada sintiéndome frustrada e inquieta acerca de una amistad como para sentir siquiera una pizca del espíritu navideño.

Indudablemente no estaba de humor como para leer la historia de Navidad. Pero tenía que prepararme para una clase de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, así que cuando llegué a casa, saqué mi Biblia. No esperaba que esta historia se convirtiera en una guía para lidiar con las relaciones difíciles.

“Y el nacimiento de Jesucristo fue como sigue”, dice la Biblia. “Estando su madre María desposada con José, antes de que se consumara el matrimonio, se halló que había concebido por obra del Espíritu Santo. Y José su marido, siendo un hombre justo y no queriendo difamarla, quiso abandonarla en secreto. Pero mientras pensaba en esto, he aquí que se le apareció en sueños un ángel del Señor, diciendo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque el Niño que se ha engendrado en ella es del Espíritu Santo”. (Mateo 1:18-20, LBLA).

Mi corazón tuvo compasión del hombre. Piénsalo. Estás listo para casarte con esta chica e inesperadamente, te dice que está embarazada... ¿y es el Hijo de Dios? Por supuesto, no tenemos idea de lo que estaba pensando José, pero pude imaginar lo inquieto, confundido y tal vez incluso desconsolado que se habrá sentido al principio. “Mientras pensaba en esto”, dice la historia. ¿No capta eso la esencia de muchos de los desafíos de nuestras relaciones? ¿Sentirse agitado o preocupado por lo que otra persona ha dicho o hecho, o lo que podría estar pensando?

Pero aquí está la parte llena de esperanza. Tanto José como María tuvieron sus propios ángeles. (Puedes encontrar la versión de María acerca de lo que sucedió en el capítulo 1 del evangelio de Lucas.) Y aunque los mensajes de los ángeles fueron únicos, tenían algo en común. Una parte clave del mensaje de cada ángel fue: “No temas”. Y luego, en el caso de José, el ángel procedió a ayudarlo a comprender de dónde venía María y a hacerle saber que todo estaría bien.

Me di cuenta de que ninguna cantidad de palabras o explicaciones arreglaría necesariamente las cosas con mi amiga. Pero no importaba. ¡Cada una de nosotras tenía sus propios ángeles! Saqué mi ejemplar de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras y leí esta definición de ángeles por su autora, Mary Baker Eddy: “Pensamientos de Dios que pasan al hombre; intuiciones espirituales, puras y perfectas; …” (pág. 581). Nos estaban viniendo los pensamientos de Dios, los pensamientos del Amor divino, a cada una de nosotras, encontrándonos donde estábamos y hablándonos de la forma correcta.

Es fácil pensar que somos nosotros los que tenemos que decir las cosas correctas o hacer que alguien más entienda de dónde venimos. Pero la historia de Navidad cambió mi perspectiva y puso a Dios en el centro de la “historia” de mi relación e hizo que el poder armonizador y pacificador del Amor divino fuera primordial. Eliminó la frustración y el temor, y me dejó con una renovada confianza en que Dios estaba haciendo por mi amiga y por mí lo que había hecho por María y José hace tantos siglos. ¿No es esa historia una gran guía para todas las relaciones?

Ese fue el final del drama de la amistad. Muy pronto, mi amiga recibió su propio mensaje de paz y nuestra relación encontró una base más firme aún. Pero la mejor parte de esa Navidad fue la comprensión más profunda que obtuve de que no importa cuán confusas o perturbadoras puedan llegar a ser las cosas con las personas que amamos, los ángeles de Dios siempre están ahí para decir: “No temas” y para arreglar la situación.

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