En una era en que se reporta que la mayoría de las congregaciones religiosas de todas las denominaciones están disminuyendo, mi esposa y yo nos sentimos agradecidos recientemente al encontrar una iglesia de la Ciencia Cristiana abierta para un servicio dominical, durante un viaje a Illinois desde nuestro hogar en Texas.
Al conversar con dos miembros de iglesias en ese estado, quienes pertenecen a diferentes filiales de La Iglesia Madre —La Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Boston— les agradecí sinceramente por su servicio en la iglesia para mantener abiertas las puertas, a pesar de que sus congregaciones son relativamente pequeñas. Me dijeron que eran Científicas Cristianas de toda la vida y que a lo largo de los años habían visto a sus congregaciones disminuir de números muy grandes que llenaban enormes edificios, a tan solo unos pocos dedicados trabajadores.
Para mi esposa y para mí, la experiencia ha sido muy diferente. Nunca he formado parte de una gran congregación de Científicos Cristianos. Había asistido a iglesias de muchas religiones diferentes en mi juventud, las que variaban desde servicios colmados en edificios grandes a reuniones de adoración en hogares privados. Cuando entré por primera vez en una Iglesia de Cristo, Científico, durante mi primer año en la universidad, para mí no hizo ninguna diferencia que tuvieran pocos miembros. Me encantaba que las Lecciones Sermón de la Biblia abordaran directamente los puntos más difíciles de la teología cristiana, en lugar de evitarlos o atenuarlos.
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