Queridos miembros de La Iglesia Madre:
Desde El Bolsón, una pequeña ciudad en la zona andina de la Patagonia argentina, les envío todo mi afecto y gratitud. Conocí por primera vez la Ciencia Cristiana aquí, donde un pequeño grupo de estudiantes se reunían para leer la Lección Bíblica semanal del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana.
Todavía tengo algunos ejemplares de El Heraldo, el Journal y el Sentinel que compartieron conmigo, y que contienen artículos y testimonios que probablemente fueron escritos por algunos de ustedes. ¡Cuántas bendiciones y cuánto progreso me brindaron! ¡Muchas gracias! Muy pronto descubrí que esto era posible gracias a esta gran familia de miembros de la iglesia alrededor del mundo que eran movidos por el Amor divino, el Cristo en acción.
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